Podemos entender la Novela Gráfica, como una publicación en la que su autor interviene tanto en la escritura como en la parte gráfica, conteniendo una historia única y cerrada, pero también, la podemos percibir como un relato personal, reflexivo o autobiográfico, en el que además del gran talento en lo ilustrativo también lo está en cómo se cuenta la historia o se entiende la misma, que es lo que pudimos ver en el trabajo del ilustrador Pablo Auladell, quien toma sus recuerdos de la película El Acorazado Potemkin de Serguei Eisentein, y lo transforma no sólo en su propia interpretación si no en un guión gráfico y explicación de la misma obra.
Los realistas pero certeros dibujos al carbón de Auladell, son una mezcla de lo que Eisentein quiso también imprimir en su obra: subjetividad y homenaje, eso sí, el ruso desde el montaje y la puesta en escena, el ilustrador español, desde la gráfica y la memoria.
El autor sintetiza tres de las más importantes secuencias que tiene esta película, incluyendo las escaleras de Odessa, y la muerte del marinero Vakulinchuk, cada una apelando a la evidencia gráfica del largometraje, pero también, a cierta necesidad de ejercicio mental por parte del autor, que no duda en colocar unos fragmentos de color rojo, no sólo como parte de la narrativa, de la memoria sino del mismo triunfo ideológico, de la obra.
De esos materiales imprescindibles tanto para lo amantes del cine, del cómic, como de la ilustración y hasta de la literatura tipo memoir, porque la obra del artista español, tiene un poco de lo anteriormente citado, pero a la vez es una obra original, pensada como un storyboard tardío, o el desentrañamiento de esa obra maestra de Sergei Eisenstein.
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