22 sept 2014

Wittgenstein: Los límites del lenguaje......


                               "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente."
                                                                                                         Wittgenstein



Primera película que veo de este polifacético artista llamado Derek Jarman, de quien igual, había escuchado no sólo por sus largometrajes de diversas índole sino por sus obras experimentales de las décadas de los años 70 y 80; un cineasta, escritor y escenógrafo, que en su relativa corta carrera, logró realizar una docena de largometrajes, una veintena de cortos- que registran en cierta forma su vida y obra- y videoclips. Jarman siendo de gran influencia para las contraculturas y vanguardias de Inglaterra, fue un cineasta comprometido con las causas homosexuales, las minorías; crítico de la política de Margaret Thatcher y de las posturas estéticas y narrativas de su propio país.

Sin embargo, este director que venía de las artes plásticas - considerado como uno de los más creativos de su generación- supo aprovechar sus dotes artísticos para crear mundos bastante personales e identificables, no sólo por su marcada estética heredera de Keneth Anger y del mismo Jean Cocteau sino por sus puestas en escena, en donde él mismo se identifica con sus personajes.



"Trabajar en filosofía -como trabajar en arquitectura, en muchos sentidos- es en realidad un trabajo sobre uno mismo. Sobre la propia interpretación. Sobre el propio modo de ver las cosas -y lo que uno espera de ellas-", con este pensamiento, podemos acercarnos no sólo al trabajo del filósofo sino del propio director, quien re-escribe un guión originalmente presentado por el crítico literario y cultural marxista Terry Eagleton; Jarman junto a Ken Butler, adaptan las ideas y vida de este filósofo, llevándolas al terreno de la dramaturgia teatral y al estilo del director inglés, que en cierta forma mezclaba la vanguardia con el clasicismo cultural de su país.

Wittgenstein, penúltima película de Jarman, se puede traducir o asimilar de dos maneras, como una representación del mundo de este filósofo, en donde prevalecía lo esencial y la fragmentación, por eso su estilo teatral y sus cortas secuencias, o como parte de la atemporalidad, elemento que es habitual en el trabajo de este director; sin dejar de lado los problema de financiación para esta -inicial- serie de filósofos para Channel Four, que sólo llego a tener validez con este largometraje, como explicaba el arriesgado productor Tariq Ali.

El largometraje inicia con Wittgenstein niño, explicándonos sobre su vida, sus capacidades y como él mismo dice: "Hola. Me llamo Ludwig Wittgenstein. Soy un prodigio. Les voy a contar mi historia. Nací en 1889 en una familia asquerosamente rica de Viena"; el acercamiento a la obra de este hombre está dado de dos formas, la del niño y la del Wittgenstein adulto, en cada una nos van mostrando no tanto las vivencias sino las ideas y encuentros con la filosofía, sus conceptos e interpretaciones del mundo - filosófico o no- van a aparecer durante todo el metraje; sin dejar de lado que igual conoceremos el entorno académico, social y hasta moral de la época, descifrados por los personajes, quienes en este caso se convierte en toda la puesta en escena.

Jarman - y en este punto es opinión propia- asimila las teoría de este filósofo y las traslada a las mismas representaciones de la imagen, el minimalismo de la puesta en escena, la síntesis que marcan ciertos objetos, el exagerado uso del color en la mayor parte de los personajes contrastando con la neutralidad del protagonista, y muchos otros elementos presentes, que en cierta forma se transforman en mezcla de pensamientos, los de Jarman y los de Wittgenstein.


    
Las excelentes interpretaciones de Karl Johnson como el Wittgenstein adulto o de la actriz fetiche de Jarman, Tida Swinton, definitivamente no cubren el excelente papel del niño Clansy Chassay, quien finalmente es el que lleva el peso dramático - y cómico- de su personaje; igualmente no se puede dejar de lado el papel de Michael Gough (el siempre recordado mayordomo de las películas de Batman y cine de Terror) como Bertrand Russell; aún así, el gran protagonista es Karl Johnson, quien no sólo se parece al filósofo sino que que sabe reflejar las mismas complejidades y contradicciones de éste. 

A pesar de ser un trabajo en estudio, y de tener una puesta en escena mínima, si son destacables tanto la fotografía de James Welland y los pocos decorados a cargo del mismo Jarman; así como la música, las pocas notas de Jam Latham -Koening, que más que situarnos en  cierta geografía, espacio o tiempo, es un decorado más, que funciona dentro del contexto del largometraje.



Como decían en un principio, una de las primeras películas que veo de este director, del que sin embargo, había leído algo relacionado a su obra, de la que me interesaban principalmente Caravaggio, por su acercamiento al arte y por sus acercamientos experimentales; sin embargo - y aunque la mayor parte de sus películas estén en la red- es Wittgenstein, la primera que llega a mis manos, y no sólo es una aproximación alternativa a la obra del filosofo austriaco sino al mundo del propio Jarman.

Un trabajo más que destacable, con una puesta en escena mínima, grandes actuaciones, llevando la obra filosófica de Wittgenstein a terrenos de la imagen, en donde las ideas y conceptos logran mostrar tanto la incomprensión y la naturaleza de la obra de este singular personaje, que veía en el lenguaje el gran elemento de la vida.  

Zoom in: Penúltima película de Jarman, antes de morir a consecuencia del SIDA

Montaje Paralelo: Filósofos 




                                                                   

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