"La escopofilia designa, exactamente, la obtención de placer mirando a otra persona."
Michael Powell fue uno de esos directores británicos que conoció la fama y la censura, gracias a un personal estilo que se desmarcó de los lineamientos del cine de esos años, y ante todo del rígido posicionamiento de la industria cinematográfica inglesa, -no hay que olvidar que este país tuvo las censuras más fuertes y largas, tanto a nivel de violencia y sexualidad-. Este cineasta que se involucró a temprana edad con la industria, y que pasó por las más diversas experiencias laborales, oficios y colaboraciones con directores o productores como Alfred Hitchcock o Alexander Korda, tuvo su debut a mediados de los años treinta, y a partir de los años cuarenta, se empezó a escuchar su nombre con constancia en las carteleras; sin embargo, es a partir de su larga colaboración con Emeric Presburguer, que llega su reconocimiento tanto en critica como en público, generando películas de las diversas temáticas, formas y estilo como Peeping Tom, obra icónica y maldita que se hizo de culto con los años, marcando un punto de decadencia en su filmografía, y una de las películas, que para Martin Scorssese mejor hablan sobre el oficio cinematográfico, sus obsesiones y complejidades.
El guión escrito por Leo Marks, criptógrafo y erudito de la II Guerra mundial, es un acercamiento psicológico y formal de un asesino serial obsesionado con su cámara y la imagen del miedo.
La película inicia con la subjetiva de una cámara escondida que sigue a una prostituta por las calles de Londres, el protagonista Karl Lewis (Karlheinz Böhm), es quien sigue a la mujer hasta su casa, y la asesina fríamente; en su propio departamento, este hombre que siempre porta un gran abrigo café y una maleta con una cámara, revivirá y observará el resultado de tal filmación. Este drama de suspenso, se va a centrar en la figura de este hombre, de este asesino serial, trastornado y obsesionado desde su infancia con el miedo y el cine. Más allá del guión o del mismo lineamiento narrativo, esta obra es una crítica a su misma época, a la mediatización, a muchos de los experimentos conductistas que se dieron en esos años e igualmente una reflexión sobre el cine, sobre hacer películas y la obsesión de tal oficio.
Aunque es obvia la influencia del cine de Hitchcock, sus thrillers, principalmente, también lo es, las películas o la literatura de monstruos como El fantasma de la Opera o el Jorobado de Notre Dame, sin dejar de lado los estudios psicológicos que se venían desarrollando desde inicios del siglo XX, y que tanto influenciaron a este tipo de obras. El guión, lineal en su estructura, y con la obviedad de saber quien es el asesino, se fundamenta mucho más en el estudio psicológico de Karl Lewis, en las situaciones que vivió de niño, de su científico, metódico y abusivo padre - representado por el propio Powell, que asume una compleja dicotomía e intertextualidad de director/figura de control, que sigue esos parámetros metacinematográficos de esta película-, e igualmente el uso de la cámara como herramienta y dispositivo de muerte y ladrón del alma, desde el mismo miedo, todo como configuración de lo que dice Martin Scorssese frente a este título, como" la muestra (de) la agresión que hay en ello, cómo la cámara infringe una violación..." (Peeping Tom(película). Wikipedia.)
Otto Heller, con casi 200 películas fotografiadas, fue un importante y prolífico director de fotografía checo asentado en Inglaterra, que sí bien, tuvo los más diversos estilos de películas, que pasó del absoluto "naturalismo" del blanco y negro de los años 50, o que se apropió de los conceptos góticos del terror de la Universal, también estuvo en la capacidad de interactuar con el color de la Eastman, y su particular estilo, uno donde los grises y los colores primarios se mezclaban de la forma más fuerte, creando ese contrastado y artificioso diseño lumínico de Peeping Tom.
Aunque la música no es la más acorde al trabajo, o por lo menos en su dimensión dramática, si tiene un cierto acompañamiento rítmico que se apoya muy bien en el montaje de Noren Ackland, que tanto en el suspenso como en su relación de cine dentro de cine funciona, en gran medida, al salto entre formatos, direccionamientos, offlines o fuera de campos y relaciones metafóricas de la edición. Igualmente, su cuidado diseño de Producción y artístico van de la mano, no sólo para establecer un fuerte conjunto sino una atmósfera opresiva y en cierto modo, delirante.
Aunque uno podría cuestionar las actuaciones de Bohm y de Anna Masey, por ser un poco naif, realmente la intensión de la obra era esa, mostrar una sociedad perfecta o mejor inocente,que escondía
detrás los horrores de lo que se venía consumiendo en el mundo, y en este punto la dirección de actores y el mismo talento de éstos funciona como parte del estilo, sin embargo, y a pesar del protagonismo de Bohm, vale la pena destacar el trabajo de Maxine Audley, la madre ciega de Helen, que igualmente tiene esos elementos referenciales al cine, que le dan tanta fuerza al relato, y ante todo por esa secuencia, en la que Lewis observa uno de sus asesinatos película, y la mujer ciega intuye la maldad de este hombre, puesta a prueba en su misma mirada, observación. De todos modos, aunque el papel de Bohm no sea perfecto, el simple hecho de despertar la empatia que genera, es más que suficiente, no sólo como actor sino de la misma producción, al poner en pantalla tal situación, en una época tan conservadora, como la Inglaterra de inicios de los 60.
Un trabajo fundamental y necesario para hablar de cine, no sólo por los componentes que tiene sino por la forma y estilo en la que se disponen tales elementos, e igualmente por la reflexión que propone el directo Powell, y obviamente, por su categoría de obra de culto y maldita, en la que habitualmente se escondían, las represiones o censuras de un país, y eso también es un logro de una obra.
Zoom in: La película salió a la par - unos meses antes- de Psicosis, teniendo puntos en común, como la misma Blow Up de Antonioni.
Vetada en Inglaterra por varios años
En los años 70, Scorssese hizo recuperar esta película, no sólo una de sus preferidas, sino un punto de referencia para este director.
Montaje Paralelo: Blow Up (1966) - cine dentro de cine
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