26 oct 2019

Animales Nocturnos: Venganza en clave de arte





“la imposibilidad de vivir fuera del texto infinito –no importa que ese texto sea Proust, o el diario, o la pantalla televisiva: el libro hace el sentido, el sentido hace la vida”.
                                                                                                             Roland Barthes

Con Tom Ford, el exitoso diseñador de modas estadounidense, aplica el término "que no hay que estudiar cine para hacerlo", eso sí, se deben de tener buenos contactos, dinero, talento y un bagaje cultural expresado de diversas maneras como lo hace este arquitecto convertido en modista, y desde hace casi una década, cineasta, aunque en el 2005, creó su productora Fade To Black. Aunque sólo ha realizado dos largometrajes, ambos  han sido bien recibidos por público y crítica, además de los premios en festivales y muestras; pero cuál ha sido la fórmula o el concepto detrás de este hombre, la primera, y que se hace evidente, es la elegancia de sus obras, que tienen como protagonistas a personajes complejos, frustrados y en un transito de cambio absoluto (en cierta forma, una especie de absolución negativa), por otra parte, y ya centrándonos en Animales Nocturnos, porque Ford logra acercarse a esa idea de la intratextualidad de manera notable, jugando con lo literario, lo cinematográfico y las emociones,  como parte de la narrativa y desarrollo de la obra, en una especie de venganza artística, como dice el cineasta en alguna entrevista.  


Este doble relato basado en la novela Tony y Susan de Austin Wright, se puede entender como una venganza a través de la literatura pero también como un reflejo de la alta sociedad americana, vista como una especie de demonio, que en su frivolidad y hedonismo, recibe su merecido (una pequeña parte) de la manera más poética posible. Elementos que no son ajenos al director estadounidense, que de cierta manera vive en la paradoja de ese concepto; igualmente, la obra es un acercamiento a la idea del autor versus su creación, pero en este caso, una creación como venganza, en las que las realidades o diégesis: literaria y cinematográfica, se unen  narrativamente. 

El guión adaptado por Ford, es una mezcla de "diálogos", en este caso el cinematográfico y literario, cuando Susan Morrow (Amy Adams) una exitosa galerista de arte, recibe el libro de su expareja Ewdard Sheffield (Jake Gyllenhaal) llamado Animales Nocturnos, el drama y suspenso literarios se verán reflejados en el pasado y fin de la relación de estos personajes; la venganza, muerte y traición en este caso es una metáfora de desamor.

El inteligente y muy bien elaborado guión, no sólo destaca por su estructura sino por lo que implica conceptualmente, reflejado tanto en la figura y evolución del personaje(s) de Gyllenhaal como de la narrativa, que está mezclada entre el thriller de la realidad del libro como de lo dramático-social de la realidad en la que Amy Adams es la protagonista. Igualmente, cabe destacar los inteligentes diálogos, las frases memorables y cierta "voz", en la que el propio Ford, pone sus pensamientos.




Pero también es una obra que visualmente es impactante, y muy bien divida en su concepto por parte de Seamus McGreavey, director de Fotografía, que tanto en lo documental como en las grandes producciones (Avengers, High Fidelity) logra colocar sus sello de calidad, en este caso, porque emula muy bien la superficialidad y encanto del mundo de Susan Morrow y de la clase alta americana, e igualmente el naturalismo sombrío del mundo de Animales Nocturnos, donde lo rural, los exteriores, la carretera y la violencia, están muy bien representadas, cayendo en cuenta que el sol no tapa las manchas oscuras del alma humana.  De todas maneras, no todo el crédito se le puede dar al fotógrafo norirlandés, porque existe un trabajo impresionante en la dirección de arte y sus demás componentes, es decir, desde el vestuario hasta el maquillaje, que "rompen" que los dos universos vistos en pantalla.

Musicalmente es un trabajo que también destaca, al igual que lo hace desde el montaje, en su versión macro, como en lo secuencial, donde es muy pertinente, ya que el paralelismo narrativo como emocional está muy bien identificado. 


Pero todo lo demás se alinea con las actuaciones de Gyllehaal, en un doble papel, de la siempre bella e inquietante Amy Adams, y un actor como Michael Shannon, que en todo lo que hace - o casi siempre- destaca, ya en sea en sus roles más duros, complejos o contradictorios, como le sucede en esta obra; tampoco se le puede restar calidad a las actuaciones de Isla Fisher, en un papel corto pero absolutamente dramático como el de Aaron -Taylor Johnson. Actuaciones, que en el caso de Gyllenhaal, evolucionan y en el de Adams y Shannon, tocan sus más profundas fibras, de cierta, son construcciones de la misma personalidad.  

Un excelente trabajo, que tanto visual como narrativamente son impactantes, donde la elegancia de Ford se hace evidente, pero también su capacidad para narrar, no sólo desde lo literario sino desde emotivo, en donde la película triunfa de manera singular. Un trabajo para volver a ver, y hacer un análisis desde lo intertextual y los conceptos de autor vs. obra, la creación y obviamente la superficie visual, porque tampoco se puede negar que es una obra, donde la moda, la superficie están presentes.

Zoom in: Ganadora en Venecia, Globos de Oro y nominada en diversas categorías incluyendo Bafta y Oscars.

Montaje Paralelo: Neo Noir


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