“La fotografía es un secreto de un secreto.
Cuanto mas te dice, menos sabes“
Diane Arbus
La relación entre la imagen estática y el cine, es una que parece estar siempre en conflicto, aunque la primera fuera uno de sus principios técnicos y estructurales; de cierta forma, el cineasta rumano Radu Jude, pone en consideración este conflicto y lo traslada al documental, a lo ensayístico y a esa identificación con la memoria, tan frágil como los objetos que Jude utiliza en este trabajo. La Nación Muerta, que nos acerca a esos primeros momentos del antisemitismo en Rumania, también es un ejercicio de contraste y fragilidad con esa relación que tenemos con la historia, en este caso, una que parece olvidada o sombreada por la sociedad rumana, o como lo vemos en esta obra, con la naturalidad con la que aceptamos las violencias y la brutalidad; porque este ensayo- documental que recopila las fotografías de Costica Acsinte, quien recogió la vida, oficios y familias de la Rumania de los años 30 y 40, se empiezan a convertir en testimonio no sólo de un país sino de una sociedad, que empezaba a aceptar su propia oscuridad como lo describe Emil Dorian, un médico judío, que en su diario no sólo anota el surgimientos del antisemitismo sino lo que esconden tan pacíficas fotografías, sumado a la música propagandística y otro par de elementos sonoros, que hacen del contrapunto, imagen - sonido, un verdadero ejercicio dialéctico, de choque y contradicción muy efectivo.
Aunque difícil de asimilar en un principio, cuando se entiende la lógica de la obra, no sólo uno se encuentra con un gran trabajo, sino con un muy efectivo ejercicio de montaje, porque lo que plantea Jude no sólo está en la superficie de lo que vemos, sino en lo que se puede esconder detrás de todo esto, esa contradicción entre las imágenes típicas de tono etnográfico y populares, con el diario leído de Dorian y las músicas y sonidos propagandísticos entran en un juego dialéctico no sólo muy pertinente con lo que se quiere contar sino con esas posibilidades que el montaje le sigue ofreciendo a lo cinematográfico.
La imagen estática y su narrativa
Aunque son pocas las películas hechas enteramente con imágenes estáticas o fotografías, La Jeteé (1962), Unas fotos en la ciudad de Sylvia (2007), éstas, de forma alegórica cuestionan el tiempo y la misma base narrativa del cine, porque su idea está más en el aludir y en el sugerir que en ofrecer una visión completa de la idea, en este punto el trabajo de Jude no sólo triunfa sino que propone de manera inteligente, esa naturaleza cruel que parece estar en todos nosotros, en las sociedades, que como el fotógrafo Acsinte, recogió, y que no dista de cualquier otra, contemporánea o del reciente pasado.
Cabe destacar de esta obra, esa idea de lo ensayístico, del cuaderno de apuntes y hasta de las notas de investigación, porque pueden salir obras como La Nación Muerta, y esto nos deja ver que el cine, sigue teniendo otros caminos, otras forma de creación y más importante aún de contar o producir; como aparece en el texto Los cines por venir de Jerónimo Atehortúa en el que entrevista a Jude, y este comenta que el cine lo usa como herramienta de investigación, y termina siendo consecuencia o el camino de sus indagaciones.
Igualmente, entendemos que estas fotografías tienen la naturaleza del archivo, de la memoria y la compleja relación que las une, en cierto sentido, el montaje cinematográfico en este caso, también funciona como un efecto de lo memorístico, de esas lagunas mentales que tienen su propio propósito, y que también en el campo de la historia cobra sentido, principalmente en el sentido que le da Huberman, y que también es recordado en el texto de Atehortúa.
Qué esconden las fotografías ?
Creo que el punto más fuerte de la obra de Jude está en su naturaleza conceptual, la fotografía que en su planteamiento inicial, se le consideraba como ladrona del espíritu o esa que puede cargar en su superficie un halo de misterio, o que perfectamente nos hace la pregunta, qué se esconde detrás de ésta, y es aquí donde el documental de Jude cobra un sentido importante, porque lo hace a través de su mismo soporte, el del lenguaje de lo audiovisual, de lo cinematográfico, de lo que esconden las fotos, que en este caso, es la peor cara de la sociedad, de la Rumania de los años 30 y 40, y con la sutileza del sonido, que tantas veces pareciera ser ajeno a la creatividad, respondiendo de manera inteligente a esa pregunta con la que inicia este título.
Montaje Paralelo: Antisemitismo - Fotografía - Ensayo-documental
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