9 mar 2011

TV Dante - Experimento artístico televisivo-

A fines de los 80 los ocho capítulos se emitieron en horario central por la televisión
inglesa, compitiendo con los noticieros. Un suceso que resulta inadmisible para la
mentalidad argentina. Aquí se ha confundido el arte en televisión con la difusión de
actividades culturales, que generalmente se hacen por cable y a horarios insólitos.
Rara vez se ha pensado en que un creador audiovisual pueda producir arte desde
la factoría de la televisión.
Fué Channel Four quien apostó por la propuesta de Peter Greenaway y de Thom
Pillips, un pintor que había editado e ilustrado su traducción al inglés del poema de
Dante Allighieri. En 1984 ambos habían producido un piloto con el Canto V de Los
Lujuriosos (uno de los más impresionantes). Posteriormente realizaron siete
círculos más. La obra fue continuada por el director chileno Raúl Ruiz.
A pesar de que no hay traducción al castellano, vale la pena descender por los
círculos de esta obra maestra. Gozar de una experiencia estética que conjuga un
texto aún vigente, junto con un universo de imágenes hipnóticas que se sirven de
un clásico para subrayar, con espíritu crítico, un presente amenazado por lo
infernal.
“A TV Dante” no es una mera ilustración o una versión culterana del poema. Es
una obra que maneja un tratamiento textual: respetando palabra por palabra,
metáfora por metáfora de la obra dantesca. Al mismo tiempo no sólo recurre a la
puesta en escena del Averno y sus horrores, al que somos introducidos por dos
conductores: Dante (Bob Peck) y Virgilio (Sir John Gielgud), sino que se vale de
citas e inspiraciones en la historia del arte y de la cultura. Greenaway y Phillips han
incrustado e interconectado un amplísimo repertorio de imágenes y sonidos de
archivo de la más diversa procedencia. La Alta Cultura: el arte contemporáneo, las
vanguardias desde Bacon a Duchamp, también referencias al fotógrafo Mulbridge,
pionero de la imagen en movimiento. De tanto en tanto, en los momentos de gran
agitación dramática aparecen tomografías cardíacas. En ese cúmulo de información
audiovisual se combinan documentales científicos, informes del tiempo, programas
de sesiones de bolsa, viejos peplums y hasta películas porno. El sentido y la
presencia de esquemas geométricos pòseen más de una lectura. Toda esta mixtura
formal, iconográfica y sonora está reprocesada y resignificada simbólicamente,
adquiriendo un contenido moral. Más allá de los aportes de Phillips, aquí
predominan las obsesiones de Greenaway: el choque entre el mayor de los
refinamientos con lo más visceral y hasta lo escatológico. La presencia de
comentaristas del texto (ornitólogos, historiadores, psicólogos, teólogos y otros
especialistas) que aparecen en ventanas electrónicas aportan la cuota de absurdo
también omnipresente en la obra de Greenaweay que crea un simulacro de
divulgación que finalmente no aclara absolutamente nada.
Esta obra televisiva multimediática, se estructura recurriendo a las más diversas
fuentes iconográficas y sonoras, a los más variados soportes, revela una actitud
típicamente postmoderna abrumada y oscilante entre el peso de la tradición y la
cultura occidental y la falta más absoluta de certeza. Descendemos al Infierno de
Dante a través de Greenaway y Phillips que iluminaron (ilustraron) esta obra
literaria de transición entre lo medieval y lo moderno, con el pincel-pixel propio de
la segunda mitad del siglo XX: la televisión, convertida aquí en caja inteligente.

“A TV DANTE” EL INFIERNO SEGÚN PETER GREENAWAY
Por Graciela Taquini
 
 

 




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