"En el momento que Sternberg alcanzó la cima del cine llegó el cine sonoro. Hubo que volver a empezar, se hicieron óperas para ser oídas y se lo olvidó." Borges en El Escritor y su Obra*
Entre el humo de las calderas de un barco y el cigarrillo, varios hombres, de aspecto sucio y cansado, se toman un respiro previo, a su única jornada de descanso al llegar a los puertos de Nueva York, Bill (George Bancroft), uno de estos hombres, de aspecto rudo, salva a una mujer del suicidio, Mae (Betty Compson), de ahí en adelante, en esas 24 horas, el amor, la muerte y la conciencia, se tomarán la pantalla, entre luces y sombras, bruma y un cuidado diseño visual, en el que siempre destacó el austriaco radicado en los Estados Unidos, Josef Von Stenberg; una de las figuras más representativas del cine clásico hollywoodense, no sólo por ser uno de los iniciadores del cine de gángsters (La ley del Hampa) sino por poner en sociedad a Marlene Dietrich, con quien compartió una fructífera y exitosa carrera.
Stenberg, como reconoce en su autobiografía (Diversión en una lavandería china), y como otros han señalado, poco le importaba las historias, sino los ambientes, donde la sordidez, el exotismo y el erotismo iba de la mano, como sucede en Los Muelles de Nueva York, una de sus películas más celebradas al día de hoy, aunque en su momento, fuera ignorada.
El guión, adaptado por Jules Furtham de la novela homónima de John Monk Saunders, es la historia de amor de dos desadaptados, una prostituta y un fogonero, en su único día de descanso, sin embargo, lo que logran Furtham junto a Von Stenberg, es ambientar en tres escenarios, igual de sórdidos, una primigenia fábula de decadencia lírica, como lo hará más adelante el realismo poético francés.
Contada en el transcurso de 24 horas, la relación entre Bill y Mae, un amor de puerto, pasajero, es la excusa para mostrar un pequeño mundo, un anacrónico Nueva York , lleno de violencia, prostitución y borrachos, en los que encajan a la perfección nuestra pareja protagonista; cada uno salvándose, de su propio infierno, vivirán un idílico sueño, que acabará con el alba, como los barcos que parten de los muelles de Nueva York.
Podemos decir, que este melodrama contado en tres actos, nos presenta al fogonero, y su dura forma de vida, una segunda parte -que es el todo de la obra-, cuando conoce a Mae, al rescatarla del suicidio, su matrimonio pasajero, y el asesinato de un hombre, por el que arrestarán a la mujer, y una tercera parte, en el que la redención, se ajustará a una especie de final feliz
Pero a la final, lo mas importante de este trabajo es su parte visual, empezando por la impresionante fotografía de Harold Rosson (Wizard of Oz, Singing in the Rain), uno de los más representativos cinematógrafos estadounidenses, que hizo del color, su mayor expresión, sin embargo, con Docks of New York, logra sintonizar con el estilo y ambiente del director austriaco, es decir, el manejo de las sombras, la bruma de las calderas y los puertos, el contraste del blanco y negro, además de esas luz típicamente hollywoodense (iluminación de tres puntos), en el que el rostro femenino brilla, como en un cuadro renacentista; es decir Rosson, utiliza sombras, siluetas y contrastes para narrar, para establecer los sentimientos de sus personajes, tan conflictuados y confundidos como las texturas diseñadas por el fotógrafo nacido en Nueva York.
También hay que reconocer el excelente montaje de esta película, empezando por la secuencia en que Bill rescata a Mae, un fuera de campo, en el que los detalles, el reflejo en el agua, las gotas que salpican, el salto del hombre, todo es un "sugerir antes que mostrar", como analiza Juan Carlos González en su articulo sobre este clásico del cine.(1), así como otras secuencias tanto en el bar, en la habitación del hotel y la misma estructura de la obra.
Pero el gran fundamento de Von Stenberg, fue la capacidad de moldear a esas grandes estrellas que desfilaron bajo su mando, una especie de Pigmalión(2), de carácter explosivo y dictatorial, que llevó al máximo a Betty Compson, es muchas de las secuencias, donde el dolor, el miedo y el llanto, se evidenciaron en escena como explica Kevin Bronlow (3). Es decir, las actuaciones tanto de Bancroft, que había trabajado en la anterior película de Stenberg, como de Compson y de Olga Blacanova, son excepcionales, porque resumen bastante bien el carácter de la época y de la misma dramaturgia hollywoodense como del cine B y de las tragedias criminales.
El tipo rudo y aventurero hardbolied, es explotado de manera eficiente por George Bancroft, así como la Blacanova, es una perfecta femme fatale y las penurias del bajo mundo recae sobre la joven Compson, es decir, nos encontramos frente a una obra pre-noir, pre-realismo poético y con la elegancia característica de Von Stroheim y del cine silente. Lo anterior, son suposiciones de quien escribe, lo que sí es cierto, es que al día de hoy The Docks of New York es una obra maestra del cine silente, aclamada por el propio Borges y para la Librería del Congreso de los Estados Unidos, una película significativa histórica y estéticamente (4), frente a lo anterior, estamos más que de acuerdo, una de las mejores obras que he visto del cine mudo, que sí bien puede pecar en su historia, es visualmente impresionante y con una atmósfera digna del expresionismo.
Zoom in: Estrenada en el mismo año que el Cantante de Jazz de Al Jonson, y de cierta forma una de las últimas películas mudas de la época, posiblemente afectando su recepción en ese momento.
Montaje Paralelo: Le jour se léve (1939)
Referencias
* El Escritor y su Obra, entrevistas de George Charbonnier, Siglo XXI, México 1967.
(1) https://www.tiempodecine.co/web/el-puerto-de-las-brumas-los-muelles-de-nueva-york-de-josef-von-sternberg/
(2) https://www.elmundo.es/elmundo/2009/05/13/cultura/1242232445.html
(3) Kevin Brownlow, The parade’s gone by…., Berkeley, University of California Press, 1968, p. 193 (tomado del texto 1.
(4)https://en.wikipedia.org/wiki/The_Docks_of_New_York
El guión, adaptado por Jules Furtham de la novela homónima de John Monk Saunders, es la historia de amor de dos desadaptados, una prostituta y un fogonero, en su único día de descanso, sin embargo, lo que logran Furtham junto a Von Stenberg, es ambientar en tres escenarios, igual de sórdidos, una primigenia fábula de decadencia lírica, como lo hará más adelante el realismo poético francés.
Contada en el transcurso de 24 horas, la relación entre Bill y Mae, un amor de puerto, pasajero, es la excusa para mostrar un pequeño mundo, un anacrónico Nueva York , lleno de violencia, prostitución y borrachos, en los que encajan a la perfección nuestra pareja protagonista; cada uno salvándose, de su propio infierno, vivirán un idílico sueño, que acabará con el alba, como los barcos que parten de los muelles de Nueva York.
Podemos decir, que este melodrama contado en tres actos, nos presenta al fogonero, y su dura forma de vida, una segunda parte -que es el todo de la obra-, cuando conoce a Mae, al rescatarla del suicidio, su matrimonio pasajero, y el asesinato de un hombre, por el que arrestarán a la mujer, y una tercera parte, en el que la redención, se ajustará a una especie de final feliz
Pero a la final, lo mas importante de este trabajo es su parte visual, empezando por la impresionante fotografía de Harold Rosson (Wizard of Oz, Singing in the Rain), uno de los más representativos cinematógrafos estadounidenses, que hizo del color, su mayor expresión, sin embargo, con Docks of New York, logra sintonizar con el estilo y ambiente del director austriaco, es decir, el manejo de las sombras, la bruma de las calderas y los puertos, el contraste del blanco y negro, además de esas luz típicamente hollywoodense (iluminación de tres puntos), en el que el rostro femenino brilla, como en un cuadro renacentista; es decir Rosson, utiliza sombras, siluetas y contrastes para narrar, para establecer los sentimientos de sus personajes, tan conflictuados y confundidos como las texturas diseñadas por el fotógrafo nacido en Nueva York.
También hay que reconocer el excelente montaje de esta película, empezando por la secuencia en que Bill rescata a Mae, un fuera de campo, en el que los detalles, el reflejo en el agua, las gotas que salpican, el salto del hombre, todo es un "sugerir antes que mostrar", como analiza Juan Carlos González en su articulo sobre este clásico del cine.(1), así como otras secuencias tanto en el bar, en la habitación del hotel y la misma estructura de la obra.
Pero el gran fundamento de Von Stenberg, fue la capacidad de moldear a esas grandes estrellas que desfilaron bajo su mando, una especie de Pigmalión(2), de carácter explosivo y dictatorial, que llevó al máximo a Betty Compson, es muchas de las secuencias, donde el dolor, el miedo y el llanto, se evidenciaron en escena como explica Kevin Bronlow (3). Es decir, las actuaciones tanto de Bancroft, que había trabajado en la anterior película de Stenberg, como de Compson y de Olga Blacanova, son excepcionales, porque resumen bastante bien el carácter de la época y de la misma dramaturgia hollywoodense como del cine B y de las tragedias criminales.
El tipo rudo y aventurero hardbolied, es explotado de manera eficiente por George Bancroft, así como la Blacanova, es una perfecta femme fatale y las penurias del bajo mundo recae sobre la joven Compson, es decir, nos encontramos frente a una obra pre-noir, pre-realismo poético y con la elegancia característica de Von Stroheim y del cine silente. Lo anterior, son suposiciones de quien escribe, lo que sí es cierto, es que al día de hoy The Docks of New York es una obra maestra del cine silente, aclamada por el propio Borges y para la Librería del Congreso de los Estados Unidos, una película significativa histórica y estéticamente (4), frente a lo anterior, estamos más que de acuerdo, una de las mejores obras que he visto del cine mudo, que sí bien puede pecar en su historia, es visualmente impresionante y con una atmósfera digna del expresionismo.
Zoom in: Estrenada en el mismo año que el Cantante de Jazz de Al Jonson, y de cierta forma una de las últimas películas mudas de la época, posiblemente afectando su recepción en ese momento.
Montaje Paralelo: Le jour se léve (1939)
Referencias
* El Escritor y su Obra, entrevistas de George Charbonnier, Siglo XXI, México 1967.
(1) https://www.tiempodecine.co/web/el-puerto-de-las-brumas-los-muelles-de-nueva-york-de-josef-von-sternberg/
(2) https://www.elmundo.es/elmundo/2009/05/13/cultura/1242232445.html
(3) Kevin Brownlow, The parade’s gone by…., Berkeley, University of California Press, 1968, p. 193 (tomado del texto 1.
(4)https://en.wikipedia.org/wiki/The_Docks_of_New_York
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