1 jun 2022

Especial: cine dentro del cine

 





El concepto del "cine dentro del cine", casi que lo podemos definir  desde el momento en el que éste se empieza a entender como lenguaje, sin negar que desde sus inicios lo autoreferencial ha estado presente en obras como The Big Swallow (1899) o con el mismo Buster Keaton y su Sherlock Holmes de 1924 (Navarrete, 2012), es decir, que  como otras disciplinas artísticas, se ha valido de sus propias herramientas y formas para parodiarse, criticarse o simple y sencillamente, homenajearse, porque como reconoce Navarrete en el mismo texto, toda película es una citación, pero en este caso desde el discurso social.  Con lo cual podemos entender que toda película o obra de creación narrativa es una intertextualidad, es decir que toma referentes de su propio lenguaje o sustrato, en este caso las imágenes en movimiento; sin embargo para este autor como para otros, lo que se refiere a cine dentro del cine o metacine  está en el orden de mostrar el proceso creativo de este oficio: el cómo se crea una película, o la película como background de la historia o el acercamiento al proceso de creación de ésta; ideas que podemos ver o que se sustentan en la siguientes películas:
 

La noche americana (1973)




Una de las películas más reconocidas del francés Francois Truffaut, y obra icónica del "cine dentro del cine" no sólo por su claro homenaje a la creación cinematográfica sino al oficio mismo de director y todo lo que conlleva este; eso sí el guión escrito a varias manos, puede pecar en su inocencia y hasta en su humor socarrón, aunque se entiende que esa era la idea principal del francés y sus colaboradores, para reflexionar sobre el cine, los actores, sus dilemas y conflictos, pero enmarcados, en ese aire tan sublime como etéreo, que es hacer una película. Cabe destacar dentro de la misma, el gran trabajo de montaje, y cómo se mezclan dicho mundos; en cierto modo, entrar en esa dinámica de la realidad /ficción en la que viven los mismos personajes, encarnados por el frívolo Jean Pierre Leaud, la bella Jacqueline Bisset, y ese espejo extraño que es el propio Truffaut emulando a un director de cine, como papel principal. 

Todo el proceso de filmación de la película, se vuelve el espacio narrativo para los chismes, desmanes y exageraciones de un personal técnico como artístico, que vive al mismo ritmo de esos 24 cuadros por segundo, porque definitivamente los que intenta Truffaut, además de homenajear al cine es acercarnos a esa visión mágica pero extravagante, en la que un sonido se vuelve todo un canto épico, un pedazo de madera es el punto de partida para un bello paisaje, y todos esos trucos, que, como la Noche Americana, nos narra, la bella falsedad del cine. 


Inserts (1975)


Los insertos en el cine, son esos planos de apoyo que se intercalan  durante el montaje, como le cuenta el protagonista de esta película  a su nueva musa; en este caso un director de cine pornográfico de los años 30, en pleno cambio del silente al sonoro. Con un aire teatral  John Byrum, el director de esta película, nos presenta a un director prodigio (Richard Dreyfuss) que ha caído no sólo en desgracia sino en decadencia, debido a su alcoholismo, impotencia y al mismo estado de zozobra que se vivía en el Hollywood de los años 30, gracias a los talkies y a la censura .  Cargada de cierto absurdo y  erotismo; Inserts es la historia de ese otro cine, pero a la vez todo lo que escondía Hollywood, sus productores, y su frágil mundo. De la película cabe destacar el papel de Dreyfuss, su trabajo sonoro y movimientos de cámara, y uno que otro pasaje, que recuerda ese lado b, de la fábrica de sueños.   


Mank (2020)


El Ciudadano Kane, está considerada como una de las mejores películas, y una que se despegó del clasismo hollywoodense, gracias a sus innovaciones fotográficas, estilizado montaje y música, y evidentemente, por la estructura de su guion, que entre el modernismo de la forma y la crítica al poder, se firmaba uno de los más sólidos y para el momento, enrevesado juego narrativo, en el que el nombre de Orson Welles, no sólo sobresalía sino se hacía aún más grande su leyenda; sin embargo, si algo nos ha retratado el cine dentro del cine, es que éste, está repleto de figuras oscurecidas, olvidadas o borradas por el éxito de otros o de sus propias personalidades, como lo pudimos ver en la última película de David Fincher, que recoge una idea y guion de su padre, en la que se resalta a Herman Mankiewitz, el otro guionista de Kane, pero que para varios autores, no sólo fue el verdadero motor de esta obra sino su sello de calidad. Porque Mank, es la historia del proceso de creación de dicho guión, donde vemos reflejada la personalidad de este intelectual, alcohólico, pormenorizado por la industria y un hombre tan complejo como rico en su personalidad, que además está perfectamente encarnado por Gary Oldman, quien no sólo recoge lo mejor de este escritor sino que logra imbuirse en esos papeles, complejos y difusos entre lo sublime y lo patético, como finalmente le veían a Mankiewitz.

Cabe destacar de esta obra el gran trabajo de montaje de Kirk Baxter, que emula, en cierta forma, a lo que propuso Robert Wise en su momento con Kane, una suerte de flashbacks, para explicar el momento de creación y la figura de Mankiewitz; sumado a  ese interesante recurso textual - temporal, del int. tal, escena. tal, para separar los capítulos y momentos. Igualmente, el trabajo fotográfico en blanco y negro, mezcla de lo clásico y lo noir, casi como un ejercicio didáctico, reforzada por la música de Trent Reznor (NIN), que hace tan agobiante como apacible la atmosfera, que respira Mank, y sus cercanos.

Con grandes secundarios de lujo, una sólida historia, y una epopeya de perdedores que luchaban por su última oportunidad, Mank no sólo es una gran película, sino una de esas, que pueden entrar en esos estudios frente a la obra de Welles, de Kane, los medios, lo biográfico, o como hacemos en este caso, lo metacinematográfico.        

The Last Movie (1971)



Denis Hopper, fue considerado en los años 70 como niño prodigio del cine, no tanto por su talento, sino por haber creado una obra de culto como Easy Rider, donde los excesos y la independencia -cinematográfica y creativa - dieron sus frutos, por tal razón la Universal, le dio libertad - y presupuesto- a  Hopper  de crear una película tan inclasificable como libre, y como resultado, apareció una obra tan inclasificable, libre, riesgosa, mal entendida y ante todo, un peso, que llevó al actor, fotógrafo y cineasta estadounidense a un retiro prematuro, que casi le cuesta su carrera; porque The Last Movie, es casi una obra experimental, metaficcional, donde un vaquero - doble de riergo- en medio de las montañas del Perú, ve como el cine se convierte en la realidad de los nativos, y en su propio fracaso como conquistador hippie, con una narrativa confusa, al igual que su montaje mezclando realidad(es) y ficción, que no escapaban demasiado a las lógicas de Hopper y su grupo de amigos, en los que las drogas, el alcohol y la juerga, estaban a la par de los guiones, las luces, cámaras y excesivas actuaciones. The Last Movie, es un juego interesante qué cuestiona al mismo cine, pero que también se vuelve intrascendente, en su propia confusión; porque esta obra, mezcla escenas tan bellas y sublimes, como erráticas y sin sentido, excesivas como contemplativas; y todo eso es la película, que es todo y nada a la vez, como un wéstern  en medio de las ruinas incaicas, donde se grababa una película tan violenta, que el propio Hopper se volvió víctima de su delirio.  Todo un ejercicio de lo superlativo en el cine, en el que el montaje destaca no por sus calidad, sino por las posibilidades de éste, en el que en algunos momentos - consciente o inconscientemente- crea grandes pasajes y narrativas paralelas, entre películas, porque The Last Picture, como anotaba Pauline Kael - la crítica estadounidense-, eran varias películas (eso sí, no como algo positivo).


Referencias

https://luisnavarrete.com/ieac/apuntes/intertextualidad.pdf


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