6 dic 2017

Cine y Literatura: Buster Keaton en letras



Siempre es importante descubrir o profundizar en personajes como Buster Keaton, como el día de ayer se hizo en el BECMA (Biblioteca especializada en cine y audiovisuales) de la Cinemateca Distrital, en sus encuentros de Lecturas de Película, donde se conversa y ahonda en diversos personajes de la cinematografía mundial, como en este caso se hizo sobre el nacido en Kansas y uno de los actores fundamentales del slapstick y la comedia muda americana; además de hablar sobre Keaton, descubrimos un libro -Contra la infección sentimental. Anagrama- que trata sobre éste, ya no desde lo biográfico sino desde lo literario, la poesía, el teatro y otras manifestaciones, le dieron cabida a este inexpresivo pero grandioso acróbata de la imagen en 16 fotogramas por segundo.  


La BECMA hace parte de la Red de Bibliotecas Iberoamericanas del Cine BIBLIOCI (www.biblioci.org) y facilita el acceso a sus colecciones en el sexto piso de la Cinemateca Distrital en horario de lunes a viernes de 8:00 am. a 5:30 pm. Tel (571)3795750 ext 3403. Correo electrónico: juan.gonzaleznavarrete@idartes.gov.co / angelica.reyes@idartes.gov.co




Buster Keaton busca por el bosque a su novia, que es una verdadera vaca. (poema)
                                                                                                  Rafael Alberti

1, 2, 3 y 4 
En estas cuatro huellas no caben mis zapatos. 
Si en estas cuatro huellas no caben mis zapatos, 
¿de quién son estas cuatro huellas? 
¿De un tiburón, 
de un elefante recién nacido o de un pato? 
¿De una pulga o de una codorniz?

(Pi, pi, pi.)

¡Georginaaaaaaaaaa! 
¿Donde estás? 
¡Que no te oigo Georgina! 
¿Que pensarán de mi los bigotes de tu papa? 
(Papaaaaaaaa.) 
¡Georginaaaaaaaaaaa! 
¿Estás o no estás? 
Abeto, ¿donde está? 
Alisio, ¿donde está? 
Pinsapo, ¿donde está? 
¿Georgina paso por aquí? 
(Pi, pi, pi, pi)

Ha pasado a la una comiendo yervas. 
Cucu, 
el cuervo la iba engañando con una flor de resada. 
Cuacua, 
la lechuza, con una rata muerta.

¡Señores, perdonadme, pero me urge llorar! 
(Gua, gua, gua)

¡Georgina! 
Ahora que te faltaba un solo cuerno 
para doctorarte en la verdaderamente útil carrera de ciclista

y adquirir una gorra de cartero.

(Cri, cri, cri, cri)

Hasta los grillos se apiadan de mí 
y me acompaña en mi dolor la garrapata. 
Compadécete del smoking que te busca y te llora entre aguaceros

y el sombrero hongo que tiernamente 
te presiente de mata en mata.

¡Georginaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! 
(Maaaaaa).

¿Eres una dulce niña o una verdadera vaca? 
Mi corazón siempre me dijo que eras una verdadera vaca. 
Tu papa, que eras una dulce niña. 
Mi corazón, que eras una verdadera vaca. 
Una dulce niña. 
Una verdadera vaca. 
Una niña 
Una vaca. 
¿Una niña o una vaca? 
O ¿una niña y una vaca? 
Yo nunca supe nada.

Adiós, Georgina. 
(¡Pum!)


El paseo de Buster Keaton (Teatro)
                      Federico García Lorca



GALLO. Quiquiriqui.


(Sale Buster Keaton con sus cuatro hijos de la mano.)

BUSTER K. (Saca un puñal de madera y los mata.)
¡Pobres hijitos míos!

GALLO. Quiquiriquí.

BUSTER K. (Contando los cuerpos en tierra.)
Uno, dos, tres y cuatro. (Coge una bicicleta y se va.)

(Entre las viejas llantas de goma y bidones de gasolina, un negro come su sombrero de paja.)

BUSTER K.
¡Qué hermosa tarde!

(Un loro revolotea en el cielo neutro.)

BUSTER K.
Da gusto pasear en bicicleta.

EL BÚHO.
Chirri, chirri, chirri, chi.

BUSTER K.
¡Qué bien cantan los pajarillos!

EL BÚHO.
Chirrrrrrrrrrrr.

BUSTER K.
Es emocionante.

(Pausa. Buster Keaton cruza inefable los juncos y el campillo de centeno. El paisaje se achica entre las ruedas de la máquina. La bicicleta tiene una sola dimensión. Puede entrar en los libros y tenderse en el horno de pan. La bicicleta de Buster Keaton no tiene el sillón de caramelo, ni los pedales de azúcar, como quisieran los hombres malos. Es una bicicleta como todas, pero la única empapada de inocencia. Adán y Eva correrían asustados si vieran un vaso lleno de agua, y acariciarían en cambio la bicicleta de Keaton.)

BUSTER K. 
¡Ay amor, amor!

(Buster Keaton cae al suelo. La bicicleta se le escapa. Corre detrás de dos grandes mariposas grises. Va como loca, a medio milímetro del sueño.)

BUSTER K. (Levantándose.)
No quiero decir nada. ¿Qué voy a decir?

UNA VOZ.
Tonto.

BUSTER K.
Bueno.
(Sigue andando. Sus ojos infinitos y tristes como los de una bestia recién nacida, sueñan lirios, ángeles y cinturones de seda. Sus ojos que son de culo de vaso. Sus ojos de niño tonto. Que son feísimos. Que son bellísimos. Sus ojos de avestruz. Sus ojos humanos en el equilibrio seguro de la melancolía. A lo lejos se ve Filadelfia. Los habitantes de esta urbe ya saben que el viejo poema de la máquina Singer puede circular entre las grandes rosas de los invernaderos, aunque no podrán comprender nunca qué sutilísima diferencia poética existe entre una taza de té caliente y otra taza de té frío. A lo lejos, brilla Filadelfia.)

BUSTER K.
Esto es un jardín.

(Una Americana con los ojos de celuloide viene por la hierba.)

AMERICANA.
Buenas tardes.

(Buster Keaton sonríe y mira en "gros plan" los zapatos de la dama. ¡Oh qué zapatos! No debemos admitir esos zapatos. Se necesitan las pieles de tres cocodrilos para hacerlos.)

BUSTER K.
Yo quisiera...

AMERICANA.
¿Tiene usted una espada adornada con hoja de mirto?

(Buster Keaton se encoge de hombros y levanta el pie derecho.)

AMERICANA.
¿Tiene usted un anillo con la piedra envenenada?

(Buster Keaton cierra lentamente los ojos y levanta el pie izquierdo.)

AMERICANA.
¿Pues entonces...?

(Cuatro serafines con las alas de gasa celeste, bailan entre las flores. Las señoritas de la ciudad tocan el piano como si montaran en bicicleta. El vals, la luna y las canoas, estremecen el precioso corazón de nuestro amigo. Con gran sorpresa de todos el otoño ha invadido el jardín, como el agua al geométrico terrón de azúcar.)

BUSTER K. (Suspirando.)
Quisiera ser un cisne. Pero no puedo aunque quisiera. Porque ¿dónde dejaría mi sombrero? ¿dónde mi cuello de pajaritas y mi corbata de moaré? ¡Qué desgracia!

(Una Joven, cintura de avispa y alto cucuné, viene montada en bicicleta. Tiene cabeza de ruiseñor.)

JOVEN.
¿A quién tengo el honor de saludar?

BUSTER K. (Con una reverencia.)
A Buster Keaton.

(La joven se desmaya y cae de la bicicleta. Sus piernas a listas tiemblan en el césped como dos cebras agonizantes. Un gramófono decía en mil espectáculos a la vez: «En América, no hay ruiseñores».)

BUSTER K. (Arrodillándose.)
Señorita Eleonora, ¡perdóneme que yo no he sido! ¡Señorita! (Bajo.) ¡Señorita! (Más bajo.) ¡Señorita! (La besa.)

(En el horizonte de Filadelfia luce la estrella rutilante de los policías.)




Deportista por amor. Luis Buñuel (Crítica de cine)

He aquí a Buster Keaton, con su último y admirable film: Depor­tista por amor. Asepsia. Desinfección. Liberadas de la tradición, nuestras miradas se recrean en el mundo juvenil y temperado de Buster, gran especialista contra toda infección sentimental. El film es bello como un cuarto de baño: de una vitalidad de automóvil Hispano, Buster nunca buscará hacernos llorar, porque sabe que las lágrimas fáci­les han periclitado. No es, en todo caso, el clown que nos hará reir a mandíbula batiente. Ni un momento dejamos de sonreir, no ante él sino ante nosotros mismos, de sonreír ante la salud y la fuerza olímpica.

Opondremos siempre en cine la expresión monocorde de un Keaton a la infinitesimal de un Jannings. Los cineístas abusan de este último, multiplicando por n la más ligera contracción de sus músculos facia­les. El dolor, en Jannings, es un prisma de cien facetas. Por eso es capaz de actuar en un primer plano de cincuenta metros y si se le pide "todavía más" llegará a demostrarnos que nada más que con su rostro se pue­de hacer toda una película, que debería titularse: "La expresión de Jan­nings, o las combinaciones de arrugas elevadas n a n".

En Buster Keaton la expresión es tan modesta como la de una bote­lla, por ejemplo: aunque a través de la pista redonda y clara de sus pupi­las hace piruetas su alma aséptica. Pero la botella y el rostro de Buster tienen puntos de vista infinitos.

Son raros los que saben cumplir su misión en el engranaje rítmico y arquitectónico del film. El montaje —llave de oro del film— es el que combina, comenta y unifica todos estos elementos. ¿Se puede alcanzar mayor virtud cinematográfica? Hay quien ha querido creer en la inferioridad de Buster, el "antivirtuoso", en comparación con Chaplin, dejarlo en desventaja, algo así como con un estigma, mientras que nosotros consideramos una virtud el que Keaton alcance lo cómico por armonía directa con los utensilios, las situaciones y demás medios de la realiza­ción. Keaton está cargado de humanidad: pero de una reciente e increa­da humanidad, de una humanidad a la moda, si se quiere.

Se habla mucho de la técnica de films como Metrópolis, Napoleón... Nunca se habla de la técnica de películas como Deportista por amor, y es porque ésta se encuentra tan indisolublemente mezclada con los otros elementos que no llega uno ni a darse cuenta de ella, lo mismo que cuando vivimos en una casa no nos damos cuenta del cálculo de resistencia de los materiales que la componen. Los superfilms deben servir para dar lecciones a los técnicos: los de Keaton para dar lecciones a la realidad misma, con o sin la técnica de la realidad.

Escuela de Jannings: escuela europea: sentimentalismos, prejuicios de arte y literatura, tradición, etc. John. Barrymore, Veidt, Mosjouski­ne, etc.

Escuela de Buster Keaton: escuela americana: vitalidad, fotogenia, ausencia de cultura y tradición novicia: Monte Bleu, Laura la Plante, Bebe Daniels, Tom Moore, Menjou, Harry Langdon, etc.

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