30 mar 2018

Primer: De viajes en el tiempo y otras construcciones en el garaje de la casa



(...) Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma.
                                                                                     Ficciones. Jorge Luis Borges 


Los viajes en el tiempo es uno de los planteamientos que más se utilizan en el cine de Ciencia Ficción, no sólo porque se puede romper con la dictadura del tiempo sino convertir en realidad los deseo más profundos; eso fue lo que terminó planteado el matemático convertido en cineasta Shane Carruth, que con 7.000 dólares, un par de amigos y un talento innato, logró filmar en unas pocas semanas un guión complejo, lleno de tecnicismos y debates existenciales. Carruth, con formación en ingeniería, y que con la venta de un software de simulación pudo financiar este largometraje, no sólo tuvo que aprender sobre la marcha el oficio de director sino el de productor, músico, editor, fotógrafo y actor para poder llevar a cabo esta obra.

El nacido en Carolina del Sur, no sólo imprime en sus obras ideas propias de su formación sino una forma de "contar" a través de las imágenes, porque sí bien es cierto que sus largometrajes se les ha denominado como experimentales o complejos, siempre parte de una narrativa clásica y contando una historia humana, que bien puede ser de amor, o de un invento, que más que cambiar el mundo puede cambiar la realidad de una persona, y es lo que vamos a ver con Primer.

Carruth (der.)
Ambientada en la ficticia ciudad de Cooper, cuatro ingenieros que trabajan para una corporación local, se reúnen en el garaje de Aaron (Shane Caruth) tratando de crear proyectos y patentes de mayor inversión. Abe y Aaron, se reúnen constantemente, y entre una idea y otra, intentos fallidos y máquinas que desechan, crean una máquina que reduce el peso de cualquier material, pero mucho más importante, la máquina tiene un efecto secundario, el de viajar en el tiempo; entre los dos crean un prototipo y una serie de códigos para comprobar el efecto de la máquina; pero no sólo se pondrá a prueba el tiempo sino la ética de estos hombres, su amistad y su capacidad de entender al mundo, y en este punto, es donde nos ponen a prueba a los espectadores. 

Si bien, la narración puede ser lineal, es la estructura de los viajes en el tiempo y su complejización, además de unos diálogos repletos de carácter científico y técnico, lo que impregnan a esta obra, un carácter extraño y digamos que, incomprensible; sin olvidar que es un largometraje sustentando en lo narrativo, ya que carece de efectos especiales, y el hilo conductor es una voz en off, que por supuesto es uno de los personajes principales, y en cierta medida hace parte de la misma complejidad narrativa y temporal que ofrece este trabajo.


Carruth, que además del guión, producción y dirección, también es el director de fotografía de esta obra sustentada en luces fluorescentes, colores contrastados y una película de alta velocidad, que sí bien tiene un alto contraste y grano en la película, casi se puede entender como una forma de textura en los mejores casos, como en las secuencias en el laboratorio o de falta de experiencia como en las escenas nocturnas;  sin embargo, ésto es lo que le da carácter a la obra y ese estilo tan "independiente" y experimentador, que le terminó dando esa singularidad de "obra de culto".

El montaje, que le llevó casi dos años al nacido en Carolina de sur, es otro de esos puntos curiosos, porque sí bien, el resultado es bastante homogéneo y coherente, también es notable algunos saltos por la falta de pericia del director, pero en otros, no sólo hace fluido al relato sino que logra esos efectos conceptuales, que el montaje debe crear en el espectador, y en ésto, es donde el talento de Carruth es notable.    

Aunque la música no llega a ser tan destacada como por ejemplo sí lo es en Upstream Color - la otra obra de Carruth- igual funciona, y es más loable, que éste logre pasar por todos los departamentos artísticos- técnicos de forma airosa.


Teniendo en cuenta que la mayor parte de los actores eran, o familiares de Carruth o amigos de éste, que además, también eran camarógrafos, directores asistentes, productores y otros oficios, es complejo llegar a analizar el trabajo de éstos, algunos porque aparecen poco en pantalla, y otros, como el mismo Carruth, que es poco expresivo, pero muy bien estructurado dentro del entramado del largometraje, tal vez, el que mejor lo hace es David Sullivan, que ha tenido varias apariciones en la televisión y el cine, siendo éste su primer papel.

Aunque, en definitiva no se acerca a la calidad y "lirismo" visual de Upstream Color, sí es un más que excelente ejemplo de opera prima, y de riesgo, al adentrase al cine no sólo como director sino por estar presente en todos los departamentos, como se propone en el cine experimental y tener el control total de la obra, porque sí bien con sus desaciertos y falta de experiencia,  es una obra sólida y como conjunto, más que bien librada, es un trabajo efectivo en lo que hace, consolidándose como una especie de one man band cinematográfico o de cine comunitario, pero con el estilo de lo genérico y la capacidad de romper con lo parámetros establecidos. Un más que digno trabajo de Carruth, que se consolida con Upstream Color y en espera de su siguiente obra. 

Zoom in:  Gran premio del jurado en Sundance y 4 premios en los independet Spirit. 
Sin la experiencia del cine, a Carruth le tomó 3 años finalizar la obra, y empezar de cero en todos los departamentos en los que participó, además de su pequeños presupuesto.
Aunque rodada en 16 mm, la edición se hizo en digital, tanto por presupuesto como por la falta de experiencia de Carruth que tuvo que aprender a editar en el camino, esto le llevo dos años, no sólo por su inexperiencia sino por lo múltiples errores que conllevó transferir un material fotoquímico al binario, como errores de sincronización, raccord y demás 

Montaje Paralelo: Viaje en el tiempo - Pi (1998)

  

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