31 oct 2017

Evento La Movida: La semilla del silencio


                          "Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá."
                                                                                                                       Horacio


En el marco del evento universitario La Movida de la Universitaria Agustiniana, institución en la que laboro, se tuvo la oportunidad de ver esta ópera prima del director girardoteño Felipe Cano que estudió Cine -Digital- en España, que al regresar al país, incursionó en la televisión, asistiendo varias series y finalmente dos trabajos relevantes para la telvisión colombiana como lo fueron El laberinto de Alicia y Leidy, La vendedora de Rosas, dos series/telenovelas de gran éxito, abriéndole camino para su primer largometraje La Semilla del Silencio; aunque en este caso la obra estaba destinada para el evento por sus connotaciones sonoras, también fue importante asumir que la película o la distribución de la misma, era o por vía plataforma web, streaming o las nuevas alternativas de visualización, que también es un planteamiento importante para el cine colombiano y mundial.   


Con guión de Camilo de la Cruz, productor del largometraje, el cual nos acerca a las investigaciones judiciales del asesinato de varios jóvenes por parte de militares colombianos en complicidad con políticos y otros entes que parecen estar corruptos or parte de la fiscal de Derechos Humanos Maria del Rosario Durán (Angie Cepeda); las amenazas, el suspenso y la conspiración van haciendo de esta mujer la víctima perfecta, sólo la ayuda del detective Jorge Salcedo (Andrés Parra), parece honesta, pero las garras de la corrupción están por todos lados, y más cerca de lo que parece.

Con tintes a Thriller y suspenso, un aire a denuncia, en medio de lo genérico del largometraje, el guión, que no es lineal, retrata eventos que han marcado la situación sociopolítica del país en un ambiente frío, lluvioso y lleno de sombras, como cualquier largometraje Noir, y lo hace con la sutileza del género, que facilita generar un discurso de no olvido, de memoria sobre la corrupción pero con las marcas del cine de suspenso.


El trabajo fotográfico del cubano Alejandro Moreno, funciona bastante bien, tanto en técnica como en estilo, no sólo por acercarse al suspenso sino por utilizar esas identidades fotográficas de Bogotá, los neones de la calle, la lluvia, los espacios angostos, que hacen aún más asfixiante el ambiente de la obra; también cabe destacar el trabajo musical de Daniel Velasco, que estuvo presente durante la muestra y charlando sobre cómo se hizo la música de esta producción, una donde se alejaba de elementos autóctonos para acercarse a una banda sonora propia que afectará el desarrollo y la narración de la misma.

Los demás departamentos aunque correctos, se quedan un poco cortos, sin generar mayor es expectativas, eso sí, las escenas de violencia/tiroteos están muy bien elaboradas, y en pequeñas dosis, generan buenos puntos en lo narrativo y como género, por ende, el montaje de Gerson Aguilar, funciona tanto en forma como estilo. Una obra, que sin caer en la estridencia del montaje hiperdinámico tampoco le apunta a la pausa o el riesgo, pero en sus parámetros del género encaja perfectamente y se adecua a ese tono sombrío y melancólico que por momentos recuerda a La Sangre y la Luvia de Jorge Navas (2009); en resumen, técnicamente lograda, apropiada al Thriller pero sin ese factor sorpresa que se le puede dotar a este tipo de largometrajes.



Sin embargo, lo anterior se termina reduciendo a la efectividad de las actuaciones de Angie Cepeda y Andrés Parra, este último, a mi parecer, en su mejor papel, y quien se lleva todo el peso de la historia, aunque la protagonista sea Cepeda, que en su flemática actitud e interpretación se acoge al personaje de Maria del Rosario Durán, una impasible e incorruptible fiscal de derechos humanos, que se convertirá en objetivo de la corrupción colombiana, y es, en este punto donde el papel de Parra se hace efectivo, creíble, como el apocado defensor, de un destino ya sellado.

También podemos destacar al siempre cambiante Julián Roman y a Felipe Botero, que como secundarios, no sólo funcionan, sino que son vitales para el desarrollo de la narrativa.

En conclusión, un largometraje muy bien elaborado, tanto en técnica como en narración, aunque pienso que en esta parte peca por exceso, que establece con rectitud las reglas del cine de suspenso, y que sin arriesgar demasiado, logra el cometido principal, que es contar una historia de la realidad e historia inmediata del país pero encumbrada en un género cinematográfico y alteridad narrativa/temporal, que por lo menos, como representación audiovisual es una apuesta importante y necesaria.

Zoom in: Premios Macondo y Platino a mejor actuación y del público

Montaje Paralelo:  La sangre y la Lluvia (2009) - Suspenso



  

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