Imaginar un ojo no gobernado por las leyes de
la perspectiva hechas por el hombre, un ojo no-prejuiciado por la
lógica composicional, un ojo que no responde al nombre de todo, pero el
cual tiene que conocer cada objeto encontrado en la vida a través de la
aventura de la percepción. ¿Cuántos colores hay en un campo de hierba
para el bebé, que gatea ignorante del “verde”? ¿Cuántos arcoiris puede
crear la luz para el ojo no educado? ¿Cuán consciente de las variaciones
en las ondas de calor puede estar ese ojo? Imaginar un mundo poblado de
objetos incomprensibles y estremecido por una interminable variedad de
movimientos e innumerables gradaciones de color. Imaginar un mundo antes
de aquello de “al comienzo fue la palabra”.
Ver es retener-percibir. La eliminación
de todos los temores es, en la mirada, aquello a lo que tenemos que
aspirar. Una vez la visión pudo haber sido dada –lo cual parece
connatural al ojo del infante, un ojo que refleja la pérdida de la
inocencia con más elocuencia que cualquier otro rasgo humano, un ojo que
pronto aprende a clasificar miradas, un ojo que refleja el movimiento
del individuo hacia la muerte debido a su creciente inhabilidad para
ver.
Pero uno nunca puede regresar, ni
siquiera en la imaginación. Después de la pérdida de la inocencia, solo
el conocimiento puede equilibrar el vacilante eje. A pesar de ello
sugiero que existe una búsqueda del conocimiento extraña al lenguaje y
fundada en la comunicación visual, que demanda un desarrollo de la mente
óptica y dependiente de la percepción en el sentido original y más
profundo de la palabra.
Suponer que la Visión del santo y del
artista sea una habilidad incrementada para ver. Permitir a las llamadas
alucinaciones entrar al dominio de la percepción, aceptando que la
humanidad siempre encuentra una terminología despreciativa para todo lo
que no parece ser fácilmente usable; aceptar las visiones del sueño,
ilusiones o pesadillas, admitiendo incluso que las abstracciones, que
tan dinámicamente se mueven cuando apretamos los párpados, son
percibidas. Estar consciente del hecho de que no estás únicamente
influenciado por los fenómenos que focalizas y tratar de sondear el
sentido profundo de toda influencia visual. No hay necesidad de que el
ojo de la mente sea anestesiado después de la infancia, a pesar de que
en esa edad el desarrollo de la comprensión visual es casi
universalmente descuidado.
Esta es una edad en la cual no hay otro
símbolo para la muerte que el cráneo y los huesos propios de un estado
de descomposición... y es una edad que vive en el temor de la
aniquilación total. Es un tiempo obsesionado por la esterilidad sexual, a
la vez que casi totalmente incapaz de percibir la naturaleza fálica de
cada manifestación destructiva de sí mismo. Una edad que,
artificialmente, busca proyectarse como estado material dentro del
espacio abstracto y así satisfacerse mecánicamente, pues se ha cegado a
casi toda realidad externa que penetre a través de la vista e incluso a
la conciencia orgánica de las propiedades de los movimientos físicos que
expresan su propia perceptibilidad. Las primeras pinturas de las
cavernas que fueron descubiertas, demostraron que el hombre primitivo
tenía mayor comprensión que la nuestra de que el objeto de nuestro miedo
tiene que ser objetivado. La historia entera de la magia erótica es la
de la posesión del temor a través del aferramiento a él. La última
búsqueda de visualización ha sido dirigida hacia Dios, más allá de la
posible comprensión humana de que no puede haber amor donde se encuentra
el miedo. Aún más, en esta época contemporánea, ¿cuántos de nosotros
luchamos todavía para percibir profundamente nuestros propios niños?
El artista ha acarreado la tradición de
lo visual y la visualización a través de las épocas. En el presente,
unos pocos han continuado el proceso de la percepción visual en su más
profundo sentido y transformado sus inspiraciones en experiencias
cinematográficas. Ellos crean un nuevo lenguaje, hecho posible por la
imagen en movimiento. Crean donde mismo antes de ellos el miedo ha
creado la más grande necesidad. Están esencialmente preocupados y
negocian mediante sus imágenes con el nacimiento, el sexo, la muerte y
la búsqueda de Dios.
Traducción: Víctor Fowler Calzada
Esta es la sección inaugural del libro de Stan Brakhage Metáforas sobre la visión (1963), parte de la cual es reimpresa, junto con otros textos, en el libro Essential Brakhage: Selected Writings on Filmmaking(McPherson and Company, 2001.
Ver https://www.mcphersonco.com/?f[0]=shh&pdID=39)
Traducido y publicado con el permiso expreso de los Herederos de Stan Brakhage.
Miradas agradece a Fred Camper su
colaboración en la coordinación de nuestros contactos para la obtención
de los permisos correspondientes.
Stan Brakhage (1933-2003) es uno de los más importantes realizadores norteamericanos de cine experimental del siglo XX.
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26 ene 2012
Metáforas sobre la Visión. Stan Brakhage
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