"El sonido que suena verdadero para el espectador
y el sonido verdadero, son dos cosas muy distintas."
Michel Chion
Gracias a la Revista Arcadia y al espacio cultural Cine Tonalá, tuvimos la oportunidad de ver la segunda película del director británico Peter Strickland. Además de la interesante película, es necesario hablar - o escribir, en este caso- sobre ese nuevo espacio cultural que es Cine Tonalá, donde tuvimos el privilegio de observar este largometraje en una función casi privada, y conocer las opciones que presenta este lugar, ubicado en las inmediaciones del Parque Nacional y unas de las zonas arquitectónicas más agradables e importantes de Bogotá.
Peter Strickland, es un cineasta y guionista nacido en Berkshire (Inglaterra), que inició en el mundo del teatro- exactamente la Progress Theather-, donde adaptó La Metamorfosis de Kafka, para luego pasar a los cortometrajes y finalmente en 2006, realizar su primer largometraje, gracias a la herencia que recibió de un familiar cercano; la buena acogida y selección para el Festival de Berlín de su primer trabajo, lo llevó a realizar un segundo largometraje que ha recibido el visto bueno de festivales, crítica y considerar a este director como uno de los más interesante de la escena independiente inglesa. Berberían Sound Studio, es hasta el momento su último trabajo, y es la película que vamos a reseñar a continuación.
Strickland (centro) dando indicaciones a dos actores |
Escrita por el propio director, Berberian Sound Studio nos remonta a los años 70, en pleno auge del giallo italiano, este estudio de posproducción dedicado al cine más sórdido y violento, es el encargado de darle forma y acompañar las perturbadoras imágenes de este tipo de cine. A este estudio llega el tímido pero talentoso ingeniero de sonido Gilderoy, interpretado por Tobey Jones, quien cree que va a realizar un trabajo sobre caballos -algo artístico-, y no este tipo de películas. Gilderoy, todo un artesano en la creación de sonidos, finalmente se irá contagiando del mismo ambiente lúgubre y extraño que emana este lugar y sus peculiares compañeros de trabajo.
Una película que tiene como gran protagonista al sonido, haciendo parte de la historia e interfiriendo en la misma narrativa; este largometraje es un homenaje al giallo, al sonido fílmico y al cine dentro del cine como lo notamos desde el principio de ésta, la cual nos incluye en la que se está posproduciendo, en la obra de Santini The equstrian Vortex.
Con un único escenario como fondo, -los estudios de grabación y sus aledaños- Strickland, no sólo nos va mostrando el oficio del sonidista - del sonido en general-, los choques entre los productores y las actrices, las precarias condiciones de éstas y del propio Gilderoy, sino de la locura u oscuridad que se van apoderando de éste, elementos que se decodifican a través del sonido - y obviamente de la gran actuación de Jones- alterando la propia narrativa y otros recursos cercanos a este género y al mismo lenguaje cinematográfico.
La impecable fotografía del veterano Nic Rowland está acompañada por un excelente diseño de producción y ambientación, que principalmente se sustenta en los equipos de grabación, proyecciones -generando las mejores secuencias frente a lo fotográfico- en el espacio cerrado del estudio y sus agobiantes sombras y ruidos, impregnando de un ambiente aterrador, confuso y desasosegante gracias al genial trabajo de sonido de Joakin Sundström y la música de Broadcast
Artística y técnicamente es una película muy bien lograda, que además logra homenajear al giallo y al mundo del cine, en este caso al sonido de forma inteligente y detallada, como los guantes de cuero -típicos en las películas de Argento - manipulando las proyecciones cinematográficas, los foley y la parte operativa de las máquinas de grabación, la cabina de sonido y tanto otros elementos presentes que juegan parte de este metalenguaje, de este cine dentro del cine, que igualmente termina convirtiéndose en una muestra del oficio del trabajo de posproducción sonora - mucho más artesanal y creativo el de esa época-.
Un elemento a destacar es su montaje y edición por parte de Chris Dickens, principalmente en los créditos iniciales y en as secuencias de ensoñación o locura, sin dejar de lado que su estructura lineal está muy bien conformada y es coherente con el relato.
Otro punto a destacar, es la actuación de Tobey Jones, quien finalmente se lleva todo el peso dramático, interpretando al talentoso pero retraído artista del sonido, que finalmente se va acomodando a la perturbada e irritante atmósfera del estudio, empezando a confundir la realidad con la ficción. Jones, uno de esos secundarios de lujo, acá llevas las riendas de la película - como actor- y como lo ha hecho en otros papeles protagónicos - los pocos que ha logrado-, saca su mejor repertorio teatral - es profesional en Drama y Teatro- y en su experiencia en los más diversos papeles. Obviamente, desde el guión, es un personaje que está muy bien construido pero en definitiva es la presencia de este inglés, su aspecto y sus cualidades actorales, las que saben darle una forma absoluta a este Gilderoy, a este tímido artesano del sonido, que como en el sonido de las películas, con un cable dispuesto en otro lado, puede cambiar absolutamente el acento de ésta....o de Gilderoy.
Una interesante película, que juega con uno de lo elementos más importantes del cine - y al que menos se le presta atención- como lo es el sonido, que en este caso, genera una verdadera sensación de agobio y terror a través de los sonidos y música. Además, es un claro homenaje al cine, con una excelente puesta en escena que va desde la gran interpretación del inglés Tobey Jones hasta toda la parafernalia y estética heredada u homenajeada del giallo y del cine de género europeo.
Igualmente, la película se puede ver como un estudio psicólogico sobre la violencia cinematográfica - más no social, antropológica o demás- y su influencia en los personajes, en sus cambios, como termina sucediendo en la actitud del talentoso sonidista, y obviamente, un descenso a los infiernos en clave lynchiana.
Una película que no se debe tomar como un cuento de terror o una historia del género, sino como tributo al cine, al sonido, a sus artesanías y talentos, sin dejar de lado su manifestación implícita de ese género italiano que tantas muertes, incoherencias y elegancia le dieron al mundo del cine. Una más que recomendable obra, y un gran trabajo de director para tener en cuenta como Peter Strickland.
Alejado del tema de la película, es bastante reconfortante encontrar un sitio como Cine Tonalá, que además de sus eventos culturales, es una respuesta muy bien planificada para el cine en Bogotá, no sólo por sus película, sino por la calidad de su sala, con un sonido e imagen favorables, y en definitiva una opción para ver cine - y otros eventos- en la ciudad.
Zoom in: Seleccionada en varios festivales como Locarno y Sitges, nominada en Bafici y en el British Award a mejor película y actor.
Strickland, es un director fascinado por la cultura de Europa del este, y sus estilos cinematográficos, muchos de ellos con narrativas complejas o abstractas.
Berberian Sound..es resultado de uno de los primeros cortos de este realizador
Berberian Sound..es resultado de uno de los primeros cortos de este realizador
Montaje Paralelo: A Lisbon Story (1995) - Giallo (género) - Mullholland Drive (2001)
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