La vida es una obra de teatro que no permite ensayos; por eso canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida…antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos
Qué sería del cine sin la figura de Charlot o de ese vagabundo de buen corazón, que con un sombrero bombín, su particular bigote y andar, conquistó al Hollywood de la década del 20 así como a gran parte del mundo, por sus historias sensibles y humanas, cargadas de humor, una que otra lágrima y bastante amor, que también prodigó en su vida el cineasta, actor, comediante, guionista y músico nacido en Inglaterra; al cual le debemos reconocer, que puso en escena, su vida, obsesiones, miedos y recuerdos, mucho antes que la idea del auteur apareciera, porque Chaplin fue uno de esos artistas totales del siglo XX, que sin haber sido ajeno a la sombras y luces de Hollywood, como de la misma sociedad, sus aportes siguen siendo tan reconocibles como su apariencia .
so sí, para este apartado nos centraremos en tres de los primeros largometrajes o de más de cinco bobinas, en el que el personaje de The Tramp se hace reconocible, porque, aunque entendemos que las apariciones de Chaplin con la Keystone, la Mutual o la Essenay fueron importantes, fue con la United Artist, que el artista pudo explotar todos sus recursos.
Para este especial, escogimos, la que se considera su primer largometraje - es decir más seis bobinas - The Kid (1921), y dos de las obras en las que tiene control total en la United Artist: The Golden Rush (1925) y The Circus (1928), descartamos a Women of Paris o City Lights, la primera porque no la hemos visto y se descarta la figura del vagabundo y la otra, porque ya la reseñamos; en cierto sentido escogimos el pack The Charlie Chaplin Collection y no una selección aleatoria, aunque eso sí, ajustada a la figura de Charlot, el vagabundo, Carlitos y los otros nombres que recibió en el resto del mundo.
Aunque dejamos en evidencia de cuáles películas vamos a escribir, también cabe resaltar que en el caso The Golden Rush, vimos la versión con comentarios de Chaplin y la restaurada de The Kid, no sólo para entender el orden de estos análisis, sino para comprender que seleccionamos tres obras en las que la figura del vagabundo fue relevante pero también una construcción o evolución de su figura, que tiene mucho que ver con los privilegios y apropiaciones de su marca, es decir el vagabundo de buen corazòn: Charlot o The Tramp.
The Kid (El chico)
Una de las películas más sensibles de Chaplin, no sólo porque esta recuerda las tristes vivencias de su propia infancia, dispuesta en la figura de Jackie Coogan (el niño), sino por la relación paternal - amistad que se conforma entre el vagabundo y el chico. También podemos entender a esta película como un punto de quiebre en la carrera de Chaplin, rompiendo su "relación" con el cortometraje, además de darle forma a la figura del vagabundo, una mezcla de inocencia, viveza y ternura, expresadas en secuencias como la de los pancakes, la pelea para proteger al niño, o ese sueño, en el que el vagabundo entiende su cariño por el huerfano.
Humor y drama, fueron elementos constantes en la obra de Chaplin, pero con The Kid, éstos elementos se confunden, principalmente cuando aparece la madre del niño - ahora una mujer adinerada, que cuida de la infancia-, que se pueden evidenciar en dos escenas, en las que el abrazo y las lágrimas, serán protagonistas.
Hay algo particular en esta obra, si bien Chaplin se desempeña como el gran autor de la película: dirige, escribe, produce, quien realmente la protagoniza, es el niño; el vagabundo es un acompañante, una figura tan paternal como pícara, pero eso mismo es lo que hace más sensible esta historia de inquilinatos, pequeñas habitaciones, niños abandonados, hambre pero también de esos pequeños instantes de ternura, que parece ser la vida.
La infancia de Chaplin
Qué Chaplin hace un ejercicio de catarsis con The Kid, lo percibimos en la historia, que tiene tintes biográficos, también, pero cabe resaltar que Chaplin también se ve reflejado en la figura de Jackie Coogan, niño-actor, tan simpático como inteligente, pero que desde muy pequeño ya se ganaba la vida con y en los escenarios. Creo, que esa amistad - admiración se evidencia en los 68 minutos, en el que un hombre adulto y un niño, replican esa idea que educar, es lo más humano posible.
A mi todo lo de Chaplin me gusta, lo que no sería muy bien aceptado por los surrealistas, quienes veían en el autor inglés, mucha sensibilidad, pero creo, que eso es lo que finalmente hizo de Chaplin una figura tan relevante. Aunque también puedo escribir con toda sinceridad, que no todo en The Kid me gusta por completo, por ejemplo la escena del sueño, todo lo demás tanto para reir como para llorar, no sólo es efectivo dramaturgicamente sino con el estilo de dicho autor.
The Gold Rush (La quimera de oro)
En alguna entrevista Chaplin decía que The Gold Rush era su película favorita o en la que más se había esforzado, y eso lo podemos comprobar en muchas de las secuencias más arriesgadas o sublimes - cabe recordar que el inicio se hizo en escenarios naturales- como en el mismo tono de la historia, y esos recursos tan chaplinianos tanto para hacer reír como para tomar conciencia sobre un acontecimiento, en este caso La fiebre del Oro en Alaska; pero más allá de eso esta película, es un producto Chaplin no sólo porque escribió, dirigió, hizo la música y editó sino porque es su segunda obra con la United Artists, compañía que fundó con Mary Pickford, D. Fairbanks y D.W Griffith, es decir, Chaplin tenía el control total de su obra, y esto se ve reflejado en secuencias tan hilarantes pero calculadas en su forma, como la gallina gigante, alucinación de uno de los hambrientos compañeros que se refugian con Charlot en una cabaña en el medio de la nada, o la famosa rutina de baile con los panecillos y cubiertos, así como las acrobacias en el hielo, o la poco recomendable cena de zapato y cordones. Eso sí, en un giro del destino, todas las incomodidades, burlas y tristezas del amable vagabundo, se convertirán en fortuna tanto para él como para su compañero Big Jim McKay (Mack Swain) uno de los actores y compañeros habituales de Chaplin.
Aunque esta versión la vi con los comentarios - diálogos de Chaplin (reestreno que se hizo en los años 40) se vuelve una experiencia extraña, contradictoria sí se quiere a la naturaleza del Chaplin de la década del 20, que también se puede percibir casi como un benshi en el cine mudo japonés, pero con el humor y las características del amable vagabundo. La voz con tintes dramatúrgicos, aliviana ciertos "huecos narrativos" de la mudez cinematográfica, como a la vez reitera en lo que la imagen ha evidenciado, aún así esto no cambia el disfrute de la obra, aunque probablemente sí cierta elocuencia de la misma, la de la mímica, como escribía Chaplin en esa carta contra el sonido en el cine, una de esas - tantas- paradojas del cine como de sus autores.
Eso sí, no voy a negar que a mi el final de esta obra, es el que menos me gusta, demasiado feliz y forzado, aún para reconocer cierta paradoja chapliniana, pero esto no le quita las bondades y cualidades del resto del metraje, en el que el humor está asegurado.
The Circus (El circo)
Pero debo reconocer que de las tres películas, la que más disfruté, y en la que me reí a 24 cuadros por segundo fue The Circus, obra en la que el vagabundo descubre que su humor es fruto de la casualidad, una de las premisas que mejor dispuso Chaplin a su obra; también, porque con esta obra encontró cierto aire reflexivo sobre lo que estaba pasando con el cine, y su propio papel; pero ante todo, es una película en la que cada gag, cada sentimiento están perfectamente ajustados. Secuencias como la del vagabundo encerrado con un león, la persecución del burro que en cierto modo le da la entrada al vagabundo al circo, las tiernas miradas con la jinete circense (Merna Kennedy) y el final, en el que propio Chaplin, se ve a sí mismo como un solitario en medio de un arte que había configurado, aquí el happy end, es un poco más amargo, y más a tono con la naturaleza del vagabundo, que siempre como decía Roman Gubern, estaba detrás de un destino, que era no tener destino.
En conclusión
Chaplin en estado puro, y una década impactante para el autor inglés, en el que a través de su obra no sólo generaba humor sino que reflexionaba sobre su propia condición en el mundo, que cada vez más establecía unos parámetros particulares y un estilo, en el que la risa era el mejor catalizador para mostrar las realidades de un mundo, el suyo y el de una sociedad que muchas veces como al vagabundo, no entendían, o mejor no quería ser entendido.
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