La década del 30 del siglo pasado, tuvo un fenómeno importante de migración, sumado al ascenso del fascismo en Europa, que hizo que varios cineastas huyeran a los Estados Unidos, renovando, visual y narrativamente a un Hollywood bien establecido y en plena ebullición creadora; nombres como el de Fritz Lang se sumaron a esa larga lista, que le dieron forma a diversos estilos y géneros, principalmente el Noir, el Thriller y el Suspenso, pero que gracias al cineasta alemán, también tuvo una importante carga de justicia y crítica social, presente en su obra; en este caso vamos a revisar dos películas, trascendentales en su periodo americano y representativas del cine criminal.
Mientras Nueva York duerme (1956)
El cine Noir de los años cincuenta se prestó para diversos relatos y formas, mezclándose con temáticas como el periodismo y su salvaje inmediatez por la noticia y evidente capitalismo, que pudimos ver en Sweet Smell of Success (1957) o en While the City Sleeps de Fritz Lang, donde la ambientación decadente, las sombras y las noches violentas, se trasladan a los pasillos del Sentinel, un periódico que consume las horas y los egos de sus trabajadores, que además de un nuevo director, buscan a un asesino serial de jóvenes mujeres, que tiene como firma: mensajes escritos con pintalabios; la competencia por atrapar al asesino y conseguir el importante cargo, hará de los hombres y mujeres más competentes, verdaderos cazadores: de la verdad, de la moral y de ese individualismo tan propicio del capitalismo. El inteligente guion de Casey Robinson junto al pulso narrativo de Lang, está complementado por un rostro particular del noir como Dana Andrews, la incisiva y cínica Ida Lupino y un grupo de grandes actores, que hacen de esta película un retrato particular del periodismo, de la posguerra y de esas máscaras, que escondían el rostro oculto del american way of life.
Como en todo buen noir y película de intrigas, destacan la fotografía y el montaje, la primera en su ambientación entre el artificio y la naturalidad de una ciudad como Nueva York y los pasillos de un periódico, y en el otro apartado, un montaje en paralelo, que nos mostrará a las dos bestias, el asesino y el capitalismo, que parecen ir por el mismo laberinto, sin negar la calidad de varias secuencias, tanto de persecución como de las dos caras de la moneda, en la que la influencia y mano de Lang es evidente.
Minicrítica
Un gran trabajo por parte de Lang, inteligente en su montaje como en su guion - aunque pueda pecar de inocente al día de hoy-; donde las herramientas del noir y la crítica social, visual y narrativamente, se unen para mostrarnos una realidad evidente, que mientras la ciudad duerme, se despiertan los bajos deseos en los bares, las callejuelas y los pasillos de un periódico, donde transita la muerte, algunas veces como noticia y en otras, como protagonista, como sucede con esta mordaz primera plana de los años 50 estadounidense.
Montaje Paralelo: Sweet Smell of Sucess (1957) - Asesino en serie - Periodismo y Noir
El Ministerio del miedo (1944)
Pesadillesca adaptación de la novela homónima de Graham Greene en la que la intriga, el ambiente decadente y la conspiración en pleno Blitz londinense, empiezan a controlar la vida de Stephen Neale, quien tras dos años en un sanatorio mental, no sólo descubre un nuevo mudo - el de la guerra-, sino el ser víctima de una persecución totalmente ajena a sus realidad, o por lo menos, es eso lo que él cree. El guion de Seton Miller, se adapta muy bien a esas intrigas de espionaje, donde la confusión y lo enredos, no sólo van potenciando la angustia del protagonista, sino de sus mismas acciones, cada vez más erráticas o apasionadas, como lo logra apropiar Ray Millland en el papel del Neale.
La fotografía y el montaje recuerdan en un principio al Tercer Hombre de Reed y a la misma Spellbound de Hitchcock, pero va cogiendo su propio camino, que hasta el clímax, no sólo es potente en su forma sino en el mismo principio de la falta de credibilidad del protagonista que ha salido de una "manicomio", aunque el final pierde fuerza, el pulso narrativo de Lang, y todos los artilugios del género funcionan, y hace de ésta una obra entretenida y particular en su relato.
Montaje Paralelo: Espionaje- Tercer Hombre (1949)
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