31 may 2015

CICLA: Trabajar cansa


  "El hombre ha sido creado no para dudar sino para trabajar."
                                                                                              Thomas Carlyle 

La opera prima de Juliana Rojas y Marco Dutra, fue la tercera y última película que tuvimos oportunidad de ver en esta Cita con el cine latinoamericano; Dutra y Rojas, que han trabajado desde que estudiaban en la Escuela de Comunicaciones y Artes de la Universidad de SaoPaulo, no sólo crean y estructuran un largometraje de cine social, que a medida que pasa el metraje se van rompiendo las reglas y parámetros del género. Estos cineastas brasileños, que llevan dos cortometrajes en su haber, y presentaron Trabajar Cansa, su primer largomeraje en el Festival de Cannes, obteniendo la selección oficial de la sección Una cierta mirada (un certain regard) en dicho festival, y dando a conocer los nombres de estos jóvenes realizadores, que han empezado a trabajar de forma independiente, y como otros directores brasileños, tratando de romper con los parámetros no sólo de un género sino del mismo cine de su país.


Escrita por los mismo directores, este drama con tintes sociales que se va tornando en una oscura trama cercana al terror y al engaño cinematográfico, que inicia como un retrato de las injusticias sociales de tal país, el desempleo y demás complejidades entorno al tema, y una familia de clase de media, que cada día se ve más afectada por las cuestiones económicas, y más cuando encuentra en garra prehistórica en el supermercado que han montado con todo el esfuerzo de sus ahorros, negocio, que empieza a convertirse en su mayor pesadilla, no sólo por la falta de clientes y dinero, sino por las manifestaciones extrañas que empiezan a suceder en dicho sitio.

La película literalmente se va convirtiendo en un descenso a los infiernos de esta familia, encabezada por Helena (Helena Albergaria), que recientemente ha montado un pequeño supermercado y Otávio (Marat Descartes) su esposo, quien se ha quedado desempleado, y esta combinación de sucesos van creando un choque de realidades que parecen estar fundamentadas en un miedo a la quiebra, al desmoronamiento moral, y que la fuerza animal, como en la última escena, sea más fuerte que la razón de los personajes.


Con una fotografía fría y gris, como pocas veces se ha retratado las ciudades brasileñas por parte de Matheus Rocha, un gran trabajo en el diseño sonoro y montaje, que obviamente se hacen más notables, cuando la película se torna más misteriosa.

Vale la pena destacar el papel de Helena Albergaria, quien literalmente se lleva todo el peso dramático, empezando como una dulce e inocente ama de casa, montando su propio negocio, y que con el transcurrir de los sucesos se va transformando en una agresiva jefe, paranoica y ante todo desconcertada porque sus pesadillas, se van haciendo realidad, o la realidad de los fantasmas y misterios se mezclan con la propia desesperación de estos personajes.


Este engaño cinematográfico, en el mejor sentido de la frase, es un trabajo que mezcla géneros, y ante todo realidades, que parecen estar presentes en la psique del latinoamericano contemporáneo, miedos colectivos, misterios que parecen ser resultados de sus propias frustraciones, y ante todo, un ejercicio bastante inteligente y arriesgado por parte de esta "pareja" de cineastas, que tuvieron su reconocimiento en Cannes y Sitges por este híbrido con ecos Cronenbergianos.

Aunque no puedo describirla como una de las mejores películas que he visto, si vale la pena ver como estos realizadores le dan una vuelta de tuerca a esta trama, a pesar de ese choque tan fuerte entre géneros, éstos -los directores- saben empatar las secuencias manteniendo una coherencia, que a pesar de lo improbable de estas realidades, funcionan dentro del mismo relato, tal vez como metáfora del Brasil contemporáneo, o simple y sencillamente como un macguffin en toda su esencia narrativa.

Zoom in: Premiada en Cannes, aplaudida en Sitges

Montaje Paralelo: Dark Water (2005)


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