5 abr 2017

Safety Last: La seguridad.....del humor


                                                 "Siempre sueña y apunta más alto 
                                                      de lo que sabes que puedes lograr."
                                                                              William Faulkner 

Aunque es uno de los primeros trabajos que veo de Harold Lloyd, este largometraje es uno de los referentes más importantes no sólo de la comedia muda estadounidense sino de la cultura popular cinematográfica, tanto por su icónica escena, en la que Lloyd termina colgado de un reloj, como por su gags e inocentes historias, no ajenas al contexto social y económico de la época. Dirigida por Fred Newmeyer, actor y cineasta cómico junto al guionista Sam Taylor, que llevaron a la pantalla grande varias de las obras de Lloyd, y que junto a Hal Roach, hicieron del slapstick, todo un arte de la diversión. 

El guión de Lloyd y Taylor, nos lleva a los primeros años de la década del veinte, en la que un joven hombre (Harold Lloyd) emigra a la ciudad para buscar un mejor futuro; con el paso del tiempo, y a partir de las cartas que envía a su prometida, los enredos y las absurdas decisiones, harán de Lloyd una especie de "torpe" malabarista.


Ya desde el inicio de la obra, vamos a notar esos ejercicios de confusión y doble lectura que van estar presentes a lo largo de los setenta y tres minutos que dura ésta. Obviamente, la historia de amor está presente, recayendo en la figura de Mildred Davis (la nueva musa de Lloyd), como la inocente prometida del "chico de las gafas", ese iconico personaje creado por el cómico, que se meterá en los más diversos problemas, para hacer feliz a su chica, triunfar en los negocios y  que por azares del destino, se terminará convirtiendo en el héroe de la tienda local en la que trabaja, en un verdadero hombre mosca, como es el título en español o uno que deja la seguridad para lo último, como sarcástica y originalmente se llama la película.

El humor de Lloyd, no sólo estaba sustentando en sus acrobacias sino en su mismo personaje, un buen tipo que parecía meterse en los líos más insospechados, eso sí, como sucedió con el triunvirato del humor mudo (Chaplin y Keaton), por el amor de una chica, a la que quería darle una mejor vida; en cierto modo, las historias de Lloyd estaban configuradas para hacer reír sin un mensaje determinado, pero a la vez de forma indirecta o no, terminaban generando una reflexión sobre sus propia época.


Con más de una centena de títulos en su haber el director de Fotografía Walter Lundin, no sólo nos dejó esta serie de gags y trucos filmados, sino varias innovaciones en el mismo proceso de crear estas humorísticas secuenciass, en cierto modo, Lundin hizo parte de ese grupo que junto a Roach, Taylor y demás configuraron la obra de Lloyd.

Importante el trabajo de Thomas Crizer en el montaje, en ese ritmo que va de lo lento al desenfreno total en la parte final de la obra, en los trucos y en el desarrollo de la misma .

Es indudable la calidad y el humor que despierta el trabajo de Lloyd, sus historias aunque sencillas, están muy bien construidas, y cada una de las secuencias, además de la comicidad tiene una gran estructura de trabajo tanto para las acrobacias, trucos y el mismo desarrollo actoral de Lloyd y su grupo de trabajo. Un trabajo absolutamente recomendable, y uno de los cómicos del cine mudo, que no se pueden dejar de lado, no sólo por su influencia en la cultura popular, basta ver las secuencias de Shangai Kid o de Regreso al Futuro, en la que un reloj y una persona colgada del mismo, son homenajes al trabajo de Lloyd sino por el mismo manejo de la realización de sus obras y el contenido de éstas. 

Zoom in:  The Library of Congress la añadió a su registro en 1994.

Montaje Paralelo: Cine mudo




3 comentarios:

  1. Para mí una de las escenas más icónicas del cine en blanco y negro sin duda es la del reloj.

    ¡Saludos y buena semana!

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  2. si es cierto, gracias por comentar,que el blog a estado algo descuidado, u saludo

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  3. De nada!
    Un placer pasarme a comentar, aunque no tanto como quisiera. Pero te tengo muy en cuenta.
    Un abrazo!

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