“El cielo está sobrevalorado . En el cielo no hay nada, los espíritus no están atados a los lugares sino a las personas”
Película del impronunciable director tailandés, Apichatpong Weerasethakul, quien en un relato abierto a todo tipo de interpretaciones y enmarcado en una gran fotografía, nos narra los últimos días del Tío Boonmee, quien sufre de una insuficiencia renal y desea pasar esos días en el campo, rodeado de los suyos.
De ahí en adelante, la narrativa y el relato, toman dos caminos diferentes, y con el estilo lento y pausado del cine tailandés (por lo menos en este tipo de filmes), se visualiza un largometraje totalmente ajeno a los canónes líneales o no líneales de la narrativa, y se termina conformando en una película de retazos de gran estética fotográfica, pero de un absoluto sinsentido.
Una película que puede y deber ser igual de odiada y alabada, no sólo por el riesgo absoluto en su narrativa (casí suicidio), sino por que finalmente abre caminos en el relato cinematográfico, siendo sumayor virtud o por lo menos por lo que se le ha reconocido con varios premios.
Mi interpretación personal, además de, ni considerarla un bodrío insufrible o una obra maestra, es más cercana a lo obvio en este relato; vida y muerte, realidad y fantasía, un espejismo donde se acepta el camino de la muerte; con unos eternos planos, cuidados en extremo, tanto en fotografía como en composición, con diálogos intrascedentes y un lírismo que parece ser sólo comprendido por los críticos; si bien es cierto, que maneja un personalísimo estilo (por parte del director), también acude a las tradiciones y convenciones tailandesas (espirituales y demás) que hace diferente al relato, pero se desbordan en ostracismo interpretativo.
Zoom in: Ganadora de la Palma de Oro (bastante discutible)
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