Friedrich Schiller
Por el filo de la espada o del hacha, no sólo se cruzan la piel y la sangre de otros, sino los destinos del hombre, convertidos en venganza, generando heridas más profundas y sin sentido, en la que los hombres poderosos se vuelcan a la carnicería de sus propias obsesiones, porque en la antigüedad, los ritos de sangre, propia y extraña, era parte de ese delgado hilo, que era la vida; mucho de esto lo pudimos observar en la nueva película de Robert Eggers, historia de venganza vikinga, donde lo trágico como lo sublime se unen. Eggers, toma un poco de la narrativa medieval danesa principalmente la figura de Amleth, predecesor de Hamlet y mucho de ese tono heroico pero brutal de la mitología nórdica, donde la muerte en batalla, el honor y la sangre, eran la vida misma, principalmente para los guerreros.
La tercera película, de Robert Eggers, es una saga vikinga, que sí bien no tiene nada que ver con sus películas anteriores, no deja de tener conexiones y elementos propios de un "universo" en el que, lo mitológico como lo místico se unen para penetrar en lo más profundo y oscuro de la mente humana.
El guion
Co- escrito con Sjon (Sigurjón Birgir Sigurðsson), artista e intelectual islandés junto a Eggers, quienes crean una obra de suspenso y drama histórico épico, donde la venganza filial será el motor de la historia. Con una Islandia medieval (siglo X) como fondo, el príncipe desheredado, buscará a toda costa, no sólo la venganza sino reivindicar a su padre, pero como en toda tragedia, las verdades y las mentiras, van por el mismo despeñadero.
Por los caminos del Valhalla: Fotografía, montaje y arte
Es indudable que el trabajo fotográfico en las películas de Robert Eggers, no sólo es esencial sino que es particularmente importante en su aspecto estético y plástico, porque muchas de sus imágenes emulan lo pictórico y a la vez lo simbólico, tanto a nivel narrativo como expresivo, en este caso la fotografía corre a cargo de un colaborador habitual de Eggers, el cinefotógrafo estadounidense Jarin Blashcke, quien no sólo toma riesgos formales sino parece conocer muy bien la pintura del siglo XIX, a las que muchas veces le ha dado el movimiento como sucedió con The Witch y Lighthouse; pero igualmente, es un director de fotografía que en términos técnicos y operativos, logra sacar sus mejores recursos, ya sea con la luz natural, artificial y con el mismo manejo del color.
La pausa, los planos largos han firmado la carrera del director estadounidense, en este caso con The Northman, el montaje ha sido más dinámico y cercano a eso que el mismo Eggers afirma como cine de estudios, para dicha labor, Louise Ford lo vuelve a acompañar, dándole mayor dinamismo y cierto aire épico, no sólo en las batallas sino en la misma confrontación entre los planos.
El mejor decorado, es el mismo paisaje con sus agrestes contrastes, eso si, complementado con un gran trabajo de vestuario, ambientación muy precisa en términos históricos y esa "suciedad" glamorosa de lo épico y pasado.
Los sonidos de la guerra
El trabajo musical de Robin Carolan y Sebastian Gainsbourgh, no sólo es efectivo sino que que concreta esa esencia épica, majestuosa y brutal de una época, una mezcla entre los sonidos propios de lo nórdico medieval pero en clave orquestal, con cierta modernización electrónica, sin perder su espíritu guerrero, de largo avance y fatalismo. Pero definitivamente la música de este dúo, se complementa con los pocos diálogos, silencios y sonidos paisajísticos de la desolación.
Los hijos de Loki: actores y actuaciones
Aunque en este tipo de obras es difícil determinar la calidad de las actuaciones, principalmente del protagonista, es decir un hombre solitario, silencioso y brutal por naturaleza, el papel de Skargard es lo suficientemente coherente con el relato, porque, quienes realmente se llevan el peso de la historia, son las mujeres, es decir, la maquiavélica Nicole Kidman, y su contraparte, Anna Taylor Joy, la esperanza, una sobreviviente; cada una portadora de vida, en una época de muerte; de todas formas, cabe destacar los pocos minutos de Ethan Hawke y del siempre ambiguo Ralph Ineson, quien ya había colaborado con Eggers en The Witch, en una papel, siempre al borde, del bien y del mal.
Bienvenidos a Hel: es decir, la crítica
Robert Eggers es uno de esos directores muy bien apreciado por este blog, no sólo porque sus obras le han dado un importante viraje al cine de género con su propia autoría, sino porque es uno cargado de imágenes elocuentes, con una mitología propia que parece extenderse en su breve cinematografía; aunque The Northman, puede ser la más impersonal de sus películas, eso no le quita a la misma, sus rigurosos estudios psicológicos, traducidos a unos ambientes opresivos y decadentes, al igual que sus imágenes tan pictóricas como brutales, esa idea de lo escatológico, que no escapa a cierta ritualidad.
Una película que parece conectar con su primera obra, es decir con The Witch, o por lo menos el personaje femenino, y la idea de la brujería, al igual que con la dualidad: psicológica, situacional y moral de los personajes, de las otras dos películas. Un trabajo, que entre el blockbuster, lo autoral y la violencia desmedida, funciona tanto visual como narrativamente, porque su historia, tan simple como universal, no es ajena a ciertas cargas emocionales de este director. Una obra para repetir.
Montaje Paralelo: Valhalla Rising (2009) - Hamlet - Vikingos
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