Roberto Barrón
Aunque no se puede considerar a las reuniones familiares en el cine como un género -o subgénero- en sí mismo, varias de éstas, guardan ciertos lineamientos narrativos y estéticos, eso sí, entendiendo al género como: las fórmulas que aportan a la producción como escribe Altman o su estructura, e igualmente una especie de contrato que se exige con el público descritas por el mismo autor (1); los conflictos entre familias, sus secretos, y en cierto modo la transición entre sentimientos, es algo que podemos observar en varias de estas películas, que entre planos generales y medios, así como de los espacios y fotografía constrastada vemos el punto más bajo de las relaciones familiares, principalmente en obras de suspenso, terror o humor oscuro; elementos que desarrolla de manera efectiva con su ópera prima Caitlin Cronenberg, que acoge el guión del también productor Michael Sparaga; porque Humane es no sólo una película de ciencia ficción distópica en un futuro cercano, donde la sobrepoblación, y crisis ambiental, lleva a los gobiernos, a tomar la drástica medida de reducir el 20 por ciento de la población mundial, a través de un enrolamiento de eutanasia; decisión a la que se somete el patriarca de la familia York, y pondrá en conflicto a sus hijos, al sistema y a su misma clase social, sino que es un mordaz ejercicio sobre el nepotismo, las familias acomodadas y sus decisiones morales.
Cronenberg, hija del director canadiense, se aleja de su herencia cinematográfica, y adapta un estilo más cercano al humor negro y al suspenso incómodo, en la que una familia acomodada, como la mayor parte de este tipo de familias, no sólo guarda grandes secretos sino rencores, que en momentos de crisis pasarían fácilmente al crimen. Eso sí, la premisa de la crisis climática y cierto grado de extinción con fines benéficos, se presta de manera importante para mostrarnos que en el fondo, las clases acomodadas son el gran peligro de la humanidad, aunque aprecien mejor una sonata y refinada comida, como nos muestra la directora, en ese incómodo "happy end".
Como fotógrafa y diseñadora de modas, la directora se centra bastante en la imagen, sin caer en el artificio, por el contrario es una película bastante naturalista tanto en su puesta en escena tanto técnica como artística, con una fotografía sobria e inteligente montaje, donde resalta la música de Todor Kovarov, quien logra reforzar cierta incomodidad y misterio, que acentúan las actuaciones de esta familia en decadencia moral y fraternal; a destacar principalmente los papeles de Jay Baruchel y Emily Hampshire, que más allá de sus interpretaciones, logran con sus papeles generar toda la antipatía y en cierto modo, resumir a ciertas clases sociales, como al mismo Enrico Colantoni, la contraprte de éstos, con su mordacidad; igualmente, cada personaje cumple a cabalidad no sólo su papel en este entramado sino espejos de esta sociedad.
Una interpretación personal
Aunque la película debut de esta directora no es ni perfecta o redonda, es un ejercicio inteligente que refleja a la sociedad actual, característica que comparte con su hermano Brandon Cronenberg, que asumen las realidades actuales y logran encajarlas en su cine de género, con cierto aire crítico, sin perder la fórmula, que en este caso se puede quedar en la superficie, pero que no le resta al dramatismo tanto de la cena, y la decisión de ser el nuevo voluntario, y principalmente su final, que puede pecar de banal nihilismo, en el que importa más la familia que el mundo.
Cabe destacar el gran trabajo de montaje, las actuaciones - algo superlativas-, y ese feroz ataque a las elites y a los mismos sistemas económicos, que las avalan.
Montaje Paralelo: The Invitation (2015) - cenas familiares - distopía - Crisis climática
(1) Altman, Rick. Los géneros cinemtográficos. Paidos.
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