15 jul 2018

The Killing of a sacred deer: Sacrificios familiares

"Del latín sacrificĭum, un sacrificio humano es la ofrenda de un ser humano a una deidad en señal de homenaje o expiación. En sentido amplio, es toda muerte ritual de una o muchas personas a manos de un tercero o de una institución."

Aunque es la segunda película que vemos del cineasta griego Yorgos Lanthimos, podemos entender que éste ha logrado crear su propio universo, uno donde la alienación, el absurdo, el automatismo (actoral) y la extrañeza (ambiental) son los fundamentos para una obra de un "singular naturalismo" que denuncia cripticamente a las sociedades actuales, la familia, el deseo y las mismas actitudes del hombre contemporáneo, porque Lanthimos más que original en sus planteamientos, lo es, en la forma que construye la narración, los ambientes de la misma, y en el desarrollo de los personajes como sus mismas causas, que cercanas al teatro del absurdo, lo abrupto y contradictorio es lo natural, como lo observamos en su último largometraje The Killing of a Sacred Deer, paradoja sobre el bien común, el amor paternal y sus sacrificios; porque finalmente, además del absurdo/sobrenatural/enfermedad que se va apoderando de la pantalla, esta es una obra que parte de la premisa a cuál de mis hijos quiero más y una especie de sacrificio bíblico. Lanthimos que parece partir de lo más básico para crear sus largometrajes, es en ese transito de la creación, donde mezcla sus obsesiones, conjeturas y representaciones disfrazadas de humor negro, autómatas actuaciones y un delicado, cruel y sinsentido acercamiento a la humanidad. Este director teatral y cineasta, graduado de la Escuela de Cine de Atenas, no sólo está considerado como uno de los más importantes, de la llamada Nueva Ola Griega sino el que mejor se ha acomodado a los "estándares internacionales" -festivales y público-, sin perder su estilo y forma.    


Con guión de Lanthimos y Efthymis Filippou, colaborador habitual del director griego, y un reconocido novelista y periodista; que han encontrado en la alienación, el absurdo y cierta oscura ironía frente al comportamiento humano puntos de referencia para crear sus historias donde el hombre del común se ve envuelto en los más oscuros conflictos, venidos de su necesidad de seguridad, apoyo o de sus más comunes hábitos, que a medida que transcurre la obra, se van haciendo más obsesivos, decadentes y de un universo propio, donde lo sobrenatural, el absurdo o la demencia parecen hacer parte normal de éste. 

La película inicia con un falso conflicto o por lo menos, se intuye una doble lectura en la amistad entre un eminente cirujano Steven (Collin Farrell) y Martin (Barry Kheogan), un adolescente huérfano de padre, que se va inmiscuyendo en la vida del cirujano, su familia, creencias y tranquilidad. La familia del hombre, compuesta por su esposa, una exitosa oftalmóloga (Nicole Kidman) y dos niños, se va perturbando por una misteriosa enfermedad que los acecha, como si de una maldición se tratara, detrás de todo ésto parece estar la figura de Martin, o lo que es aún peor, un oscuro secreto que Steven y el adolescente tienen en común; pero la enfermedad como la plaga bíblica, sólo será calmada con el sacrificio de uno de los familiares de Steven. El giro de la narración entre siniestro y absurdo, como en las anteriores obras de Lanthimos, será un tour de force entre la lógica (se rompe el aparente naturalismo del trabajo), lo impasible (de los personajes) y el decadente planteamiento, donde el hombre debe sacrificar por sus errores, como si de un apocalipsis personal se tratara. 



Pero si la narración de la obra se va haciendo más extraña, no sólo es debido al guión sino al trabajo fotográfico de Thimios Bakatakis, otro que ha hecho equipo con Lanthimos, logrando crear a través de su lente un "mundo" que en su aparente naturalismo, la pesadilla es lo común, y el "alargamiento" de los espacios dan cabida a esa sensación de soledad y agobio, que en alguna entrevista se dice que emularon los espacios del The Shining de Kubrick, pero el triunfo del fotógrafo está en no en caer en los vicios de los lugares comunes del claroscuro o las tinieblas del terror sino que la luz y colores neutros logran el mismo efecto. Obviamente el manejo de cámara, los reflejos y los planos amplios hacen más evidente esa sensación de estar entrando en un universo donde todo es posible, principalmente el mal y la tragedia. Para destacar las secuencias del hospital - ver la primera imagen anterior al texto-, muchas de las toma nocturnas tanto exteriores como interiores, como los reflejos en vidrios, que también son una barrera de comunicación.   

Si bien la música es una mezcla de autores, que van de lo clásico a lo más contemporáneo, la selección no sólo marca ese tono agobiante sino que traduce las sensaciones de la obra, sin embargo el Hecatone de Johnnie Burn y el De Profundis de Janne Ratya, son las que mejor se apropian de ese ambiente tan extraño y decadente que se retumbando en "pantalla"


En la obra de Lanthimos las actuaciones pueden tener una doble lectura, la primera es que el director griego utiliza a sus actores como "modelos" que sintetizan ese mundo desconectado y absurdo, donde la enfermedad es la respuesta a una injusticia, pero también, son interpretaciones cargadas de una contención que delimitan la "credibilidad" o diégesis  de la obra, sin embargo a pesar de la frivolidad de los personajes,  tanto el papel de Farrell como el de Nicole Kidman, funcionan, y destacan en ciertos pasajes, principalmente al final de la misma, donde la tragedia se ha convertido en sacrificio; pero en definitiva el que mejor se acopla a dicho universo es Barry Kheogan, que más que hacerlo bien, es el mejor moldeado por Lanthimos, donde se va a reflejar toda la perturbación y enajenación de la sociedad actual, la familia, los miedos a perder un hijo y al mismo desentendimiento de la lógica contemporánea.

Un trabajo que sí bien supera a Canudo (Dogtooth) en técnica y estilo aún sigue en ese surreal, extraño y complejo universo creado por Lanthimos, donde sin romper el naturalismo, nos adentramos en las pesadillas modernas, que no siempre se traducen en grandes catástrofes sino en los infiernos personales. De nuevo, un más que recomendable trabajo del director griego, que cada vez se confirma como uno de lo más originales creadores de estos últimos años.

Zoom in: Mejor Guión en Cannes (ex aqueo), premio de la crítica en Sitges, entre otras nominaciones principalmente a película, guión o director.

Montaje Paralelo:  Funny Games (1997) 


      


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