" La esperanza es un empréstito que se le hace a la felicidad."
Conde de Rivarol
Tercera película que veo del cineasta iraní Majid Majidi, quien imprime en sus largometrajes una realista visión de su país, con con una manifiesta religiosidad y sensibilidad donde no se deja de lado lo social, principalmente el iraní nos acerca a su idea de la búsqueda de Dios a través de sus personajes, historias y esperanza, que finalmente, es el hilo conductor de sus trabajos; si bien es cierto que el cine iraní se ha alimentado de sus propias limitaciones, Majidi ha sido un director que, por medio de anécdotas sencillas nos ha mostrado la percepción más lírica de la humanidad; además es un director que genera ambientes de un realismo tan autóctono que parecen inverosímiles, como alguna vez señaló Tarkovski.
Formado en el mundo del teatro, este cineasta nacido en Teherán, pudo incursionar en la televisión y realización cinematográfica después de la Revolución Iraní; desde su debut en la pantalla grande, ha recibido diversos premios y participado en los festivales más importantes. Majidi, es de los pocos cineastas -sino el único- de su país, que han sido nominados al Oscar y junto a sus contemporáneos Ghobadi, Panahi y Kiarostami, los más reconocidos del cine iraní de las últimas décadas.
El canto de los gorriones, es la séptima película del iraní, quien escribe junto a Mehran Kashani el guión, además de producirla (Majidi Films).
El guión nos cuenta la historia de Karim, un hombre que trabaja en una granja de avestruces, hasta que es despedido cuando una de éstas se escapa. Karim, encontrará una nueva oportunidad en Teherán pero así mismo su vida y entorno lo harán ver que lo más importante está en su familia, amigos y en lo que ha cultivado espiritualmente.
La vida de Karim (Reza Naji) es humilde pero feliz junto a sus tres hijos y esposa Narges (Maryam Akbari), su trabajo en la granja es pesado pero ya está acostumbrado a la rutina y amistades; un día de esos Karim, debe regresar a casa por que su hija mayor, que es sorda, ha perdido el audífono (prótesis) en la cisterna subterránea de agua; Karim, su hijo Hussein y los amigos del niño, le ayudarán a buscar el aparato, pero además le propondrán que si limpian este estanque, podrán criar peces, a lo que Karim responderá enérgicamente de forma negativa y aún con sarcasmo, para que no se vuelvan a acercar al pozo. El arreglo de la protesis, el despido de Karim, al desaparecer unas de las avestruces, serán los elementos que lo lleven a Teherán, ciudad abarrotada, gris y alejada de la sencillez de este hombre, pero que le darán una nueva oportunidad y la idea de aspirar a algo mejor.
El guión nos cuenta la historia de Karim, un hombre que trabaja en una granja de avestruces, hasta que es despedido cuando una de éstas se escapa. Karim, encontrará una nueva oportunidad en Teherán pero así mismo su vida y entorno lo harán ver que lo más importante está en su familia, amigos y en lo que ha cultivado espiritualmente.
La vida de Karim (Reza Naji) es humilde pero feliz junto a sus tres hijos y esposa Narges (Maryam Akbari), su trabajo en la granja es pesado pero ya está acostumbrado a la rutina y amistades; un día de esos Karim, debe regresar a casa por que su hija mayor, que es sorda, ha perdido el audífono (prótesis) en la cisterna subterránea de agua; Karim, su hijo Hussein y los amigos del niño, le ayudarán a buscar el aparato, pero además le propondrán que si limpian este estanque, podrán criar peces, a lo que Karim responderá enérgicamente de forma negativa y aún con sarcasmo, para que no se vuelvan a acercar al pozo. El arreglo de la protesis, el despido de Karim, al desaparecer unas de las avestruces, serán los elementos que lo lleven a Teherán, ciudad abarrotada, gris y alejada de la sencillez de este hombre, pero que le darán una nueva oportunidad y la idea de aspirar a algo mejor.
La sencillez narrativa de Majidi, no se aleja de los simbolismos y la búsqueda de Dios, que parece estar en el corazón de cada hombre, que finalmente es lo que propone este director que nos muestra ese contraste entre el campo y la ciudad, que fundamentalmente pone en sus imágenes, esperanza reflejada de niñez, ternura y sacrificio en el sentido más humano de la palabra encarnada por Reza Naji - actor fetiche de Majidi-, que con esta película ha tenido su mayor reconocimiento, Oso de Plata a mejor actor en el Festival de Cine de Berlín, y acentuado su figura icónica en el cine iraní como el padre, el protector que descubre en sus hijos y allegados, el mayor valor, el verdadero sentido de su fe, trabajo y esfuerzo.
Así mismo, las actuaciones de los niños son de gran importancia, no sólo en lo cinematográfico sino como referente de la visión de Majidi sobre el mundo, ya que éstos son, además de vitales en su obra, los que trazan ese camino de esperanza y lección de vida, que en el cine del iraní funciona tan bien y casi que es parte de su huella fílmica, de su estilo y reconocimiento.
En sus obras, son obvias las referencias al Neorrealismo (italiano), pero no deja de lado que la mayor influencia es su propio país, las limitaciones cinematográficas de éste, contradicciones y la pobreza, que en ciertas cinematografías -como la latinoamericana y otras en desarrollo- son el motor mismo para las historias, estéticas y estilos, que hacen particulares sus visiones y percepciones fílmicas.
Naturalismo y realismo, es como se puede describir al trabajo fotográfico de Turaj Mansuri, que sin embargo, logra crear una notable atmósfera y contraste entre el campo y la ciudad, además de generar esos destellos mágicos propios del paisaje iraní y del lirismo al que atribuye Majidi, sus obras.
Obviamente, todo ésto, complementado por la música de Hossein Alizadeh, uno de los compositores más importantes de Irán, que nos acerca no sólo a las tradiciones musicales del país sino que encaja de forma absoluta en la puesta en escena con su sonido de cítaras y demás instrumentos tradicionales que resaltan el espíritu de los personajes, paisajes y creencias; música que al igual que la fotografía, diseño y demás, le apuestan al costumbrismo, que muchas veces se acerca mucho más a lo irreal, a la magia de un pueblo.
Tal vez, la menos dramática de las películas que he visto del iraní, que retoma sus elementos habituales, en una puesta en escena sencilla pero de gran dinamismo en el montaje y narrativa, que muchas veces parten de anécdotas triviales, y Majidi, sin restarle su verosimilitud, las convierte en fábulas en donde Dios y la esperanza, son los caminos de sus personajes principales. Una excelente obra, de uno de los directores más personales del cine iraní, cine que de por sí, ya tiene como estructura, la configuración de autor, y la sencillez como vehículo narrativo.
Es notable, como ha evolucionado el trabajo del iraní, principalmente el trabajo de cámara, su ritmo tanto en escena como en la edición, y obviamente las actuaciones naturales del los niños y demás personajes, avalados por la figura de Reza Naji, quien colabora por cuarta ocasión con Majidi, generando este lazo de paternidad que infunde Naji bajo la batuta del cineasta iraní.
Como ha venido sucediendo, otra gran obra del nuevo cine iraní, y una más que recomendable película, para no perder las esperanzas....
Zoom in: Además del premio para Reza Naji como actor principal - Oso de Plata en Festival de Berlín- también tuvo un premio en los Asian Pacific Screen Award, y fue escogida para representar a Irán en los los Oscar, como mejor película extranjera.
Montaje Paralelo: Los niños del cielo (1997)
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