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Corte a: Los cortometrajes de Robert Eggers
5 nov 2024
Un "toque de Lubitsch"
Algunos conceptos pueden simplificar el trabajo de un artista, pero nunca profundizar en lo que realmente podría llegar a significar éste, como lo podemos comprobar con una identificación tan perspicaz y copiosa como la que, historiadores, críticos y teóricos del cine le direon a las comedias de Ernst Lubitsch, es decir, la de un toque, que estaba entre, el de Midas y la sugerencia; pero también el de una comedia sofisticada que narraba de manera sutil pero capaz de resolver de forma inevitable y a la vez soprendente cualquier situación dramática, un cine y un cineasta, que iba tomando prestado del cine silente su insinuación y lenguaje, adaptándolo al don de la palabra, que cabalgaba entre la mordacidad y la elegancia.
Lubitsch, quien no fue un realizador de complejidades sociales o de profundizaciones psicológicas, sí fue uno que logró retratar "la amoralidad" de personajes entrañables, divertidos y astutos, que vivían el momento; un hedonismo simpático, sin juzgamientos y con finales felices, que se contraponía a la seriedad e infantilismo moral hollywoodense; igualmente, un cine que como reconoció otra gran figura del cine clásico como Marvin Le Roy: "Contribuyó más que nadie al progreso de las técnicas de la comedia cinematográfica. De pronto se dejaron atrás el batacazo y la reacción tardía y empezaron a explotarse las fuentes de la risa interior" (1); pero todo, bajo la exploración del lenguaje cinematográfico, ese, en el que los fuera de campo, la insinuación, el recorte del tiempo o narrativo, hacía del relato, no sólo más efectivo sino atractivo, en un principio para la crítica y más adelante para el público, porque Lubitsch, se acomodó perfectamente a esa maquinaria, y en esa misma se "rebeló" subvirtiendo las normas de los géneros, satirizándolos y moldeándolos a su -buen- gusto.
Trouble in Paradise (Un ladrón en la alcoba) 1932
Apreciar a un ladrón en el cine, no es dificil, pero sentir empatía y casi una reverencia a sus formas, modales y estilo, sólo lo pudo haber logrado el cine de Lubitsch, que con esta obra nos acerca a una pareja de estafadores, tan elegante como sarcastica, que cuando intentan engañarse, haciéndose pasar por una Condesa y un Barón, se enmorarán, conformando una "familia feliz", hasta que Gastón Monescu, este afamado ladrón, roba el bolso con diamantes de la viuda Marione Collet, y éstos empezarán a sentir algo más que una atracción. Monescu ahora convertido en secretario de la viuda, deberá escoger entre su vida de delicuente, amistad/amor por Collet y sus propios sentimientos, tan artificiosos como sus modales.
Lubitsch crea una obra tan certera y bien desarrollada, en la que los supuestos son los protagonistas, es decir la elipsis y los fuera de campo, nos dicen tanto, como nuestra imaginación pueda asimilar, porque lo que el director europeo dispone en esta corta película, además de su inteligente humor está mediado por el pasó, pasará o pudo pasar en las acciones de los protagonistas, eso sí, todo tan elegante como romantizado, que sólo puede existir en Lubitschlandia, ese espacio-temporal diseñado por el director teutón y asimilado por los críticos para entender su obra, una obra de una fotografía clásica, repleta de brillos, sombras, reflejos y glamour, que no sólo reflejaba a la alta sociedad sino a su artificio - moral e intelectual-, así como una, donde los relojes y las puertas, servían ya no tanto para su fin principal sino para enmascarar las sensaciones, acciones y sentimientos de este trío.
Aunque estemos escribiendo sobre una talkie, la película aún guardaba ciertos rasgos del cine silente, haciendo eco de brillantes momentos donde la imagen "decía" todo, mezclándose con unos inteligentes y sugerentes diálogos, que hicieron de esta película, una tan clásica, y a la vez moderna en su forma y desarrollo.
Minicrítica
Aunque fue la primera película que vi de Lubitsch, con ésta me bastó para empezar seguir su filmografía, en la que humor inteligente y sensualidad visual están cohesionadas, donde se logra aprender o por lo menos entender la capacidad de la elipsis; igualmente porque su guión funciona como un reloj, y visualmente es tan atractiva como sus protagonistas. De esas películas con las que vale iniciar en el ciclo de este director, y una de las que mejor guarda su forma y estilo.
El abanico de Lady Windermere (1925)
Adaptación libre de un cuento de Oscar Wilde que Lubitsch y guionistas transforman en todo un drama de celos y conflictos familiares, en la que la señora Erlynne, mujer de dudosa reputación pone en conflicto a los esposos Windermere, entre engaños, y malentendidos, se va estructurando una comedia ligera, con una soberbia puesta en escena, que no está exenta de ese elaborado juego de sugerencias, elegancia y doblesentido que funcionaba tan bien, bajo el mando del director alemán.
Minicrítica
Aunque ya la había perdido la pista un poco a esta obra de Lubitsch, tiene grandes momentos, principalmente en el hipódromo y en la gran fiesta, en que el alemán saca sus mejores recursos, sin embargo, en conjunto, no fue la película que más me impactó de este este director, sin negarle sus cualidades y estilo.
Heaven can wait (El Diablo dijo no) 1943
Tan divertida como superficial este recuento de la vida de Henry Van Cleeve, es una sátira no sólo de las clases altas de Lubitschlandia sino del amor, y de los mismos perosnajes que entronan el mundo de este director alemán ya nacionalizado estadounidense; Van Cleeve le cuenta al mismísismo Diablo sus correrías de juventud y adultez, pero finalmente será rechazado, porque como el dice el mismo personaje, en el "infierno no se reciben hombre como él".
En este largo flashback, que es la vida, Van Cleeve nos deja su historia para que los juzguemos, y como es habitual con Lubitsch, es más el humor y la elegancia de lo único que se puede culpar a este personaje.
Minicrítica
Aunque puede pecar en su puesta en escena teatralizada del infierno, es más la diversión y los apuntes satíricos sobre el amor y la familia, lo que le dan forma a esta obra; igualmente porque hay perosnajes y situaciones hilarantes; y su toque, ese en el que se insinúa más de lo que se muestra, seguía funcionando a pesar de los años.
(1) https://www.fundacionpfizer.org/sites/default/files/010_ernst_lubitsch_indd.pdf
30 sept 2024
Estreno y proyección de la serie documental Victorias y Glorias - Relatos de Campeonas
16 sept 2024
12 sept 2024
Especial Cine Noir (USA)
Ciudades cubiertas por una brumosa lluvia, donde el asfalto puede ser la tumba de hombres seducidos por el dinero o por mujeres tan oscuras como aquellas calles de sombras que devoran la moral; recovecos urbanos y mentales que suenan a lluvia transformada en balazos, impregnados de humo de cigarrillo tan espeso como la niebla y el smog que expelen autos grandes y pesados; son escenarios que se repiten de manera copiosa pero estilizada en el cine criminal, o mejor conocido como Noir estadounidense, que más que un género fue una ambientación, que respondía al pesimismo de la II Guerra Mundial y sus actores, hombres tan recios como las ciudades que habitaban, pero debilitados por el amor, o eso que en los libros de cine o en la antigua Grecia, se conoce como el Fatum, destinos fatales infringidos por una pasión descomunal, como lo veremos en algunas obras fundamentales de este tipo de cine que además de referentes para el cine mundial, dio las pautas para sus cambios.
Naked City (1948)
Con uno de los intros más emblemáticos del cine de los años 40, en un tono documental, se describe a una Nueva York tan moderna como oscura, donde los negocios como la muerte, tienen el mismo vestido, el de una ciudad desnuda, realista y violenta, como el cine de Jules Dassin, su director, y uno de los grandes representantes del cine criminal. Con guion de Marvin Wald, experto en este tipo de cine, y que con esta obra, explora tanto los recovecos de una urbe como sus rutinas, donde el crimen es otro oficio más. Wald y Dassin, nos muestran a dos detectives: el viejo zorro y el aplicado sabueso, que tratan de descifrar no sólo la muerte de una joven modelo sino la naturaleza de una urbe moderna y agobiante como Nueva York, donde los asesinos como los oficinistas, transitan por las mismas calles, esas que el Noir reveló en su artificio o naturalismo estilizado, porque La ciudad Desnuda, nos descubre a una ciudad realista, repleta de individualismo, violencia y hombres destruidos por una guerra.
En el cine Noir, la fotografía como el montaje fueron fundamentales, la primera mostrando y la otra sugiriendo, y esto se evidencia en The Naked City, sólo que con una fotografía absolutamente realista pero estilizada gracias a William H . Daniels - que hizo del rostro de Greta Garbo todo un ícono-; que desde un inicio de la obra, nos muestra una panorámica en movimiento -desde un helicóptero- describiendo a una Nueva York como escenario de un crimen. Son varias las secuencias icónicas, principalmente el final, que tiene el mejor pulso narrativo, gracias no sólo a Dassin sino a un montaje rápido y preciso en la persecución y triunfo de la justicia. La música de Miklós Rósza, es un complemento argumental, no sólo de forma narrativa sino emocional que funciona, no tanto en ambientación sino como contrapunto a las acciones de los protagonistas, que era lo que se buscaba con esta obra.
Interesante trabajo de Dassin, que entra en discusión con el cine Noir, no tanto en sus reglas o formas, sino en su carácter seudo documental con el que inicia y se abriga en ciertas secuencias, rompiendo con el cine que se estaba realizando en ese momento - el de estudio-, es decir, uno que sale a la calle (muy neorrealista), retratando a la ciudad como otro protagonista, en el que más que desentrañar un crimen, lo hace con un momento específico de la historia, como lo hicieron varios fotógrafos.
Double Indemnity (1944)
Obra referencial del cine Noir, no sólo por su inteligente guion sino por su estilizada estructura argumental y visual en la que nos imbuimos en un largo flashback - confesión, muy propicia de este tipo de cine, que nos cuenta la perdición y redención de un agente de seguros, enamorado de una mujer fatal, que lo llevará a los límites de su moral. Escrita y dirigida por Billy Wilder con guion de Raymond Chandler, que nos adentra en los pasillos más oscuros del amor y la pasión, porque Double Indemnity no sólo es la confesión de una asesinato, es el debacle moral de la sociedad pos segunda guerra mundial, su capitalismo latente y todo un homenaje a esa escritura criminal, de hombre rudos, rubias con un corazón ponzoñoso, siluetas que emergen de la oscuridad, humo de cigarrillos, sórdido ambiente y de un cinismo entrañable.
De este trabajo vale destacar la fotografía de John F. Seitz, que es puro Noir, sombras que emergen en pasillos como cuadros Barrocos, rostros en claroscuro, que mienten y están bañados en humo de cigarrillo, erotismo hecho fotografía y persianas que reflejan el destino fatal de parejas llevadas por la pasión, pero esta fotografía no sería igual de buena sin los grandes decorados y engaños visuales, que perfeccionó Wilder con su grupo de trabajo, sumado a un montaje preciso, efectivo donde cada elemento va sumando a la traición; acá nuevamente se suma la música de Rosza, con menos protagonismo pero tal vez, porque en este caso su papel es más efectivo, un acompañante dramático, que se acomoda mejor a este ambiente desolador, que inicia con una mirada y una frase inteligente.
Uno de los mejores Noir que he visto, obra clásica que no ha envejecido, ofreciendo los parámetros para este tipo de cine, con un sólido guion, y ese particular sello Wilder, en el que todo funciona, hasta la lección moral y las buenas intenciones, de hombres con la moral rota.
Gun Crazy (1950)
Con guion de Dalton Trumbo y dirigida por Joseph H. Lewis, Gun Crazy es antesala a ese mito de las parejas criminales, amor por las armas y road movie, que reflejaba ese rompimiento con la sociedad conservadora estadounidense, los frutos de la II guerra mundial y cierto nihilismo, que tuvo cabida en el noir. Más que un sólido argumento, lo que vale la pena de esta película es su ambientación, principalmente el clímax, con cierto aire onírico, que recuerda a ciertas secuencias de Sunset de Murnau, y todo un hito al amor fou y fatum, con sombras, niebla y claroscuro. Aunque de las pelìculas fue la que menos me gustó, es indudable su valor para el cine moderno, para la forma y estilo de la nouvelle vague - sólo vale la pena recordar la secuencia del robo fallido y ver Breathless de Godard-, y hasta para el cine de suspenso, en esa secuencia inicial, donde la lluvia, y un niño obsesionado, logran concentrar todo ese dramatismo, gracias al trabajo de Rusell Harlan (Foto) y Harry Gerstad (Montaje). Un gran obra, pero con ciertos bajonazos en su ritmo coherencia.
Laura (1944)