" El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza."
André Maurois
Gracias a CineVista blog de cine, tuvimos la oportunidad de ver la última película de Alexander Payne, película nominada en 6 categorías a los premios Oscar.
Alexander Payne, es uno de los directores más queridos por este blog, no sólo por la calidad de sus películas sino por sus entrañables personajes, humor negro y por el satírico retrato de la sociedad americana contemporánea. A pesar de su corta filmografía, el cineasta de origen griego, se ha consolidado en los últimos años, principalmente por su nominaciones, premios y favor de la critica en sus austeras y sutiles obras, que muchas veces recurren a la carretera como parte de la narración, convirtiendo este elemento, en un modelo de reflexión de los propios personajes - del mismo Payne, quien en cierta forma pone algo de su propia vida, vivencias, en sus filmes- mostrándonos la cara más humana de éstos, en los que finalmente, vemos una redención, aceptando su condición en el mundo.
El tardío cineasta (Payne, finalizó sus estudio cinematográfico a los 29 años) imprime varios temas que van a ser habituales en su obra, la familia, los lazos de ésta, la decadencia, y problemáticas que se reflejan en los personajes principales, llenos de defectos e imperfecciones, que esconden sus grandes virtudes, y por ende, los hace más humanos, más reales, difíciles de olvidar y de no guardar cierta empatia con los Miles Raymond, Warren Schmidt u otros protagonistas solitarios, melancólicos del mundo de Alexander Payne, que frecuentemente se ubica en Omaha, Nebraska, fondo y paisaje para sus películas; que, en este caso utiliza al estado donde nació, como nombre de ésta, su última producción.
Alexander Payne, es uno de los directores más queridos por este blog, no sólo por la calidad de sus películas sino por sus entrañables personajes, humor negro y por el satírico retrato de la sociedad americana contemporánea. A pesar de su corta filmografía, el cineasta de origen griego, se ha consolidado en los últimos años, principalmente por su nominaciones, premios y favor de la critica en sus austeras y sutiles obras, que muchas veces recurren a la carretera como parte de la narración, convirtiendo este elemento, en un modelo de reflexión de los propios personajes - del mismo Payne, quien en cierta forma pone algo de su propia vida, vivencias, en sus filmes- mostrándonos la cara más humana de éstos, en los que finalmente, vemos una redención, aceptando su condición en el mundo.
El tardío cineasta (Payne, finalizó sus estudio cinematográfico a los 29 años) imprime varios temas que van a ser habituales en su obra, la familia, los lazos de ésta, la decadencia, y problemáticas que se reflejan en los personajes principales, llenos de defectos e imperfecciones, que esconden sus grandes virtudes, y por ende, los hace más humanos, más reales, difíciles de olvidar y de no guardar cierta empatia con los Miles Raymond, Warren Schmidt u otros protagonistas solitarios, melancólicos del mundo de Alexander Payne, que frecuentemente se ubica en Omaha, Nebraska, fondo y paisaje para sus películas; que, en este caso utiliza al estado donde nació, como nombre de ésta, su última producción.
Phedon Papamichel (izq.) - Bruce Dern - Will Forte y Alexander Payne (der.) |
Lincoln es la capital de Nebraska, estado ubicado en el Medio Oste americano y, el destino de Woody Grant, un anciano desaliñado y con síntomas de demencia, que insiste en reclamar el "millonario premio" que ha llegado a su correo; cuando Grant, interpretado por Bruce Dern, es encontrado en la carretera estatal tratando de llegar a la capital, es llevado a la comisaria, donde su hijo menor David (Will Forte), intentará convencerlo en desistir de su absurdo viaje, sin embargo, los dos terminarán emprendiendo este recorrido, que se ira asimilando a una especie de expiación y reconocimiento tanto de padre e hijo como de la propia familia.
Escrita por Bob Nelson, quien colabora por primera vez en un trabajo de Payne; sin embargo, con un guión que se interna en las profundidades de la "otra América", de las inestabilidades familiares, heroísmos intrascendentes y finalmente de la pequeñas esperanzas, se ajusta en gran medida a ese universo que Alexander Payne, ha ido creando desde Citizen Ruth, que con este trabajo asimila con propiedad ese desconocido mundo lleno de decepciones y contradicciones, que es la familia, los padres y la vida misma, pero que siempre hay un camino en donde brilla la esperanza por más opaca que esta sea.
Payne, como en la mayor parte de sus trabajos, toma elementos de sus propia vida, y los exterioriza en forma de personajes, situaciones o argumentos -en este caso, hace referencia a la propia vejez de sus padres-; y con este largometraje, une sus propias producciones para generar una especie de continúo cinematográfico, principalmente About Schmidt y Sideways, retomando la idea del roadmovie, del encuentro personal, triunfos perdidos y de aceptar nuestro lugar en el mundo.
Con su ritmo pausado, planos generales, Payne, nos va imbuyendo en la otra cara de los Estados Unidos -esa que Hollywood y la televisión desconoce-, esa América rural, extranjera, de personajes extravagantes, a los que el director retrata de forma inteligente, sin dejar de lado su aguda sátira a esa misma sociedad, a esa misma incomunicación, que finalmente, parece ser la verdadera esencia del pueblo americano.
Además de haber estado nominada a mejor película y director, la fotografía de Phedon Papamichel, es otro de los puntos fuertes de este trabajo; con una cinematografía mucho más personal que la que habíamos visto en The monuments men, Papamichel, crea una sobria e intimista visión en blanco y negro, destacando los grises que se acomodan perfectamente a este relato dramático-cómico, y que, como el invierno que prospera durante el metraje, va llenando de nostalgia al paisaje, a los personajes y recuerdos. El director de fotografía griego, crea una ambientación que al igual que los personajes principales está lleno de matices y contrastes, de planos generales propios de la fotografía naturalista de inicios de siglo, y con ayuda de la posproducción de un sutil granulado, que recuerda a película de los años 70, como asevera Papamichael.
La música de Nebraska, compuesta por Mark Orton, acompaña perfectamente tanto a los personajes en su recorrido, como a las características del paisaje, del propio estado y, obviamente describe las sensaciones que se van formando en esta contenida puesta en escena; donde destacan los sonidos acústicos, la guitarra y otras armonías propias del alt-country.
La música de Nebraska, compuesta por Mark Orton, acompaña perfectamente tanto a los personajes en su recorrido, como a las características del paisaje, del propio estado y, obviamente describe las sensaciones que se van formando en esta contenida puesta en escena; donde destacan los sonidos acústicos, la guitarra y otras armonías propias del alt-country.
Pero en definitiva, son las actuaciones las que hacen de las demás virtudes, un gran complemento, actuaciones que se deben al pulso del propio Payne, -que escoge con sumo cuidado a cada uno de los actores-, y obviamente al talento de un Bruce Dern, que se roba literalmente la pantalla, tanto en sus acciones, en sus austeros y monosilábicos diálogos como con su presencia y tozudez; igualmente, es destacable la interpretación del cómico Will Forte, quien encara de forma acertada al hijo menos afortunado, quien se convierte en el lazo y parte sensible de la historia; sin dejar de lado la hilarante actuación de June Squib, esposa de Woody y madre de David, quien con su ponzoñosa, directa y aguda lengua, se convierte en un absoluto retrato de la exasperación pero finalmente de una matriarca que cuida de los suyos.
Como suele suceder en este tipo de relatos, el director saca la mejor partida de los defectos y virtudes de sus actores, principalmente de los rasgos, actitudes y por que no decirlo, de la respuesta a sus propias características tanto como actores como por el "legado" de sus performances, en este caso el de Dern, el antagonista por antonomasia de ciertos filmes, o de Will Forte como cómico, que en este caso aparece apocado e insatisfecho, creando tanto la credibilidad de los personajes como una especie de habitualidad de éstos.
Personalmente, una de las mejores películas de las nominadas al Oscar (ya sabiendo los resultados), y una de las cumbres del propio Alexander Payne, película en la que la austeridad encuentra sus grandes virtudes, además de un relato inteligente, inolvidables personajes, y esa gran característica de Payne, de retratar a los perdedores, a los solitarios de una forma tan contundente y acertada, que finalmente, sus recompensa es aceptar que el mundo sigue adelante, y que en ese camino se encuentran pequeñas satisfacciones y esperanzas.
Una amable radiografía de la imperfección humana, que alejándose de todo elemento de (auto)superación, nos expresa, de la forma más lírica o si se quiere poética, una reflexión sobre la familia, y sobre esa extraña y ajena condición de humanismo, que sólo el humor sabe abrazar, como lo hace Payne, en sus demás producciones.
Zoom in: Nominada en diversas categorías, festivales y demás
Considerada entre las 10 mejores películas de este año para el American Film Institute
En un principio el papel de Woody, era para Gene Hackman
Montaje Paralelo: The straight story (1999) - About Schmidt (2002)
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