17 mar 2020

Mandy: Venganza en neón

"Sobre él verteré todos los demonios de la oscuridad exterior miren asombrados y reconozcan que la especialidad del hombre es la venganza"
                                                                                                 Patrick Rothfuss
Los años setentas y ochentas, fue un caldo de cultivo para lo que hoy (mal) llamamos cine de culto o el punto culmen de lo genérico en el cine, es decir, la extravagancia y violencia del slasher, la ficción postapocalitica, el cine de venganza, satanismo y desquiciados cultos, en el que el amor como la violencia narran desde las entrañas, o por lo menos, es lo que percibimos con la última película del arriesgado y particular  Panos Cosmatos, director, que para quien escribe en este blog, fue no sólo un gran descubrimiento sino un punto de referencia en lo que Sitges determina como Midnight movies  o popularmente un desenfreno cinematográfico, en el que lo visual prima sobre ciertas características del cine convencional; pero Mandy es más que eso, no porque sea una película perfecta o redonda, sino porque Cosmatos transpone el rock duro o hasta los primeros pasajes del "black metal" en imágenes en movimiento, porque Mandy es eso, el videoclip de heavy metal más largo, violento y excéntrico, en el que los sentimientos son puestos a prueba, no sólo en la figura de Nicolas Cage si no de toda la ambientación, en el que los años 80, es no sólo otro personaje sino todo un universo, en el que las imágenes o ilustraciones de Frank Frazzeta, motociclistas de ultratumba, fantasía gótica o brujería tienen cabida.

Del señor Panos Cosmatos, ya habíamos escrito sobre su muy interesante y darioargentiana  Beyond the Black Rainbow, cineasta que ha encontrado en el cine genérico, la Serie B, lo onírico, el "barroquismo" fotográfico y el hipercontraste, una huella y estilo visual, que gracias a un banda sonora excesiva y delirantes historias, si ha ido ganando un lugar en el cine alternativo.


El guión firmado por Cosmatos y Aaron Stewart -Ahn, es una espiral de violencia, ambientada en los años 80, en la que: amor, muerte y venganza se unen a los destinos de Red Miller (Nicolas Cage) y Mandy Bloom (Andrea Riseborough), un leñador y una artista gráfica, pareja que vive aislada en su cabaña en lo profundo del bosque; pero la vida de esta pareja cambiará, cuando el líder de un extremo grupo religioso y ex-músico de rock, se obsesioné con Mandy; la muerte, la venganza y la violencia volverá a la vida de Miller, el cual descenderá a los infiernos, en donde sádicos motociclistas, drogas, cultos hippies religiosos y frustrados músicos, enfrentará.  El guión, que no es ajeno a ese cine ochentero de fantasía hipermasculina, es también un homenaje a obras como Heavy Metal de Potterton (1981), a las ilustraciones de Frank Frazzeta (al estilo de Conan y Mad Max), al slasher, que transita entre lo italiano y la Matanza de Texas, y muchos otras referencias, encapsuladas en tonos neón, sintetizadores y estilizada violencia, en la que el señor Cosmatos, no sólo destaca sino que se apresura a cambiar las reglas y convenciones. 

Mandy, que se puede entender como un tour de force, divida entre la pausa de la fantasía, y el amor de los protagonistas, y la otra parte, el desenfreno de violencia vengativa de Red Miller,es también una declaración, muy particular de Cosmatos por sus gustos e influencias, incluyendo la obra de su padre (es innegable las referencias al Night Slasher de Cobra, y al mismo protagonista (1986)).


Aunque para Benjamin Loeb, es uno de sus primeros largometrajes como director de fotografía, el trabajo que realiza para Mandy es impecable, entendiéndolo desde el riesgo y experimentación visual concebida en esta obra de altos contrastes, estilo propio del fantaterror, brillos y colores neón, que van acorde a esta historia superlativa de venganza y caos, en el mejor sentido de la palabra. Loeb, no le apunta a una fotografía naturalista, ni siquiera realista, por el contrario, el monocromatismo - sobre todo en la parte final -, el hipercontraste, los pasaje ensoñadores, la supersaturación, las luces duras y demás; es decir, todos los artilugios cinematográficos están dispuesto para la obra, y la verdad, es que todo funciona en su descontrol.  

Pero todos estos elementos visuales, resaltan mucho más con la composición musical del tristemente desaparecido Johan Johansson, quien creó una pieza tan oscura, frenética y a la vez sentida como lo es la música de Mandy, mezcla de sintetizadores, ruido, sonidos electrónicos y un muy sentido misticismo, que va desde las sensaciones de amor hasta la venganza en tono Black Metal.

Si algo tenían las películas de los años 80´s era su gran trabajo de montaje, no sólo desde el componente técnico sino conceptual, y en este caso Brett Bachman y Paul Painter, realizan un gran trabajo, no sólo desde la estructura de la obra, sino en diversas secuencias, tanto en las más pausadas como en su desenfrenado final, cabe destacar las secuencias de los "moteros infernales", el clímax de venganza o las oníricas caminatas de Mandy por el bosque; un trabajo de montaje/edición que funciona en su paroxismo estilístico.


Pero la palabra paroxismo se puede quedar corta con la interpretación de Nicolas Cage, quien, sí bien sólo aparece la mitad de la película, se lleva todo el peso actoral, en su nihilista papel de héroe en busca de venganza por su amada asesinada, y aunque ésto puede sonar repetido, lo que lo hace tan intenso es que Cage pasa por todos los estado de ánimo, y su hieratismo, lo que guarda es un profundo y total odio a los demás; sólo hay que ver ese genial plano secuencia  del baño, en el que Miller literalmente pasa de la tristeza a convertirse en un berseker, en un ente lleno de venganza y vodka, o en la parte final, en la que lleno de drogas, furia, sangre y locura, vuelve a "ver" a su amada.  

Por otra parte, el papel de Andrea Riseborough, es todo lo contrario a Cage, su fragilidad, sus silencios y ensimismamiento, es la que le da forma a ese mundo en el que Mandy y Miller, pueden convivir. El trabajo de Riseborough también funciona, tanto por su actuación como por su presencia,  que la aleja de los cánones del cine violento y en general del cine convencional.

Igualmente cabe destacar una serie de personajes, que sí bien, no brillan por sus actuaciones o mejor, porque sus papeles son muy breves, de todas formas son vitales ara el desarrollo de la historia, como lo termina siendo Linus Roache, el extravagante y superlativo mesías mansoniano, que le da la talla a Cage, o las presencias de Bill Duke (Pedator)  o Richard Brake (31), que en sus cortos papeles son fundamentales para la venganza de Miller.   


Aunque para mí, es más interesante Beyond the Black Rainbow; es innegable que Mandy, es mucho más arriesgada, violenta y sólida en su estructura, la ambientación que crean Cosmatos - Loeb - Johansson - Pouille, es realmente impactante y demoledora en su tramo final, pero llena de artilugios cinematográficos muy bien solventados, las animaciones serie B, la fotografía al estilo Winding Refn, la estridencia musical y visual, y un portentoso fkuir de sentimientos, en los que llanto, lágrimas y miedo se reflejan en los personajes principales; en resumidas cuentas, todo un producto ochentero envuelto en el papel de la posmodernidad y los apoyos digitales.  En resumen, una película para volver a repetir, y un cineasta que cada vez se va haciendo uno de los favoritos de este blog.

Zoom in: Estrenada en Sundance, y bien recibida por la crítica; mejor director en Sitges y otros festivales.

Montaje Paralelo: Only God Forgives (2012) - Cine años 80 - Venganza 




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