“Un hombre que no dedica el tiempo suficiente a su familia no es un hombre de verdad”
En la tercera Muestra de Cine Italiano, tuvimos oportunidad de ver una de las películas más premiadas y mejor recibidas por la crítica italiana y de Europa en general; dirigida por Francesco Munzi, un director italiano que con tres largometrajes en su haber, varios cortos y documentales, se ha ido ganado un lugar en los festivales de su país, Europa y a nivel mundial; director que además de haber estudiado Ciencias Políticas, se graduó con todos los honores del Centro Sperimentale di Cinematografia. Munzi, debutó en el 2004 con Saimir, obra que además de recibir varias menciones, nominaciones y premios, ha sido el punto de evolución de un director que tiene en el realismo su base principal, al igual que el drama y las complejidades humanas como también lo pudimos ver en Anime Nere, la película que vimos en la Cinemateca Distrital y una de las recomendadas por los organizadores de la muestra y de la prensa, no sólo por sus premios sino por el tema que trata, y de la forma cómo lo hace el director italiano.
El guión tomado de la novela de Gioacchino Criaco, no sólo nos retrata a la mafia calabresa, la Ndrangueta, sino a una familia que representa ese mundo criminal y complejo que gira entorno a la violencia y las tradiciones de esta sociedad rural al sur italiano, que como los hermanos Carbone llevan viviendo del negocio del trafico de drogas; hijos de pastores convertidos en familia criminal, que deambulan entre sus ritos milenarios, autos lujosos y las estrechas calles de Calabria.
La película que es sobria desde su inicio, nos muestra a Luigi (Marco Leonardi) el carismático jefe y tío de esta famiglia, haciendo negocios con un traficante mexicano; cerrado el trato se reúne con Rocco (Peppino Pasquale) su hermano, el que mueve los negocios, y con los demás miembros de la familia, mostrándonos no sólo la relación que existe entre estos, sino sus ritos y jerarquías en ese mundo; de forma paralela conocemos a Leo (Giuseppe Fumo) sobrino de éstos, y el hijo de Luciano (Fabrizio Ferracane), el hermano mayor y alejado de esa vida de crimen, que al igual que sus tíos, no sólo desea hacer parte de ese mundo sino que su rebeldía lo ha llevado a tener problemas con las tras mafias de Calabria, es a partir de estas situaciones, de una reunión familiar y de la muerte de uno de los integrantes del clan Carbone, que veremos como la sangre y violencia, son una herencia que sólo se combate con más sangre y muerte, como parte de su honor y valor familiar. Con todo el realismo del caso, sin mayores artilugios narrativos Munzi junto a Fabrizio Rugirello y Maurizio Braucci, construyen un guión que tiene a la familia como soporte narrativo, a las complejidades de tales lazos de sangre y de todo lo que hay detrás de estas situaciones, en las que las mujeres aceptan las vidas de sus hijos, esposos o nietos, y donde la venganza y brutalidad terminan siendo parte de los códigos de familia. Igualmente, es una obra que refleja a una mafia desteñida, alejada del glamour, mucho más rural y realista, donde los ladrillos de las casa se ven, y esta contradicción en el pilar de las casas, parece reflejarse en los personajes.
Con una fotografía naturalista, fría pero no exenta de belleza Vladan Radovic, diseña un trabajo lumínico que además de ajustarse al aíre de tragedia que se vislumbra en la obra, también logra crear una tonalidad casi monocromática, reforzando mucho más el papel de los personajes, de las acciones y el ambiente sobrio y a la vez sombrío que se respira en esas antiguas calles de Calabria, que como testigos de piedra guardan los secretos y mentiras de estas familias criminales.
Si bien la música de Giuliano Taviani puede pasar un poco desapercibida, cumple con las exigencias dramáticas y ambientales de la obra, los sonidos de violín con algo de elementos electrónicos funcionan en medio de la tradición y la modernidad. Con una cuidadosa estructura dramática que se une a un sobrio montaje por parte de Cristiano Travlagiogli, que no sólo construye un relato coherente, sino que sabe utilizar bastante bien el suspenso a partir de la unión de unas cuantas secuencias cortas, como vemos en el clímax de la misma, o en los mismos planteamientos iniciales del largometraje; y todo ésto avalado por una excelente puesta en escena o ambientación por parte de Luca Servino, que quita todo elemento de glamour a la mafia, y más bien la dota de un realismo y decadencia, que la hace mucho más cercana al espectador.
Si bien la música de Giuliano Taviani puede pasar un poco desapercibida, cumple con las exigencias dramáticas y ambientales de la obra, los sonidos de violín con algo de elementos electrónicos funcionan en medio de la tradición y la modernidad. Con una cuidadosa estructura dramática que se une a un sobrio montaje por parte de Cristiano Travlagiogli, que no sólo construye un relato coherente, sino que sabe utilizar bastante bien el suspenso a partir de la unión de unas cuantas secuencias cortas, como vemos en el clímax de la misma, o en los mismos planteamientos iniciales del largometraje; y todo ésto avalado por una excelente puesta en escena o ambientación por parte de Luca Servino, que quita todo elemento de glamour a la mafia, y más bien la dota de un realismo y decadencia, que la hace mucho más cercana al espectador.
Sin embargo, van a ser las actuaciones las que se llevan todos los halagos, no sólo por el trabajo de los profesionales en este campo, sino por los locales, como el mismo Giuseppe Fumo que interpreta a Leo, y otros tantos que hacen parte de esa famiglia; porque sí algo es relevante en esta obra, es la investigación y cercanía a la realidad o verismo que se propuso el director, utilizando a gentes locales para determinados oficios y también para tener el acceso al tema de la mafias del sur italiano; aún así, los papeles más destacados son el de Fabrizio Ferracane, por su complejidad moral y obviamente el veterano Marco Leonardi que interpreta a Luigi, el líder del clan, que en cierta forma lleva en su espalda, la empatía y la dualidad de su mismo personaje de criminal carismático y amable. Porque a final de cuentas esta obra, es un tire y afloje de la mafia como familia y la familia como el punto de soporte de esta obra.
Un trabajo bastante interesante en su concepción, manejo del tema y que sin desligarse de los arquetipos y estereotipos de la mafia, tiene su propia personalidad, y en este caso, una ajena al romanticismo del mismo tema.
Zoom in: Nueve premios David Di Donatello, incluyendo mejor película y director, selección oficial en el Festival de Venecia.
Montaje Paralelo: Mafia - Goodfellas (1990) - Los Soprano
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