Se tardan veinte o más años de Paz para hacer a un hombre y bastan veinte segundos de guerra para destruirlo.
Balduino
El capitán (Der Hauptmann, 2017)
La película inicia como un relato picaresco, como ciertos cuentos o fábulas, en la que un joven soldado desertor alemán, escapando de sus perseguidores, se encuentra el traje de un capitán nazi, y a partir de ese momento, dicho traje lo hará sobrevivir a esos últimos momentos de la guerra; sin embargo, la naturaleza de Herold, el joven militar, saldrá a flote; ya no como sobreviviente, sino como un hombre afectado por la guerra y sus miserias, y lo que en un principio parecía ser un cuento de esperanza, se convierte en una pesadilla, en la de un joven convertido en ese mismo monstruo que estaba tratando de evitar. Robert Schwentke, el director, hace un estilizado cuento de horror, profundizando en los abismos de la psique humana, y esa perdida de la inocencia, consumida por un traje, que va vampirizando la inestabilidad mental del joven militar.
Filmada en blanco y negro, gracias a Florian Ballhaus, que estiliza la crueldad de la guerra, complementada por un gran trabajo de sonido, que se va haciendo cada vez más pesadillesca su intención, porque El Capitán, es un obra que va en crescendo en su locura - aunque no tanto en la calidad del guion-, pero que nos muestra en la farsa de un hombre, toda la brutalidad y oscura naturaleza, de quien intenta sobrevivir.
El traje nuevo del.....
La farsa, que es un punto importante en esta obra - junto a Europa -Europa (1990)-, no sólo se presenta con el personaje, al final de la película vemos una secuencia, que también es una farsa, pero en este caso como un recurso conceptual, en el que indaga el director, sobre la naturaleza humana, y la misma crisis, ya no de una guerra sino moral de una sociedad; en este punto Schwentke, director alemán de la serie Divergente - y otros par más de blockbuster menores- saca sus mejores cartas, una mezcla de ases, jokers y enigmas.
Zoom in: Varios premiso por su diseño sonoro, fotografía.
El pájaro pintado (The Painted Bird, 2019)
Algunas frase decía: qué lo primero que se pierde en una guerra es la verdad, pero después de ver The Painted Bird de Vaclav Marhoul, uno entiende, que lo que primero que se pierde en la guerra, es la inocencia, como le va a suceder al niño protagonista de esta historia, un observador y participante de todas las brutalidades, enajenaciones y decadencia del ser humano tras la segunda guerra mundial, principalmente la zona eslava ocupada por los nazis, mostrándonos el misticismo de sus pobladores, la contradicción y amoralidad de las ideologías en juego y toda la hipocresía que corroe a los humanos en una guerra. Marhoul, produce y dirige esta sádica metáfora de la guerra vista por una mirada infantil basada en el libro homónimo del polaco Jerzy Kosinski.
El niño, mezcla de gitano y judío - elementos, que junto al idioma (mezcla de varias lenguas eslavas) es una metáfora de la condición humana, la de la ignorancia, la superchería y el egoísmo de los europeos, que no sólo se vivenció durante la Guerra, sino que fue el punto de partida y los rastros de dicha sociedad; la crítica tanto de Kosinski como de Vaclov, se convierte en un tour de force de crueldad contra el niño, que no sólo es testigo sino el espejo de quienes fueron rechazados, odiados o no comprendidos, en una guerra, en la que no sólo los nazis, sino los comunistas, la iglesia, los campesinos y las necesidades más básicas humanas, trastornaron sus ideas y comportamientos.
Sadismo en blanco y negro
La fotografía del veterano operador checo Vladimir Smutny, no sólo juega como recurso estilístico o hasta como paradoja conceptual, por aquello del pájaro pintado, sino como un elemento de sobriedad en medio de la brutalidad de la guerra, ya no tanto la de tanques, explosiones o épica - fangosidad , sino de la gente del común, que también creo su propia guerra, exterminio y debacle moral. Cabe destacar que en esta obra estructurada como capítulos, aparecen varias estrellas de Hollywood y del cine europeo, que de forma inteligente y a la vez ostensible, nos plantean arquetipos no sólo de la guerra, sino del cine bélico y hasta de su naturaleza maniquea, es decir, un Harvey Keitel sacerdote, Barry Pepper, en su papel de francotirador de películas de guerra o Julian Sands, de malo, que pareciera ser su papel frecuente.
Eso si, es innegable que lo que quería imprimir Marhoul, su director, entre lo grotesco y metafórico, funciona, porque es una obra tan incómoda como hipnótica en su crueldad.
Zoom in: Nominada a mejor película internacional de habla no inglesa y varios premios europeos. En sus proyecciones iniciales, el público abandonó la sala por sus violencia, peor aún así fue ovacionada.
Europa- Europa (Hitlerjunge Salomon, 1990)
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