pues ésta era de ladrillo y cemento."
La última película que pude ver en la Cinemateca Distrital, antes de la cuarentena, fue La casa lobo, obra de animación chilena dirigida en conjunto por Joaquín Cociña y Cristobal León, quienes se pueden dar el lujo de decir, que es la primera obra -larga- stop motion de su país; la cual nos recuerda a los cuentos infantiles pero llevados a los extremos del terror y la pesadilla del pasado reciente chileno. Cociña y León, ligados a la experimentación y lo artístico; con esta película han recibido el favor de la crítica y los festivales, no sólo por la calidad de la obra sino por el acercamiento "vivencial" de la misma, en la que, las referencias a los cuentos de hadas, como a la excéntrica comunidad religiosa alemana y la misma dictadura, cobran un valor didáctico o experiencial en este largometraje; porque lo que Cociña y León quieren traducir, está en el orden de lo simbólico más que de lo narrativo.
La obra escrita por los dos artistas junto a Alejandra Moffat, es un ejercicio de memoria, de experimentación y trabajo metafórico, en su sentido más elocuente, porque sí bien la obra se puede sintetizar en una chica que se refugia en una cabaña en el bosque, huyendo de una secta religiosa; y dicha casa se convertirá o reaccionará a los sentimientos de la joven, lo que realmente se quiso explicar con esta obra, fue: las oscuras vivencias de la dictadura chilena y la figura del ex militar nazi Paul Schaffer y su colonia dignidad, que como le sucede a Maria, la chica de la cabaña, sufrirá las consecuencias, no sólo de sus propios sentimientos sino de su inocencia, que se irá transformando, en una pesadilla de dolor y arrepentimiento.
Pero, donde vale la pena recalcar en esta obra, está en su parte visual o en la técnica, no solo del stop motion, sino de lo puppets que construyeron en tamaño real, hechos en materiales reciclados - los cuales se evidencian en las secuencias-, además de la itineraria del trabajo, no sólo porque les tomó cinco años realizarla, sino por en esos viajes exponían, armaban los sets e iban grabando,una labor titánica y experimental, en la ue el concepto estaba a la par de lo narrativo. Porque es innegable, que La casa lobo, es un trabajo que está en el orden de lo onírico o pesadillesco, sin alejarse del retrato oscuro de lo que fue la dictadura, y sus muchas historias cada una más truculenta, que sólo a través del cuento infantil puede ser explicada o mejor elucubrada.
Un excelente trabajo, complejo por su misma experimentación y forma, pero a la final un ejercicio tan bien ejecutado como pensado, donde memoria, miedo y dolor, se experimenta o se sufre como lo hicieron muchas de las personas que pertenecieron a dicha secta o que simple o sencillamente pensaba diferente a Pinochet y sus medidas. Una película muy recomendable,a ala que toca ir muy despierto y con la mente bien abierta.
Zoom in: Premiada o seleccionada en diversos festivales, principalmente Berlin y otros.
Montaje Paralelo: Jan Svanmajer - Stop Motion - Experimental
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