29 jun 2012

Du Levande





El particular estilo de Roy Andersson, está planteado en su último largometraje; una serie de personajes inconexos, galería de trivialidades, incomunicaciones y absurdos, enmarcadas en una fotografía estilizada, y de gran composición.


El cine de Andersson, con sus planos estáticos, mosaico de personajes y surreales situaciones, mezcla de absurdo y oscuro humor, es una propuesta fílmica, que apunta a otros ejes, con su propia personalidad y concepciones, alejada de los cánones narrativos, y aún de la trama aristotélica; su ya característico lenguaje audiovisual nos hace participes de la frase " la comedia de la vida", pero a través de los hechos más cotidianos que a fin de cuentas se tornan tan absurdos e irreales, muy cercanos al surrealismo y al performance (por su puesta en escena).


El patetismo, es eje central de la comedia que gira entre la risa y el llanto, y Andersson es muy preciso es jugar con estos conceptos, donde muchos personajes, en sus cotidianeidades nos muestran la cara más humana (y patética) de nosotros mismos.

Además del cuidado trabajo visual, algunas escenas son realmente hilarantes y de gran concepción técnica y estética; la escena de la joven enamorada del músico, y su idílico  matrimonio (es un sueño) donde la habitación del hotel también es una especie de vagón de tren, o el anciano que arrastra al perro, y demás escenas que nos muestra a través de actores naturales, -de personas escogidas al azar por Andersson- la esencia de la incomunicación y de lo que nos hace como humanos.

Con ecos a Kaurismaki -principalmente los personajes- y Buñuel, con una fotografía grisácea (casi monocroma), estilizada y melancólica a partes iguales, por el realizador Gustav Danielsson; y el punto de mayor referencia, en cierto sentido, hilo narrativo, la música, ajena y definitivamente contrastante con el ambiente del filme.


Zoom in: Nominada a diversos premios suecos, Oscar (mejor película extranjera), Festival de Cannes y mejor director en el Festival de Cine europeo.
Andersson acuña el término de "trivialismo" para referirse a su gusto por ir de las situaciones más cotidianas a los problemas existenciales de todo ser humano. (wikipedia)



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