30 may 2019

Somos Calentura: Bailando bajo ....


                                          "Todo en el universo tiene ritmo. Todo baila."
                                                                                          Maya Angelou

Definir al cine musical como un género en el que el baile o los fragmentos musicales hacen parte del desarrollo narrativo se puede quedar corto como concepto o expresión cinematográfica, y mucho más si observamos al cine contemporáneo de diversas latitudes, aún dentro de la nuestra, como lo pudimos ver en Somos Calentura del cineasta caleño Jorge Navas, que en sus dos largometrajes ha jugado con los géneros cinematográficos, estableciendo nuevos parámetros, haciendo uso de las narrativas autóctonas del país y  con ese concepto de hibridación cinematográfica, que ya de por sí, propone nuevos estilos o por lo menos otras visiones - de país, de cine e historias -; de este realizador nacido en Cali, del que ya habíamos reseñado La Sangre y la Lluvia y su corto Alguien Mató algo, vuelve a aparecen en este espacio, para ser analizada su última producción (2018). Navas, considerado como uno de los cineastas más reconocidos del país y un prolífico realizador, que tanto en la publicidad, el documental y la televisión ha dejado huella, premios y reconocimientos, logrando un "estilo" definido o por lo menos una particularidad en su obra.

Fuente: ondas
Con Somos Calentura, se hace eco de la gente del pacífico, específicamente del Puerto de Buenaventura, un lugar de tránsitos, violencias, esperanzas y ritmos sensuales, que a la par viven los jóvenes de este espacio lleno de riqueza, miseria y las dualidades de un país en conflicto. El guión de Diego Vivanco y Steven Grisales, más que reflejar la conocida violencia del país, lo que refleja es la condición de una sociedad, que como la de Buenaventura, está llena de historias de vida, donde el baile, la música y el ritmo hacen parte de la realidad de los jóvenes que la habitan;  es en este punto donde aparece Harvey y sus compañeros de baile, los cuales se tendrán que debatir  si cambian la violencia por el baile y las balas por el verso (1)

Si bien el guión no está exento de lugares comunes, o mejor de arquetipos propios del género, logra mezclar de manera afortunada los parámetros del cine de  acción, lo musical, el  coming of age y un heroísmo de personajes grises, sujetos a sus condiciones de vida. Para destacar, la estructura argumental  para que el personaje principal vuelva a la vida criminal, y la resolución de la obra, en la que la ambigüedad entendida como lo pasional, deja abierto el final de la misma.




Vale la pena resaltar el trabajo fotográfico de Luis Otero, que tanto en el naturalismo de los exteriores como en la expresividad y contraste de las secuencias de baile, logra manifestar no sólo el apasionamiento de estos jóvenes sino de la belleza natural de este puerto. Los colores neón de las pistas de baile son tan ambiguas como la monocromía  de las calles y del pacífico. Hay un juego de contrastes, no sólo lumínico sino en la disposición del color, que hace eco de la misma complejidad de  estos jóvenes y sus sensaciones.

Un trabajo en el que el montaje y música, en este caso de Chobquitown, se fusionan para dar ese dinamismo propio del género, donde lo rítmico es esencial, y las secuencias de acción como de baile están muy bien montadas y trabajadas, no sólo en la parte técnica sino en la relación de causalidad y expresividad, como lo podemos ver en el primer concurso de baile, donde los enfrentamientos no sólo recurren a los planos- contraplanos sino a una serie de recursos propios del cine de acción, del rap,del videoclip y demás, que le dan mucha más fuerza y veracidad a ese concepto de pasión  o hasta de "calentura" en todos los sentidos. 

Aunque estamos frente a un trabajo coral, refiriéndonos a las actuaciones, destaca principalmente Duván Arizala, que de cierta forma, es el eje de la narración, no sólo buscando salir de este complejo lugar  (Buenaventura) sino establecer sus virtudes en el baile y sus lazos de amistad. De resto, las demás actuaciones son bastante interesantes pero no ajenas a errores de actores naturales o primerizos.  


Un trabajo que vale la pena ver, porque la violencia es un background, una excusa para hablar de música, de pasión e insertarla en un género, en la que todas estas representaciones funcionan; también porque el trabajo fotográfico es destacado y juega de la mejor manera con lo que se está contando y con lo que se está viendo, y de cierta forma porque estetiza el naturalismo de la violencia o la guerra, y en eso no sólo aciertan Navas y Otero sino los guionistas. De resto, un trabajo de buena calidad, que  además de una narrativa efectiva, está muy bien pensada desde su estructura genérica, es decir lo musical.


Zoom in:  La esencia del proyecto transmedia es la empoderar a los jóvenes a través de su talento, la música y el baile, re-definiéndolos como los "Nuevos Guerreros del Beat". La película Somos Calentura (We are the Heat) es una de las multiples historias que Steven Grisales y Juan DiazB han desarrollado para diferentes plataformas, incluyendo narrativas documentales, cómics​ y shows en vivo.(2) (3)

Montaje Paralelo: Musical 







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