1 feb 2015

Banda Aparte: Las secuencias de la banda


"Todo lo que se necesita en una película es un arma y una mujer."
                                                                                        J.L Godard

Bande á part es la tercera película que reseñamos del cineasta Jean-Luc Godard; obra que hizo parte de su "primera etapa" como realizador, en la cual adaptó e interpretó los géneros cinematográficos, principalmente los Hollywodenses, trastocándolos a su visión, forma de pensar e innovación que estaba proponiendo a través del montaje y la deconstrucción de la misma narrativa; sin olvidar que parte de estas películas estuvieron protagonizadas por "outsiders",  -seres marginados o apartados de la sociedad-. En cierta forma, estos trabajos están ligados al cine negro americano, las novelas pulp, algún eco a critica social, y al amor que tiende a llevar a los más complejos actos.

Un periodo matizado por la experimentación formal, premios y nominaciones en festivales, junto a un compacto grupo de trabajo encabezado por el fotógrafo Raoul Coutard y Anna Karina, esposa y musa del cineasta francés, la cual participó en 8 de sus producciones, que pasaron por diversos estilos, formatos y referentes estéticos. Godard, único sobreviviente de la Nouvelle Vague, siempre dejó en sus obras secuencias de gran recordación e inolvidables personajes, como lo hizo en Bande á part, una de las obras más celebradas, tanto de éste, como del mismo movimiento francés. 


El guión escrito por Godard, es una adaptación de la novela americana Fool´s Gold de Dolores Hitchens; el cual se centra en tres personajes, Odile (Anna Karina), Franz (Sami Frey) y Arthur (Claude Brasseur), los cuales tienen en común, su amor por las novelas criminales y la búsqueda de una mejor vida, que la pueden encontrar en el dinero que tiene la tía de la joven.

La película inicia con Franz y Arthur viajando en su auto descapotado por las calles de París; hablando sobre una chica llamada Odile, -si pueden confiar en ella-; recreando escenas propias del cine B y otros temas relacionados, principalmente sobre el amor, y el dinero que tiene la tía de la joven. Ya en la clase de inglés -donde se conocieron-, la relación entre los tres jóvenes no sólo se fortalecerá sino que planearán - con cierta reticencia de Odile- robar el dinero que guardan en la casa que vive la joven; la película nos va a mostrar esos tiempos de pausa, de transición; alejados de cualquier intención dramática o tensión -propia del género-, para centrarse en las divagaciones de Odile, Franz y Arthur, en su apartamiento de las reglas de la sociedad.

Siendo una de las películas más accesibles de Godard, éste seguía en la búsqueda de un lenguaje propio, manipulando ciertos elementos cinematográficos - el minuto de silencio que proponen los jóvenes, que también afecta a la banda sonora-, formales y al poner en escena, ciertos cuestionamientos sobre el mismo género, la situación que se estaba viviendo, y una especie de continuación o unión con A bout de souffle (Breatless).


Con fotografía de Raoul Coutard, como fue habitual en la nueva ola; éste se decanta por planos muy generales en exteriores, simpleza en los movimientos y una mezcla de luz natural y otras fuentes, junto a luces duras para acentuar lo dramático u otras sensaciones. La música de Michel Legrand, mezcla de jazz y otros sonidos, acentúan el estilo de la película, marcando el ritmo de ésta y del mismo movimiento de los personajes; en este punto cabe destacar la escena, en la que nuestros protagonistas hacen el baile madison, donde se mezclan la voz en off de Godard junto a este ritmo americano de los años 50. Retomando a Coutard, debemos destacar la secuencia en la que los tres jóvenes que juegan a ser ladrones, recorren el Louvre en unos pocos minutos, donde prima la pericia técnica de este icónico operador.  

Tanto el montaje como otros elementos de la puesta en escena, son sencillos en apariencia, pero también afloran los recursos innovadores de Godard, tanto por su montaje de atracciones como por su esencia a constante homenaje al género negro, simplificados en las figuras de los protagonistas.

Aunque es difícil catalogar las actuaciones de éstos, ya que en muchas secuencias, se pasa de la actuación a la exageración, propia de un arquetipo, de un estilo y forma de hacer cine, son más que validas las interpretaciones de Anna Karina y la conexión con Brasseur y Frey, más que todo, en las secuencias citadas anteriormente y en esas secuencias nocturnas de la Ciudad luz.


Aunque no sea precisamente un admirador de los primeros trabajos de Godard,  por el contrario sus personajes me resultan pretenciosos e insoportables, por su visión de vida, actitudes y manifestaciones, también debo reconocer que la experimentación formal del francés, sus inolvidables secuencias y arriesgadas propuestas, no solo son vitales para su filmografía sino para la misma cultura cinematográfica, sin dejar de lado la capacidad de éste para generar esos intrincados juegos de libertad, presentes tanto en la puesta en escena como en el concepto mismo.

Esta película, referente para tantos cineastas, se termina convirtiendo en un verdadero empalme de lo que estaba configurando el mismo Godard, rompiendo ciertos parámetros, pero accesibles al público, y acercándose cada vez más a esa revolución que se sentía en Europa, donde la juventud, ya era de por sí una banda aparte.


Película homenajeada por directores como Bertolucci, Tarantino, entre otros, que igualmente, tomaba esa simbólica reacción de correr, presente en la nouvelle vague,  como acto de huida, escape y búsqueda de cierta libertad, manifestadas en las obras de Truffaut - principalmente en Jules et Jim con quien comparte esa escena en común y esta especie de trío amoroso- y otros de este movimiento,  que en cierta forma, los unía y ligaba en ciertas características. Esos momentos memorables, icónicos para la cultura cinematográfica, no sólo representan el espíritu mismo de la época sino un punto bastante logrado de la historia, que a la final va a mostrar los verdaderos sentimientos de los personajes. 

De esas películas esenciales - aunque personalmente no sea de mi total agrado- para conocer la obra de este autor, reconocer la esencia de una época y ante todo, porque es una película plagada de secuencias inolvidables, punto reconocibles de la cultura cinéfila, y finalmente porque Godard, supo generar otros lenguajes, otras visiones dentro del cine contemporáneo. 

Zoom in:   Hay dos escenas célebres en la película: la secuencia del baile Madison (que inspiró a Quentin Tarantino y Hal Hartley), y una carrera de nueve minutos a través del Museo del Louvre, homenajeada por Bertolucci en su película The dreamers (2003). En otro momento del film, los personajes, en un bar concurrido y bullicioso, deciden guardar un minuto de silencio (en realidad, 36 segundos), tiempo durante en cual la película se queda completamente sin sonido. (1)

Montaje Paralelo: Jules et Jim (1962) - The Dreamers (2003)






(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Bande_%C3%A0_part

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