“No vivimos nunca: esperamos la vida.”Jean de la Fontaine
Segunda película que vemos de la directora argentina Lucrecia Martel, quien adapta libremente el texto homónimo de Antonio di Benedetto, no tanto en términos narrativos, donde nos acercamos a la figura histórica de Diego de Zama, sino como metáfora de frustración y la enigmática espera de la deseperanza, igualmemente porque es un relato de la decadencia, y fracaso de la sumisión burocrática expuesta en Diego de Zama y su patetismo imbuido de clase y sosiego. Martel adapta no sólo libremente la novela de su compatriota sino que la da otro carácter, muy propio de esta directora, donde la espera y la esperanza se vuelve en el peor de lo males, citando a Nietzche; eso sí Martel recurre a sus virtudes, y en este caso a sus vicios, donde la narrativa se trastoca por ciertos artilugios estéticos, que para mí, en este caso no funcionan; quedándose en esa superflua premisa de que "algo va a pasar", que se rompe de manera abrupta con el final del relato cuando Zama se une a una parte del ejercito colonial para atrapar a un brutal criminal, que hace parte de dichas filas.
El artificio de otros artificios
Aunque le debo reconocer a Martel su impresionante trabajo sonoro, y no en el sentido del artificio técnico sino en el conceptual, en este caso, sin perder su calidad o concepto; es menos atmosférico o complejo de otras obras, aún así, el diseño y paisaje sonoro de Zama, es tal vez el punto más interesante de esta obra ahistorica, quieta narrativamente y èpica en su sintetismo.
La fotografía es otro punto cuestionable, y no necesariamente en cuestiones técnicas, por el contrario, si algo tiene la argentina, es que logra trasladar sus ideas de manera consciente a sus operadores, como sucede con la fotografía naturalista y plana de Rui Pocas, pero a la vez repleta de sentidos, narrativas y simbolos muy propios de la directora salteña y de cierta corriente estética contemporánea.
Aunque se entiende que en el cine de Martel la elipsis es un recurso particularmente importante, y gracias a ésto simplificar ciertos componentes narrativos, para este caso, la elipsis termina enredando mucho más la estructura de la obra, se entiende la idea de la espera desafortunada, pero la elipsis no logra ser acertada, y todo esto se va a reflejar en un montaje aunque acertado técnicamente, opacado por las mismas imprecisisones de dicha directora.
Además del gran trabajo sonoro, quien recibe toda la ateción de la obra es Daniel Gimenez Cacho, el hombre va a ser reflejo de la decadente y turtuosa espera, una actuación sobria, contenida, donde lo febril se irá apoderando de éste.
Gimenez Cacho, se empapa de la dureza de dicha selva, su ropaje como rostro es un mapa superficial de lo que está viviendo.
Conclusiones
Más que la película, de esta obra de Lucrecia Martel me interesan sus productos agregados, es decir el documental /making of y notas de producción en forma de libro artístico, de resto, no creo ni que sea la mejor obra de la argentina ni mucho menos la mejor de la década, repleta de imprecisiones no sólo a nivel histórico, sino estructurales, que más que un tono autoral le dan un aire de autocomplacencia.
Zoom in: Varias nominaciones y premios latino e iberoamericanos.
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