"El que sufre tiene memoria."
Cicerón
El comunicador y cineasta bogotano Ricardo Restrepo Hernández, además de ser el cofundador y actual director de Alados - Corporación colombiana de documentalistas- y de la Muestra de Documental, también realizó uno de los documentales más interesantes y personales del cine colombiano actual. Este bogotano, que ha participado en diversos trabajos audiovisuales, formatos, estilos y géneros, también ha sido docente de estas mismas áreas en las universidades más importantes del país; igualmente su trabajo ha sido destacado con premios y nominaciones nacionales, becas y estudios, que han hecho de éste, un pilar del documental y la noficción del país. Igualmente este director ha estado involucrado con el videoarte, los festivales y otros ambientes entorno al audiovisual, que se hacen evidentes en Cesó la horrible noche, ensayo documental, que nos muestra por primera vez - a algunos- imágenes "propias" del 9 de abril de 1948, denominados como el Bogotazo, tras el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán.
Este documental que estuvo adjunto a la charla de Patrimonio Fílmico y al Salón Internacional de la luz, celebrando el centenar del estreno del primer largometraje colombiano, es también parte de la rememoranza y memoria del audiovisual de nuestro país.
Este documental que estuvo adjunto a la charla de Patrimonio Fílmico y al Salón Internacional de la luz, celebrando el centenar del estreno del primer largometraje colombiano, es también parte de la rememoranza y memoria del audiovisual de nuestro país.
65 años de un material que permaneció en el olvido, material que fue testigo de la violencia de una época, latas de películas guardadas en un consultorio médico; la historia que existe detrás de Cesó la horrible noche, es tan importante como el propio documental que registró esos hechos que marcaron el 9 de abril, imágenes en color - inéditas para algunos-, personales, sin una bandera o posición política, que Restrepo, heredero de este material, no sólo por recuperarlas sino por que este material fue filmado por su abuelo, el cual, como muchos hombres cultos de esa época llevaron un registro de lo que estaba aconteciendo, Restrepo, además de médico, escritor, se terminó convirtiendo en un cronista casual - en un principio- y en un directo, cuando estos actos de violencia estuvieron más cerca, no sólo de su hogar sino de su propio humanismo, que parecía chocar con la brutalidad que se vivía en las calles del centro de Bogotá.
Restrepo, el nieto, el director del documental, crea unos textos, un ensayo, basado en qué habría visto el abuelo, en qué sintió este hombre culto y burgués, al desmoronarse esta sociedad, que si bien no era ni mucho menos perfecta, trataba de convivir de la mejor manera; las filmaciones junto al texto no sólo no muestran un contexto histórico sino que hacen una reflexión sobre cómo nos hemos construidos como sociedad, y ése, además de todos sus valores técnicos - la recuperación del material-, históricos, cinematográficos, es el gran punto de valor de este ensayo documental.
En este trabajo de 25 minutos, que se digitalizó de forma artesanal, a través de un transfer óptico como señala Enrico Mandirola, quien hizo este proceso junto a Henry Caicedo de Kinolab; abrimos los ojos a una realidad, que sí bien teníamos en registros fotográficos, sonoros y aún fílmicos, no habíamos visto en color, con la calidad dada por este proceso y finalmente, por un material tan íntimo, casero pero a la vez con todas las cualidades comunicativas e históricas que termina representando. También es importante reconocer la labor musical de Aarón Moreno y el diseño sonoro de J.J Florez, que manipulan, principalmente Florez, archivos de sonidos de la época con otros in situ, creando un archivo real, documentativo pero con las cualidades de esa misma construcción narrativa.
Un impresionante trabajo que reflexiona de la mejor manera, sin caer en los típicos parámetros del documental, sobre el pasado reciente de este país; asimilando este material como parte de una interpretación, reconstrucción y memoria familiar, que encuentra en los textos de los dos Restrepos, una reflexión sobre el país, La Violencia, las violencias y el carácter de nuestra sociedad. Un documental corto - o mejor mediometraje- que además de sus particularidades técnicas, tiene a nivel narrativo gran valía, pero que su fuerza radica en sus imágenes en color, donde el odio, la desesperanza y ante todo la desolación de esa Bogotá, que parecía sacada de un fotograma de la Segunda Guerra mundial fueran más contundentes y veraces, de una ciudad fría, destruida, agobiada por la muerte y la barbaridad, que a la final es lo que termina "denunciado" este trabajo, porque Cesó la horrible noche, es un retrato de una memoria, de un hombre y de lo que no debemos olvidar.
Zoom in: Ganadora en la categoría documental, becas para su finalización y demás
Fueron 24 rollos de 400 pies, más de cinco horas de grabación
Montaje Paralelo: 9 de abril 1948
Ver película: Cesó la horrible noche
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