22 ene 2018

El quimérico inquilino: Pesadilla vecina


"No hay tal cosa como la paranoia,
 la realidad es siempre mucho peor de lo que te imaginas."
                                                               Hunter S. Thompson

Segunda película que vemos de la llamada "trilogía del apartamento" de Roman Polanski, en este caso la adaptación de la novela homónima - por lo menos en español- de Roland Topor, y una de las obras cumbres del director nacido en Francia.  Considerado como uno de los directores vivos más importantes del siglo pasado y de éste, su carrera ha estado marcada por los triunfos cinematográficos, la muerte y las polémicas, que muchas veces se pueden ver reflejadas en sus largometrajes o trabajos. Desde sus primeros cortometrajes en la Universidad de Lodz, la obra del polaco ha estado determinada por los ambientes claustrofóbicos, paradójicos y de la complejidad psicológica de sus protagonistas, y con de The Tenant o El quimérico inquilino, se profundiza en tales características en este thriller surreal y de absurdo humor negro. Polanski, más visualizado en estos últimos años por los escándalos de violación que por sus acertadas obras, aún no pierde la capacidad de provocar con sus títulos y estudios de la naturaleza humana. 

Isabelle Adjani (izq.) - Sven Nykvist y Polanski (cámara)
El guión, adaptación de la novela de Topor, fue hecho por Polanski junto a su colaborador habitual el ya fallecido Gérard Brach, escritor francés que selló guiones de la talla de El nombre de la Rosa, En búsqueda del Fuego y otras tantas de Jean Jacques Annaud como las de Claude Berri, y las ya citadas de Polanski. 

Un hombre tranquilo y agradable de apellido Trelkovsky (Roman Polanski) llega a rentar un pequeño departamento del cual, en días pasados, se ha arrojado una joven al vacío, la chica de nombre Simone Choule, aún permanece en el hospital con múltiples heridas, y Trelkovsky la visita no solo para saber como ésta sino para poder alquilar dicho inmueble; con la muerte de ésta y ya viviendo en el departamento, el hombre se empieza a dar cuenta las complejidades del edificio, las rutinas de los alrededores, los elemento y sombras que aún permanecen de la Choule, y todo ésto se va apoderando del hombre; pero es una confabulación contra Trelkovsky o los papeles se están distorsionando en la mente de éste.

El guión, una "distorsión de la realidad cotidiana" como le decían a las propuestas de Topor, va evolucionando de las discrepancias que tiene Trelkovsky con sus vecinos, hasta la obsesión que éste asume con la antigua inquilina y la paranoia entorno a ésto, haciéndose cada vez más oscura y errática su forma de actuar,como la misma historia si negar que el humor negro y  enajenación se combinan a la perfección con el drama de este hombre.


Aunque la obra de Sven Nykvist, ese gran director de fotografía sueco, mano derecha de Ingmar Bergman, estaba marcada por la sencillez y el naturalismo, en este trabajo junto a Polanski, esas cualidades, se hacen opresivas y de ensoñación; Nykvist que en los planos cerrados mostraba su mayor talento, le adiciona a este largometraje, el forzamiento de los ángulos de cámara, la subjetividad y la sobriedad en los colores, que en algunos casos se lleva casi a un falso monocromatismo, como esa imagen de Polanski sentado en el parque, haciendo referencia al estado mental del mismo personaje.

Con casi doscientas composiciones musicales Philippe Sarde, es un multifacético artista que logra asumir en esta "banda sonora" todos los miedos, desazón y delirio que se van construyendo en este relato, los sonidos orquestales, las variaciones, los sonidos graves y dodecafónicos asumen la decadencia psicológica de Trelkovkski pero a la vez el absurdo de la obra.

Destaca el diseño de producción, punto fuerte en esta trilogía, por obvias razones, ya que los interiores y los decorados de estos apartamentos son complementarios a ese ambiente claustofóbico, opresivo e inquietante; edificios antiguos, laberínticos, oscuros, de largos callejones, donde las ventanas, mirillas y recovecos se vuelven pesadillas.


Es innegable que el trabajo de Polanski ya es de por sí valioso al dirigir y actuar, pero mucho más al asumir los riesgos de los que está compuesta esta obra, donde el travestismo, el absurdo, lo cíclico y la locura arman este relato obsesivo. La otra cara es la siempre exagerada Isabelle Adjani, que sí bien es considerada como una de las mejores interpretes del cine europeo, para este caso, y siendo apropiada al ambiente de la misma, sus cualidades interpretativas rayan en lo hiperbólico.  De resto, secundarios de lujo como Melvyn Douglas o Jo van Fleet., que sin robarle el protagonismo a Polanski, lo hacen de la mejor manera.

Otra de las películas fundamentales de Polanski, que para mi caso, es mejor que El bebé de Rosemary, o por lo menos en su complejidad psicológica, y pone en escena las mayores cualidades y características del cineasta polaco. Más que una obra maestra, una obra de culto que se ha reivindicado con los años para público, crítica y que vista al día de hoy no sólo no ha perdido forma sino que por el contrario como género sigue estando en su mejor estado. Una de las películas que más he disfrutado de Polanski, y que están entre mis preferidas de este director. 

Zoom in: Nominada a mejor película en Cannes, a pesar de sus malas críticas y  polémico recibimiento.
Igualmente nominada en su diseño de producción en los Cesar.

Montaje Paralelo:  Trilogía del apartamento - La comunidad (2000)


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