22 nov 2021

El lugar como un espacio mental, en el Nuevo Cine Argentino





Introducción

Aunque definir al Nuevo Cine Argentino no es del todo fácil, porque han existido "varios nuevos cines", la que mejor asimila esta idea es la cineasta Albertina Carri, indicándonos que éste está directamente relacionado con el fin de la dictadura y las escuelas de cine (Atehortúa, 2020), en términos de formación y producción alterna, en las que se mezclan las etapas, es como afirman Llinas y Campero, un  cine ajeno a la industria, en las que se pueden establecer otras formas de financiación o producción (Verardi), dentro del mismo texto, se aclara que sí bien no es un movimiento homogéneo, va a compartir ciertas particularidades, no sólo estéticas, narrativas y formales si no propias de las complejidades y realidades de la Argentina posterior a 1995, en las qué política y económicamente, se hizo eco en su cine. 

Notas de producción

Esta pequeña muestra nació del azar, sin ser ajena a la improvisación, principalmente en los nombres y estilos; sin embargo, detrás de esto, estuvo el sustento de un libro como los Los cines por venir de Jerónimo Atehortúa, en el que conocí tanto el trabajo de diversos directores, incluyendo a Albertina Carri como de Lucrecia Martel, quienes protagonizan este texto junto a Lisandro Alonso; esto llevó a una búsqueda y selección de películas, en las que se compiló no sólo los nombres de un par de cineastas argentinos, sino a unos que coincidencialmente pertenecen a ese término del Nuevo Cine Argentino, en el que comparten otras formas de producción y estilo, pero que en términos generales son tan distintos como heterogéneos en sus formas; sin embargo, fruto del azar, estas tres obras, tan distantes en tiempo, estilo, narrativa, van a tener en común, al lugar, al espacio geográfico como metáfora de la psique de los personajes, sus sentimientos y formas de vivir. Nuevamente vale la pena agradecer a Orishas Cine Art por las películas, por que ni por azar habría salido un ciclo tan conciso como éste.


La Ciénaga (2001)

Con esta película no sólo se dio a conocer la cineasta Lucrecia Martel, sino una renovación estética y narrativa en el cine argentino; pero La Ciénaga, va mucho más allá de esto, es una obra en constante dialéctica, que entra en contraste no sólo en lo sonoro - visual sino en su propia esencia estilística, porque este trabajo de Martel, es incómoda y con cierta latencia sobrenatural, en la que como en ese cuento corto de García Marquez, algo malo va  a pasar en este pueblo, en este caso la parte provincial del noroeste argentino, en la que una familia nos muestra no sólo su decadencia económica sino moral; en cierta forma, la ciénaga son dos espacios, el pueblo que habitan, así como el agua estancada que otrora fuera una piscina, que representa, los secretos, deseos y desaprensión de esta familia, de por sí, este es un elemento cíclico, porque inicia con la familia rural bebiendo bajo el bochorno provincial y finaliza en ese mismo espacio, con las hijas de esta familia, con el mismo tono desencantado con el que inicia  la obra.  Martel, escribe un guión, que tiene un poco de sus propias experiencias, nos retrata una Salta (lugar en el que nació) como un sitio conflictuado en su propia naturaleza, en el que dos familias, una citadina de clase media y una rural con una alta economía, comparten además de la sangre, un obsesivo sopor, no sólo por el verano sino de sus propias vidas, sus vicisitudes, y ese aire a tragedia, que no se respira, sino que se escucha; porque hay que reconocerle a Martel y su equipo de diseño sonoro, no sólo un gran trabajo sino una atmosfera, que choca en su naturalismo y su aparente misterio, es decir, rompe con cualquier tipo de género cinematográfico al entrar en contraste o contrapunto sonoro, que siempre se le ha reconocido a la cineasta argentina.



Aunque no se logre apreciar del todo la fotografía de Hugo Colace, esta tampoco escapa  a esa confrontación entre naturalismo y eso que se esconde detrás del aparente letargo de La  Ciénaga, que puede ser la tragedia, ese monstruo invisible, que parece estar en cada uno de los personajes de esta película; porque esta es una obra, que tiene tanto de tétrico como de bucólico, en el que, no sólo vemos reflejada a la Argentina, poscrisis sino esas provincias, que para muchos son tan exóticas como comunes para quienes las habitan, eso que decía Tarkovki, que lo inverosímil está emparentado con lo autóctono.

Zoom in: Opera Prima de Martel, reconocida en diversos festivales y presentada en el Festival de Berlín.


Jauja (2014)

La Jauja, para algunos, es el paraíso, un lugar mitológico, como lo señala Lisandro Alonso en los crédito iniciales de esta película con ecos fordianos en la pampa argentina; una obra que más que contar nos expresa una idea, el recorrido de un héroe perdido, no sólo en el agreste paisaje de la pampa sino en sus propias inseguridades paternales; una abstracción entre el hombre y la naturaleza, en la que siempre será devorada el primero por la grandilocuencia de un paisaje, que muchas veces es el reflejo de la propia naturaleza humana; Alonso y Fabián Casas, escriben un guión que perfectamente podría estar en el mundo de Alicia en el país de la maravillas, con visos de un western atípico y la soledad de héroe encarnado en la figura de un Vigo Mortenssen, no en estado de gracia sino de total desventura. 


Lo liminal, o esa idea de la frontera o el límite, también es algo que podemos percibir en esta obra, pero es un límite que está más allá de lo geográfico, es también histórico, colonial y de la misma frontera de la realidad, como nos vamos a dar cuenta, en el clímax de la obra, en el que nos preguntamos, si los perros sueñan con vaqueros o las ficciones son los sueños de otros; esa libertad o anarquismo narrativo, también se va a reflejar en lo visual, no por caótico sino por su formato, un 4:3 casi como postal de instagram, pero con la calidad y talento  de un Timo Salminen, director de fotografía habitual de Aki Kaurismaki, y quien le logra imprimir aún más frialdad y artificiosidad a la pampa argentina. (Aunque en video no se logra apreciar del todo)


  

Una de esas películas difíciles de describir y de asimilar, pero que a la final sobresale en sus virtudes, casi de tipo Tableau Vivant, de planos abiertos y largas secuencias, en la que, la aridez del paisaje es en sí mismo, los reflejos humanos.

Zoom in:  Presentada en diversos festivales, ganadora de Un Certain Regard en Cannes.

Mortensen, además de actuar, produjo y compuso algunas piezas musicales.


La Rabia (2008)

Cuando un animal muerde a un humano le puede transmitir rabia, algo muy parecido sucede cuando llegamos a perder el control; pero es innegable que la rabia es algo tan ferozmente humano como la venganza y la animadversión; Albertina Carri en su tercer largometraje nos acerca a esta idea, no sólo como un sentimiento sino como un espacio físico en medio de la ruralidad de la pampa argentina. Escrita como un drama rural, en el que la incomodidad y la animalidad están presentes en diversas formas, tanto en estas familias que se enfrentan por su propia naturaleza como por la infidelidad.

Lo que se nos presenta como una rencilla  personal entre dos hombre tan brutales como el espacio que habitan, se va convirtiendo lentamente  en una tragedia, en una venganza, en esa pulsación de rabia, que esconde el campo.


 

Un largometraje imbuido en una cruel belleza, la de los paisajes de la pampa argentina, que esconde esa turbia realidad no sólo de estas familias enfrentadas sino de la realidad misma de este pueblo, La Rabia, como reconoce la misma Carri, en su experiencia personal.

Cabe destacar el trabajo de animación que se confronta con todo el ambiente naturalista de la película, los dibujos, catarsis de la niña muda, es también una forma de romper con el formato y estética de la obra, en cierta  medida, salirse de ese drama rural, para llenar de misterio e ir trazando ese camino trágico, el fatum, que simple y sencillamente, cada personaje se estaba labrando.     

Zoom in: presentada en diversos festivales 


En conclusión

Resulta interesante que por azar se acomoden estas tres obras no sólo al concepto del Nuevo Cine Latinoamericano, sino a la incomodad, la libertad y principalmente, a ese componente del espacio físico como un estado mental; de las tres películas me quedo definitivamente con la Ciénaga de Martel, cineasta que no precisamente admiro, pero que con esta obra, habla mejor de sus propias ideas; de Jauja, tan extraña como compleja, lo más interesante viene a ser su aire de fantasía naturalista, y con Carri, aunque La rabia me gustó bastante,  principalmente las animaciones pero la falta de concesiones de la argentina, pesa sobre ciertos niveles narrativos. De todas formas, vale la pena establecer, que para Latinoamérica, cinematográficamente hablando, el paisaje, el lugar, esconde mucho más de lo que vemos, y eso siempre será una gran apuesta en este cine.  


Referencias

Verardi, Malena. Nuevo cine argentino (1998-2008): formas de una época

Atehortúa, Jerónimo. Los cines por venir (2020)


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