14 oct 2021

Estreno en la Cinemateca de Bogotá: Memoria

 


                     "Acaso la memoria sea el eco de la secreta melodía del origen.”
                                                                                              Beatriz Villacañas


Escribir sobre Memoria de Apichatpong Weerasethakul, es una especie de terapia, porque no sólo se intenta descifrar lo que argumentalmente quiso expresar el director tailandés sino el porqué, a pesar de haber profundizado en su universo - cosmogonía - aún no salgo del todo satisfecho con sus obras, pero no es una (in)satisfacción de objetividad - subjetividad, por el contrario, ese ruido que escucha Jessica Holland (Tilda Swinton) aún resuena en mi memoria, al igual que esos paisajes tan bien retratados, y sugeridos por el tailandés; es más bien, como lo propone Jerónimo Atehortúa en Los cines por venir(2020) un cine en el que el espacio se ve y se oye, pero además se hace palpable, algo que se le debe reconocer de forma evidente a esta obra que más que narrar, expresa y hace de lo audiovisual, otra forma de conectarse con la realidad, realidades (?); sin embargo, también debo reconocer, que a mí me gusta salir de cine, apesadumbrado o extremadamente feliz, reflexivo o en el peor de los casos lleno de palomitas de maíz y de formulisticos "caminos del héroe" capitalistas, pero con el cine de este director nacido en Bangkok, se sale de  la  sala de cine, con esa sensación y  aire de extrañeza, no al estilo new weird de la ciencia ficción sino otra más articulada, la de la ausencia de una narrativa clásica, casi como de un cine de palabras claves, como explicaba en una entrevista a Atehortúa (2020) o de sueños, o en el caso mas benjaminiano, de un flaneur que va guardando en su adn, los recuerdos de un país. Probablemente, esa es la parte, que aún no logramos entender de este cineasta. O por lo menos yo.    
 


Algunos nuevos autores o teóricos, explican, no que el guión haya muerto sino que todo ya está contado, y que éste, se ha vuelto una excusa para mostrar sensaciones, sentimientos o hasta abstracciones, como la memoria, como lo hace Weerasethakul, cines que: intentan capturar cosas, ángulos de la realidad (Atehortúa) y filosofías personales, que es lo que hace desde el guión este director; no es que el argumento no importe o carezca del mismo, sin embargo importa mucho más, lo que el sonido produce, o lo que las imágenes de una Bogotá amenazante y espectral - profundamente cinematográfica- nos dice de la protagonista, su ausencia o falta de patria, ese virus que le carcome su identidad, o una identidad, que se asemeja al país que recorre. 

Aun así, podríamos decir que Memoria, es la historia de Jessica Holland, una extranjera, una expatriada, que visita a su hermana en Bogotá, quien ha sufrido  una extraña enfermedad - el no recordar-; un sonido hueco, profundo, hace que Jessica quiera descubrir que está pasando con ella; tal vez, el sonido sea su propia memoria.


Apuntes cinematográficos     

Como lo decía Eisenstein más que un guion son apuntes, notas, memorias para el director, y para el tailandés, el guion es sólo un trazado, una guía que se complementa con imágenes, algunas que son sólo eso: apuntes, notas de campo, anécdotas, pero sin perder la rigidez propia del cine, en la que se va hilvanando un componente continuo, donde a la vez que se cuenta una historia se hace eco de eso, que el tailandés tantas veces usa en sus películas, la idea del virus, la fragilidad del mundo, la identidad o la ausencia de la misma; y ya que, muchas veces lo literario evade esos fenómenos, éstos recaen en la naturaleza propia del cine: el tiempo, el espacio, el movimiento y la dialéctica audiovisual, en la que más que complementarse, chocan y crean otras formas, como sucede en este trabajo.

Porque hay que reconocerle al trabajo del tailandés, que esa secuencia, en la que el sonido se convierte en el protagonista de la obra, y de la historia del mundo, estamos ante la presencia de algo tan icónico en términos de montaje como de su propia naturaleza de sonido y narración. Lo mismo podríamos asumir con la idea de lo contemplativo, en la que Swinton, la protagonista, y por que no, alter ego del director, es una constante observadora- recopiladora - archivista de nuestras memorias.    




El montaje no es tan distinto de la memoria...

Con un impecable trabajo de montaje, principalmente el sonoro, al igual que el fotográfico, Memoria es una película absolutamente sensorial, que no dista mucho de algunas ideas que perfectamente podrían venir del psicoanálisis o la filosofía; frente al manejo del montaje, su simplicidad no está exenta de eso que se puede deducir como asociación, cargadas de elementos contemplativos y tiempos muertos; pero también entendemos que el sonido, no sólo el ruido que escucha la protagonista, sino la banda sonora en general, elemento, que va a entrar en conflicto con la imagen - no en oposición - sino como narrativa autónoma. 

Cabe destacar la fotografía de Sayombhu Mukdeeprom, quien es el fotógrafo habitual del tailandés, como gran parte del trabajo técnico - artístico, dándole ese estilo único, que Atehortúa  define como: un cine que trasciende el realismo, más  no la realidad; es decir, un naturalismo que se mezcla con lo mítico, lo sobrenatural y espectral, perfectamente como lo escucharíamos en los relatos orales de nuestros antepasados.

Pero definitivamente, lo que se roba toda la admiración y aplausos es el trabajo sonoro por parte de un grupo sincrético: colombianos y tailandeses, que le dan forma y fondo a esa experiencia que es Memoria.


Tilda Swinton una paseante de la memoria 

Siempre será curioso ver a un artista reconocido, caminado por las calles bogotanas y colombianas, pero el papel de Swinton es tan profundamente humano y consiente de su fragilidad, que le da más peso a su controlada interpretación, Swinton como  Weerasethakul, en su paso por Colombia, fueron observadores de un país, no colonizaron unas imágenes sino que le dieron un verdadero sentido representativo, y eso se evidencia en cómo son retratados bellamente los paisajes colombianos, eso sí lejos de la estampa publicitaria, y más cerca del paisaje como dispositivo sensorial.



Conclusiones 

Aunque siempre he considerado que cuando una película necesita de tanta explicación e interpretación, peca de prepotente, en el caso de la obra del tailandés, todo está en esa superficie que es la pantalla, eso sí, toda pantalla, es un dispositivo que oculta, que falsea y que abriga, como lo es el cine de Apichatpong Weerasethakul, que más que gustar o no, se mete en lo más profundo de nuestras cabezas, y sigue como ese sonido hueco de metal contra una piedra, que Jessica Holland, escuchaba durante dos horas, y que para los espectadores, seguirá presente.

    
Zoom in:  Premio del jurado en Cannes - seleccionada para los Oscar 







Referencias

Atehortúa, J. (2020) Los cines por venir. Planeta libros 

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