21 jul 2022

Especial: La II Guerra Mundial, un cruel coming of age

Se tardan veinte o más años de Paz para hacer a un hombre y bastan veinte segundos de guerra para destruirlo. 
                                                                                                           Balduino

La segunda guerra mundial, con sus nefastas consecuencias, y posiblemente uno de los capítulos más oscuros de la humanidad, es un tema que sigue siendo inagotable, y que cada década saca a luz un par de películas, que remarcan no sólo el absurdo de dicho evento, sino para que éste no se vuelva a repetir, no sólo por la evidente destrucción física y moral de la guerra, sino de la pérdida de una inocencia, que se termina convirtiendo en algo aún más brutal y decadente, como le sucedió a muchos niño y adolescentes, que para sobrevivir, terminaron cayendo en la misma crueldad que evitaban para sí mismos.

En este nuevo especial, recogemos tres películas en las que la pérdida de la inocencia tras una guerra, no sólo cambia la forma de ser sino de actuar, entrando en ese terreno gris y pantanoso de la  supervivencia y la moral, como muchos europeos, judíos o no, tuvieron que asimilar. Cabe destacar en estas películas, su original punto de vista, innovación técnica o en el peor de los casos, en hacer más profunda esa llaga de crueldad y brutalidad que dejaron los campos de concentración, las tácticas de exterminio masivo y la desidia contra el ser humano, que cada vez más nos muestran a todos los actores de la guerra - fascistas, comunistas, aliados o no,  y a cierta población europea-, como verdaderos inhumanos,  alienados en sus propias conductas e ideologías. Complementando estas ideas, hacemos uso del coming of age uno de los conceptos narrativos más usados, no sólo por su evidente transformación, sino porque su transito de la juventud a la madurez, tiene cierto tinte moral y de satisfacción, pero en este caso, en el de la Segunda Guerra Mundial, no sólo se convierte en un cruel destino sino en la lección más desgarradora y apabullante, para quienes sobrevivieron y lo contaron, o como registro, de lo que no se debe ni repetir o replicar. A continuación las películas a analizar. 


El capitán (Der Hauptmann, 2017) 




La película inicia como un relato picaresco, como ciertos cuentos o fábulas, en la que un joven soldado desertor alemán, escapando de sus perseguidores, se encuentra el traje de un capitán nazi, y a partir de ese momento, dicho traje lo hará sobrevivir a esos últimos momentos de la guerra; sin embargo, la naturaleza de Herold, el joven militar, saldrá a flote; ya no como sobreviviente, sino como un hombre afectado por la guerra y sus miserias, y lo que en un principio parecía ser un cuento de esperanza, se convierte en una pesadilla, en la de un joven convertido en ese mismo monstruo que estaba tratando de evitar. Robert Schwentke, el director, hace un estilizado cuento de horror, profundizando en los abismos de la psique humana, y esa perdida de la inocencia, consumida por un traje, que va vampirizando la inestabilidad mental del joven militar.

Filmada en blanco y negro, gracias a Florian Ballhaus, que estiliza la crueldad de la guerra, complementada por un gran trabajo de sonido, que se va haciendo cada vez más pesadillesca su intención, porque El Capitán, es un obra que va en crescendo en su locura - aunque no tanto en la calidad del guion-, pero que nos muestra en la farsa de un hombre, toda la brutalidad y oscura naturaleza, de quien intenta sobrevivir.

El traje nuevo del.....

La farsa, que es un punto importante en esta obra - junto a Europa -Europa (1990)-, no sólo se presenta con el personaje, al final de la película vemos una secuencia, que también es una farsa, pero en este caso como un recurso conceptual, en el que  indaga el director, sobre la naturaleza humana, y la misma crisis, ya no de una guerra sino moral de una sociedad; en este punto Schwentke, director alemán de la serie Divergente - y otros par más de blockbuster menores- saca sus mejores cartas, una mezcla de ases, jokers y enigmas.  

Zoom in: Varios premiso por su diseño sonoro, fotografía.


El pájaro pintado (The Painted Bird, 2019)




Algunas frase decía: qué lo primero que se pierde en una guerra es la verdad, pero después de ver The Painted Bird de Vaclav Marhoul, uno entiende, que lo que primero que se pierde en la guerra, es la inocencia, como le va a suceder al niño protagonista de esta historia, un observador y participante de todas las brutalidades, enajenaciones y decadencia del ser humano tras la segunda guerra mundial,  principalmente la zona eslava ocupada por los nazis, mostrándonos  el misticismo de sus pobladores, la contradicción y amoralidad de las ideologías en juego y toda la hipocresía que corroe a los humanos en una guerra. Marhoul, produce y dirige esta sádica metáfora de la guerra vista por una mirada infantil basada en el libro homónimo del polaco Jerzy Kosinski.

El niño, mezcla de gitano y  judío - elementos, que junto al idioma (mezcla de varias lenguas eslavas) es una metáfora de la condición humana, la de la ignorancia, la superchería y el egoísmo de los europeos, que no sólo se vivenció durante la Guerra, sino que fue el punto de partida y los rastros de dicha sociedad; la crítica tanto de Kosinski como de Vaclov, se convierte en un tour de force de crueldad contra el niño, que no sólo es  testigo sino el espejo de quienes fueron rechazados, odiados o no comprendidos, en una guerra, en la que no sólo los nazis, sino los comunistas, la iglesia, los campesinos y las necesidades más básicas humanas, trastornaron sus ideas y comportamientos.

Sadismo en blanco y negro

La fotografía del veterano operador checo Vladimir Smutny, no sólo juega como recurso estilístico o hasta como paradoja  conceptual, por aquello del pájaro pintado, sino como un elemento de sobriedad en medio de la brutalidad de la guerra, ya no tanto la de tanques,  explosiones o épica - fangosidad , sino de la gente del común, que también creo su propia guerra, exterminio y debacle moral.  Cabe destacar que en esta obra estructurada como capítulos, aparecen varias estrellas de Hollywood y del cine europeo,  que de forma inteligente y a la vez ostensible, nos plantean arquetipos no sólo de la guerra, sino del cine bélico y hasta de su naturaleza maniquea, es decir, un Harvey Keitel sacerdote, Barry Pepper, en su papel de francotirador de películas de guerra o Julian Sands, de malo, que pareciera ser su papel frecuente. 

Eso si, es innegable que lo que quería imprimir Marhoul, su director, entre lo grotesco y metafórico, funciona, porque es una obra tan incómoda como hipnótica en su crueldad. 

Zoom in: Nominada  a mejor película internacional de habla no inglesa y varios premios europeos. En sus proyecciones iniciales, el público abandonó la sala por sus violencia, peor aún así fue ovacionada.


Europa- Europa (Hitlerjunge Salomon, 1990)



Un clásico menor del cine bélico, que nos acerca a la vida de Solomon Perel, un joven judío alemán, que para sobrevivir en plena guerra, hará parte de las juventudes nacionalsocialistas; la director polaca Agnieza Holland adapta la biografía de Perel, y nos imbuye en esta travesía de un joven que intentando sobrevivir, nos mostrará la naturaleza más humana y cruel de la guerra. Holland, conocida por sus colaboraciones con el director polaco Wajda , y un par de películas en Hollywood, nos acerca, nuevamente a esa idea de la pérdida de la inocencia y la farsa, como parte fundamental de lo que vivieron varios jóvenes en la Segunda Guerra Mundial.

Con cierto tono aventurero, sin dejar de lado la opresión de la guerra, la directora polaca, nos muestra las múltiples caras de esa moneda falsa y letal, que fue la Segunda Guerra Mundial, porque Solomon Perel, más que un sobreviviente, se convierte en actor de su propia desgracia, y en dicha interpretación, nos deja ver que todos los actores del conflicto, eran igual de peligrosos, crueles e ignorantes. 

El papel más doloroso

Cabe destacar la actuación de Marco Hofscheinder como Solomon, y la música de Zbigniew Preisner, que logra hacer de la actuación de Hofscheinder,  no sólo más potente sino evidenciando sus sentimientos y riesgos. La directora polaca, imprime sus huellas cinematográficas, donde plantea sus pulsiones políticas, la fe y cierto despertar sexual, que no van a ser ajenas al protagonista. 

La más amable de las tres películas, sin que la guerra sea en fuera de campo, ésta - la historia- se acerca más a una fábula de aventuras de Salomon Perel, en la que descubrirá, sus propias fortalezas y el transito hacía una madurez, que nadie debería tener. 

Zoom in: Nominada al Oscar a mejor guión, a los Globos de Oro, y a película extranjera.

 
Masacre: Ven y Mira (Idí i Smotrí, 1985)




Si algo comparten, el cine de terror como género, y el cine bélico como representación histórica, es el miedo, un miedo pesadillesco que podemos ver reflejado en la historia y rostro de Flyora, un adolescente que no sólo conocerá el lado más decadente de la guerra, de la humanidad y de su propia moral; en este clásico por encargo del cine bélico,  Elem Klimov, no sólo homenajea la victoria rusa sobre el nazismo, sino que logra mostrar, en medio del terror y la violencia, un dejo de redención, ajeno a cualquier sentimentalismo, que por el contrario, es todo un ejercicio conceptual de montaje, memoria y cambio, cuando Flyora le dispara al retrato de Hitler, mezclando dos realidades y motivaciones, como parte de un discurso, frente al fin de la violencia o la insensatez de la guerra, pero Klimov y su grupo de trabajo, no sólo logran ese mensaje antibelicista, sino que es una película llena de lirismo, de momento oníricos y en constate tensión, como si de una película de monstruos se tratará, claro, en este caso, la monstruosidad son las ideologías y  la aberración de las ideas, como lo promovió el nazismo. 

Pero también esta es una película que pone en evidencia el fin de la inocencia, el sino apocalíptico de la segunda guerra mundial y la mecanización de la muerte, que es lo que finalmente refleja el rostro del protagonista, del niño convertido en hombre, no sólo por la insensatez de la guerra sino por la coherencia final de sus decisiones. 

Ven y Mira, y miré (capítulo 6 del Apocalipsis) 

Klimov logra convertirnos en testigos directos de la brutalidad, de la deshumanización, a partir de la mirada de Flyora, esos primeros planos, en los que la fotografía de Aleksei Rodionov junto al pasmoso dolor de Aleksei Krávchenko (Flyora), se convierten en un mapa de lo atroz, del exterminio que vivieron los bielorrusos, y esa mueca de dolor de nuestro protagonista, es  resumen del dolor de ese mismo pueblo. 

Igualmente le debemos reconocer a este trabajo, su montaje, uno en el que el fuera de campo, los conceptos y lo terrorífico - entendido como estructura genérica-   no sólo hacen más impactante  a la obra  sino más fuerte el mensaje.

Una verdadera obra maestra del cine bélico, tan brutal como lírica en su concepción, en la que se logra transmitir no sólo el dolor e insensatez humana sino su posible redención.

Zoom in:   Ganadora en Moscu y Venecia como mejor director. La película estuvo censurada y parada por varios años en su país de origen. 
 
       


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