19 jun 2015

Ella: Historias de ciudad


                                        "Nuestra sociedad es masculina,
                                                  y hasta que no entre en ella la mujer
                                                  no será humana."
                                     Henrik Johan Ibsen

A la cineasta colombiana Libia Stella Gómez, le tomó casi una década entregar su segundo largometraje; después de haber financiado su opera prima con becas, estímulos y demás convocatorias, que dio como resultado La historia del baúl rosado, película de género pero con las apropiaciones de esta cineasta; en el caso de Ella, la película de la que vamos a hablar y su segunda obra, no sólo volvió a ganar un estímulo por parte del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, sino que con éste prácticamente realizó la película, centrada uno de los barrios más periféricos de Bogotá, pero a la vez llenos de historias que sintetizan la realidad de la ciudad y del país. Gómez, que viene del teatro en su natal Socorro (Santander), y es egresada de la Facultad de Cine y Televisión de la Universidad Nacional, también es reconocida por sus guiones - de los cuales han surgido sus dos largometrajes-, textos sobre cine y obviamente su papel como docente en esta misma universidad. 

El cine de esta santandereana, aunque difícil de establecer una relación identitaria entre su opera prima y su segundo largometraje, si guarda un parámetro básico, y es el protagonismo de la mujer - no como la actriz principal- sino como el hilo conductor e independización, tanto dramática como de su mismo entorno; que en cierta forma - y como pasa con el cine de autor- hace parte de la exteriorización y reflexiones de la misma directora; sin dejar de lado sus obvias características sociales y muy en el fondo, una crítica a las violencias que parecen hacerse cotidianas, y que parecen sobrellevar sus "protagonistas" femeninas. 


El guión escrito por Libia Stella Gómez se estructura entre dos elementos narrativos: el absurdo y el realismo, que van a estar reflejados en las acciones de los personajes principales y en el contexto mismo de la periferia que habitan; estos parámetros van a girar entorno de Alcides (Humberto Arango) y Georgina (Reina Sánchez), una pareja de ancianos, que en la tristeza de la rutina, se necesitan el uno del otro para continuar en su diario vivir. Igualmente el lazo de amistad que se formará entre Giselle (Deisy Marulanda), una niña de doce años y los ancianos, será esencial para la trama, así, como los otros pequeños relatos que tienen a la mujer y la violencia como parte integral de la historia. Sin embargo, es con la muerte de Georgina y el recorrido de Alcides con el cadáver de su esposa, que la película toma el sendero del absurdo, y de los aire teatrales de la misma, inspirados en un obra de Peter Hans, como ha aclarado Gómez en varias entrevistas.

Pero será Ciudad Bolivar, la que se termina transformando en el hilo conductor de esta historia, no sólo geográfica, sino estructuralmente; localidad bogotana que a pesar de sus problemáticas y dificultades guarda múltiples historias, que como la de Alcides o la de Giselle, son constantes y visibilizadas no sólo por la directora santandereana sino por diversos colectivos audiovisuales, pero que en cierto modo esta directora asume - indirectamente- la vocería de esta zona de la ciudad. Sin una violencia explícita, este drama con aíres femeninos pero protagonizada por un hombre, no sólo es la historia de Alcides y las complejidades de la pobreza, individuales o colectivas, sino de la misma marginalidad de la condición femenina, que aun parece ser un tema a tratar en este país. 


Aunque la fotografía de esta obra destaca mucho más desde la posproducción, es igualmente importante la labor de Nicolás García Ruiz, y su adaptabilidad a los pequeños espacios para el rodaje, sus logradas panorámicas de esta localidad, y algunas secuencias dentro del inquilinato, principalmente la de la lluvia y durante el entierro en el árbol de ahorcado - elemento icónico de esta localidad-, sin dejar de lado el manejo pausado y sobrio de la cámara, que es consecuente con el mismo ritmo de la narrativa. Aunque la música de Leonel Alexander Merchán, está muy bien construida para la película, es el uso de la misma y una sobredimensión sentimental, la que le quita cierta fuerza a ésta; igualmente es más que acertado el montaje de Ximena Alejandra Franco, que construye un relato de imágenes coherentes, de planos largos, que igualmente tiene bastante intervención de posproducción, por su blanco y negro y detalles de color, que además de expresivos también enfatizan el carácter femenino de la obra. Si bien es cierto la película, es sencilla en su puesta en escena, su diseño de producción asume el reto de representar la realidad de esta zona, y aunque lo cumple de la mejor manera, también falla - para mí- en sus anacronismos, ya sea a nivel estético o por otras cuestiones, que se reflejan en la policía y en cierta locaciones externas a Ciudad Bolivar. 


El trabajo de los actores, no sólo es bastante destacado por parte de Humberto Arango, que ha recibido premios y nominaciones por su papel, sino el de la niña Deisy Marulanda, que además de ser su primer papel también tuvo que afrontar las delicadezas y complejidades de ésto. Cabe destacar, - y para mí el papel más difícil- de Andrés Castañeda (Facundo el carnicero), que no sólo es el antagonista de esta obra sino la antítesis de la misma; sin embargo, el gran protagonista es Humberto Arango, que se termina convirtiendo en una paradoja de la misma película, tanto por su papel, sus acciones y el énfasis que le da a su propia terquedad, que igualmente se puede interpretar como integridad y perseverancia, una metáfora sobre la misma producción.

Para finalizar, cabe destacar el papel de Ojo al Sancocho, organización audiovisual que fue el puerto de entrada para esta producción, para la singularidad de la misma y las acotaciones de realismo y veracidad que sólo los habitantes de una localidad pueden enfatizar en una obra, como lo han explicado tanto el productor de la película como la misma directora.


Aunque tuve sensaciones encontradas con esta película; por una parte, no se puede obviar su calidad visual e historia de vida simplificada en una de las zonas más contradictorias de la ciudad, de una localidad (Ciudad Bolivar) llena de cultura, de violencia, de arte y pobreza, que sabe retratar o interpretar muy bien la directora; sin embargo, también se ven varios vacíos en el guión, o una de las premisas más interesantes, como el recorrido del protagonista con su esposa muerta, también pierde fuerza con el desarrollo del mismo; a pesar de todo, entre el lirismo de la imagen y de ciertas secuencias, se va haciendo notorio ese tono a miserabilismo, por el mismo dramatismo de la obra, aunque finalmente se genere un halo de esperanza en ésta.

Pero ante todo, es complicado reseñar una obra, donde se ha tenido de frente a sus protagonistas, y ver el esfuerzo que ha tomado desarrollar una obra, y esa sensación también limita ciertos criterios para escribir sobre la misma. Aún así, con sus virtudes y defectos, esta película de Libia Stella Gómez, que hace un cameo a modo de introducción de la obra, e introspección tanto desde lo femenino como del mismo esfuerzo y superación que supone siempre realizar un largometraje, que como éste, se ve muchas veces superado por la gran actuación de Arango, por esas secuencias de cuidadoso trabajo técnico y artístico desarrollado en la pensión (inquilinato), y otros elementos, enfatizados en la narrativa y coherencia de ésta.

Como conclusión, una obra que guste o no, ha evidenciado que se puede hacer un cine de autor, que puede llegar a un público un poco más amplio, y que al tener como protagonista, a la misma ciudad o una zona de ésta, también despierta mayor interés en cierto público, o por lo menos eso quisiera creer quien escribe ésto. Un trabajo, que si bien está lejos de ser la obra cumbre de esta director o del cine nacional reciente, por lo menos tiene otra óptica o visión de la dignidad humana.

Zoom in: Además de haber participado en varios festivales iberoamericanos, recibió los premiso a mejor película y actor en los FELICIT de Argentina. La obra se realizó con un presupuesto realmente bajo, o como explicaron tanto el productor como la directora, se hizo con el total del premio del FDC

Montaje Paralelo: Ciudad Bolivar - Cine comunitario


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