23 mar 2023

Especial Buster Keaton


Para este espacial seleccionamos libremente tres películas de Buster Keaton, en las que ni temática o temporalmente tienen alguna continuidad, aún así, podríamos describir que cada una perteneció a las diversas etapas del actor/director; a continuación unas breves reseñas y análisis de las mismas:

Spite Marriage / Marido por despecho (1929)



Última película muda de Keaton junto a Edward Sedgwick con una MGM que le solicitaba cambios fundamentales al comediante; aún así podemos ver que aún éste, se desenvuelve con naturalidad y libertad en esta historia romántica, en la que Elmer, un trabajador de una tintorería está enamorado de la actriz teatral más popular, que por cuestiones del destino  - y venganza- se termina casando con el personaje encarnado por Keaton;  los enredos no se harán esperar, y Elmer de hombre enamorado pasará a ser buscado por la policía, y fugado en un barco en el que nuevamente se encontrará con la ahora desdichada actriz. 

Con un humor más recatado - o controlado-, y las primeras pruebas de sonido en la obra de Keaton, principalmente ruidos, aplausos y onomatopeyas, se va desarrollando este inocente relato, que tiene grandes momentos de humor, principalmente cuando Keaton reemplaza a uno de los actores de reparto de la obra, la persecución final junto al  gran trabajo de cámara y los acrobáticos movimientos de Keaton.



No es la mejor película de Keaton, y ya se empiezan a ver los debacles de la figura del comediante, aún así, hay grandes secuencias y un sólido ejercicio actoral; aunque no se ha disipado la figura icónica de Keaton, también asumimos en este trabajo algo más genérico, tanto en el humor como en el mismo personaje que interpreta, eso sí, técnicamente es una obra sólida y bien desarrollada, pero sin el impacto y anarquismo de sus anteriores largometrajes. 

Nuestra hospitalidad (1923)




En el mejor momento de Keaton, donde las libertades creativas como económicas, iban de la mano; en este caso, una especie de western de odios familiares irreconciliables y generacionales, que por cuestiones del destino y una extraña locomotora, se conozcan dos miembros de estas familias, y se enamoren. Keaton y John Blystone, su codirector, desarrollan un trabajo donde drama y comedia se complementan, al igual que las acrobacias, los enredos y el perdón familiar. 

Aunque la premisa del odio entre familias es un común denominador en el cine desde sus inicios, Keaton la convierte en un elocuente ejercicio de humor, disparates y épico final feliz - el rescate y las armas que llevaba consigo -, que además, no escapa a cierta sensibilidad dramática pero ajeno a un mensaje moral específico, sino al puro acto cinético, donde desplazarse, huir o rescatar a la mujer en apuros es la esencia de la narración. 



Con un gran trabajo de fotografía, y la precisión escénica de Keaton, en la que cada secuencia y acto, además de hacernos reír nos evidencia la capacidad física del actor y su cuidado manejo del ritmo y la forma; igualmente, cabe reseñar la "lección histórica" de ésta,  ubicándonos en la naciente New York, donde la máquina como el hombre, más que en conflicto, empiezan a encontrar su punto de convergencia, como los caminos que se están construyendo, y por el que se desplazará en un convoy ferroviario - para mí, esa extraña locomotora- y encontrará su destino junto a la bella Natalie Talmadge - su pareja en la vida real-. Igual cabe resaltar el paradójico título, que hace referencia a: "mientras esté en mi casa no será asesinado", y por ende Keaton, evitará a toda costa salir de la casa de sus enemigos, generando los gags y absurdas acciones.     


Con dos secuencias icónicas, como el rescate de las cataratas al personaje de Talmadge, el absurdo viaje en la locomotora, y algo que nos parece importante en este blog, como la aparición del antecedente de la bicicleta - una draisina- tan peligrosa y efectiva, para la destreza física y cómica de Keaton. 

Mini crítica

Todo un divertimento esta obra de Keaton, efectiva en todos los sentidos, en la que, las libertades creativas del actor/director no sólo eran evidentes, porque  entre la improvisación y el cuidado, vemos como una mujer es rescatada del río, sostenida sólo por una soga y la aparente fragilidad de Keaton, un tren es a la vez objeto de risas y amor, y las armas, aunque mortales, también genera risa, como sucede con el final, que perfectamente cabría en una película de Tarantino o humor negro, otra de esas películas para repetir de Keaton y su equipo.  


The Railrodder (1965)



Entre el homenaje y la experimentación este cortometraje de Gerald Potterton (Heavy Metal) es un recorrido físico, y podríamos decir que mental, de un Keaton ya mayor,  que manteniendo sus destrezas, logra atravesar el Oceano Pacífico en un trail ferroviario, para dirigirse a una Canadá idealizada. 

El épico viaje, tan propio de Keaton en lo maquinal y ferroviario, se convierte en una oda a la movilidad, al desplazamiento, en el que los trucos y los gags, están disfrazados de color y d e unas cuantas arrugas en el rostro inamovible del comediante.

Trabajo interesante, y honorífico, que se puede entender como el ocaso mismo de una figura, pero nunca mejor representado que por su propia figura.     

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