La película inaugural del 9no Festival de Cine Experimental de Bogotá, además de su calidad fue un impotante recordatorio sobre lo que es el cine en general, trabajo de noficción estructurado en cinco capítulos que cuestionan al mismo cine, soportes y su realidad, una, en la que comprobamos que el artificio de su forma, es su verdadera forma, porque el cine, experimental o no, es un ente caótico, que se une para aparentar realidad, continuidad y un conjunto absolutamente mentiroso; que es lo que nos muestra Tim Grabham, director de esta obra, en la que un "fantasma del celuloide" nos lleva por esos estados tan humanos o ciclicos como la vida, en la que vida, muerte, resurección y poética se unen, porque Ghost Amber es un recorrido por la forma del cine, en la que de forma inconexa, secuencias se adhieren como intervalos de la complejidad del cine; este es un trabajo que pasa por los archivos familiares, la animación, un jam, la degradación del material y tantos otros temas y formas, que como en un sueño, cobran sentido, en su forma de cine.
Un bello trabajo, que entre la nostalgia, el cuestionamiento y la materialización del espíritu rebelde del cine, nos hace preguntarnos, no hacía dónde va el cine, sino hacía donde dirigimos nosotros nuestras miradas con el cine, y creo que ese es el punto más fuerte de esta obra, además de su acertado montaje, trabajo gráfico y desestructurada narrativa.
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