Afiche no oficial* |
"El que sufre tiene memoria."
Cicerón
Este evento, patrocinado por el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural y por la Corporación Suba al Aire, es el primer festival que pone en escena varios factores en donde su principal función es sensibilizar y dar a conocer tanto la convivencia ciudadana como la visibilización de las diversas formas patrimoniales de la ciudad de Bogotá, mostrándonos diversos grupos étnicos y sectores sociales que intervienen como objeto de estudio, realizadores, promotores y voz de estos factores que hacen parte de lo patrimonial.
Este festival que se realizó en diversas localidades de la ciudad, no sólo nos dio la oportunidad de ver documentales sino de acercarnos a las vivencias mismas de la localidad, sus sonidos musicales y las mismas voces de las personas de esas localidades.
Ya específicamente hablando de la película, el día martes en la Plaza de Lourdes (Bogotá), tuvimos la oportunidad de ver el último documental de Marta Rodríguez, exhibición que se hizo al aire libre (exactamente en una carpa al aire libre), con palabras de las personas de Suba al aire, música urbana y finalmente la presencia de la directora, un pequeño número de asistentes y un foro que dejó grandes reflexiones, principalmente de algunos niños y obviamente de la realizadora.
Fuente: festicineantioquia.com |
Marta Rodríguez, es una de las mejores y más conocida -sino la más conocida- documentalistas colombianas, su trabajo multipremiado en varios festivales es testigo no sólo de las opresiones de la oligarquías colombiana sino de la degradación misma de las multinacionales contra los pueblos raizales, indígenas y demás del país; la antropóloga y cineasta formada en París y en la Universidad Nacional de Colombia, ha trabajado en beneficio, como voz y ojos de los pueblos indígenas, los desplazados y comunidades oprimidas, ya sea a través del vídeo o del (formato) 16 mm, Rodríguez expresa y deja expresar a estas personas que muchas veces son silenciadas por las diversas fuerzas militares legales e ilegales del país.
Su cine documental directo, de denuncia, no sólo avala a estas comunidades sino que las ha formado y les ha entregado tanto a través de la cámara como de la enseñanza, el valor y el poder de la imagen que a través de los años se ha convertido en un medio ya no sólo de expresión o de lirismo sino de defensa o protección, como sucedió en diversas poblaciones indígenas y otras comunidades.
Este documental que mezcla material de archivo en 16mm de la propia Marta Rodríguez junto al ya fallecido Jorge Silva con material en vídeo - donde han intervenido desde el hijo de Marta hasta un colaborador habitual como Fernando Restrepo (con quien codirigió varios documentales)- de la lucha de los pueblos indígenas colombianos no sólo frente a los diversos organismos armados, guerra que durante 50 años, los ha explotado, desplazado y asesinado, que cada día cambia de protagonista, ideología, cultivo o planteamiento económico, pero sigue siendo el mismo resultado para el campesino y el indígena, que es la degradación de sus derechos, cultura y su propia tranquilidad.
Con la voz en off de Marta como narradora, e interviniendo directamente en las entrevistas, la realizadora se apropia de las diversas voces de quienes han pertenecido a estas luchas, de quienes han sido asesinados y de los que aún continúan en la búsqueda, que sus derechos y tierra sean respetados.
Este documental, que perfectamente es la unión de 40 años o 4 décadas de la visión de Rodríguez, de los testimonios de la etnias Nasa, Yanakonas, Guambianos, Emberas entre otros, es también un recorrido por las diversas marchas, protestas y convicciones de cambio, que éstos ven a través de estas movilizaciones.
Editada a lo largo 4 cuatro años por Fernando Restrepo, con diversos formatos y financiada por el Fondo para el desarrollo cinematográfico y la propia fundación de la directora, esta obra de noficción, es también, un reflejo de esos genocidios que llevan viviendo los pueblos indígenas desde hace más de 500 años.
Como suele suceder en la mayor parte de este tipo de documentales, y en el caso específico de este documental, tanto la producción, dirección e investigación corrió a cargo de la propia realizadora nacida en Bogotá.
Zoom in: El filme, de 55 minutos, fue financiado por el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y costó más de 50 millones de pesos (unos 26.000 dólares).1
Web: Marta Rodríguez
1. http://memoriadocumental.blogspot.com/2011/03/testigos-de-un-etnocidio-memorias-de.html
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