23 feb 2014

La invención de Hugo: El amor por el cine de Scorsese


                                                        "El cine es un espejo pintado."
                                                                                       Ettore Scola 

El cineasta Martin Scorsese, es uno de los directores más influyentes y conocidos de su generación, director que ha retratado la cultura italoestadounidense, su violencia y machismo; sin dejar de lado su gusto por la música, tema que ha reflejado en varios documentales. Scorsese, que en la mayor parte de sus obras tiene a Nueva York como fondo, o al propio Queens, en donde nació el cineasta.

Ganador de diversos premios internacionales, y nominado en múltiples ocasiones al Oscar, el neoyorquino, es uno de los realizadores con una huella cinematográfica identificable, tanto por su puesta en escena, violencia y virtudes técnicas que han hecho de éste, uno de los más importantes cineastas americanos y mundiales, donde la sangre, la brutalidad y los excesos son fundamentales para su obra, que tiene un trasfondo católico y, una acertada percepción sobre la culpa y la redención, que cae habitualmente en sus personajes principales, personajes tan duales y matizados, como la misma visión del italoamericano. 

Scorsese, es un director cimentado en la cinefilia, es un amante del cine, que no sólo conoce sobre diversas obras fílmicas, sino que muchas veces las ha recuperado o revisionado tanto para su gusto como para el público en general; y aunque esto, es notable en su trabajo, es, con esta película -la que vamos a reseñar- donde más se refleja ese gusto y concepción sobre la magia cinematográfica. 


La Invención de Hugo, es la primera incursión de Scorsese en el cine 3D, y una de las pocas películas de corte familiar de este director, que toma el libro de Brian Selznick, y lo adapta a su particular visión sobre el cine, aunque el guión esté facturado por John Logan, un experto escritor, que además del cine, se ha dedicado al teatro y, que ha recibido varias nominaciones por su trabajo.

Scorsese, toma el universo de Selznick, y lo traduce a un largometraje portentoso visualmente, que no se aleja demasiado de las gráficas del propio escritor/ilustrador americano, pero obviamente con las particularidades técnicas y estéticas del director de Goodfellas o Taxi Driver, además utiliza el 3D como parte de la narrativa y como elemento que complementa una historia que relata de forma Dickensiana, la pericias y aventuras de un niño llamado Hugo Cabret.  


Este cuento, que nos ubica en el París de los años 30, y que tiene como protagonista a un niño huérfano, que vive en la estación del tren, ajustando los relojes y robando algunos alimentos y piezas mecánicas para seguir el proyecto que estaba realizando con su recién fallecido padre. Hugo (Asa Butterfield) el niño en mención, se acerca a la tienda de un misterioso y lacónico juguetero (Ben Kingsley), quien tomará el libro de apuntes del niño, en donde está todo el trabajo que ha realizado con su padre. A partir de ese evento Hugo, empezará a vivir una serie de aventuras, en las que no sólo podrá terminar su trabajo sino que conocerá la amistad y la magia del cine.

La película que cuenta con dos jóvenes promesas de la actuación como Asa Butterfield y Chloe Moretz, la excéntrica amiga de Hugo, y ahijada del juguetero; se complementa con un reparto de grandes actores como Ben Kingsley, quien, en definitiva se roba el peso actoral, interpretando a una de las figuras fundamentales del cine mundial, como lo fue George Melies, y otros interpretes que cumplen en forma adecuada su labor, apropiándose de esta excelente puesta en escena, que en cierto modo se convierte en un canto o poema a la cinefilia.      




La estupenda fotografía y estudio del desarrollo en 3D, estuvo a cargo de un habitual del cine estadounidense como Robert Richardson, cinematógrafo que ya había trabajado con Scorsese en Shutter Island y El Aviador, -con la cual recibía su segundo Oscar-. Este legendario director de fotografía que tiende a los filtros, combinaciones de texturas, sobrecogedora luz, y principalmente, a narrar a través de sus diseños lumínicos, es finalmente un cinematógrafo de estilo clásico,  que logra adaptarse  tanto a las tecnologías como al estilo del cineasta; y como en el caso de El Aviador y JFK, con Hugo recibió su tercera estatuilla del Oscar.

Scorsese, que sabe rodarse de los mejores tanto en lo artístico como en lo técnico, se reúne de nuevo con Howard Shore (el compositor y mano derecha de David Croneneberg), quien genera la atmósfera musical y encanto de este largometraje; detrás del montaje y edición se encuentra su habitual compañera Thelma Schoonmaker, quien ha colaborado en el 90 por ciento del trabajo del italoestadounidense, y quien finalmente genera el dinamismo, coherencia y estilo a las obras de este director.


Esta historia familiar, que tiene como elemento fundamental la magia, tanto la del cine, como la de los sueños, es también un reto del propio Scorsese, quien no sólo nunca había dirigido una película infantil - en este caso, una película que pudiera ver su hija menor - sino por el manejo del 3D; sin embargo, los premios y las críticas le han dado la razón a este director, que puso más que sus ojos y pulso dinámico a esta obra impregnada por el amor al cine del propio Scorsese, quien además se reserva un pequeño papel como fotógrafo del mismo Georges Melies.

Una película que se presenta como un cuento de redención, de amistad y, cercana a la propia vida del director, quien "rescata" la obra de Melies, y la pone a disposición de dos niños, que encuentran en el cine o en los libros sus propios universos y aventuras, que, como al final del largometraje, el Melies interpretado por Kingsley, nos invita a: "perseguir sus (nuestros) sueños" .


Sin dejar de lado la gran calidad de este filme, y de cómo Scorsese, logra darle un estilo propio, aunque puede recordar a algún trabajo de Tim Burton - principalmente por el papel de Christopher Lee- sin embargo, los manejos de cámara, gruas y dinamismo en éstas, son bastante propias del director nacido en Nueva York. 

Sin dudas una de las películas más bellas de este cineasta, y que, aunque ajeno a su estilo y huella cinematográfica, logra crear una gran historia de cine que habla sobre cine, sueños y demás artilugios que pasan a través de ese reflector mágico.

Zoom in: 11 nominaciones al Oscar, incluyendo mejor película y director
Varias nominaciones tanto en los BAFTA, Globos de Oro, entre otros.
La vida de Melies y otros sucesos están sujetos a la realidad, peor obviamente adaptados al universos de este largometraje.

Montaje Paralelo: Georges Melies

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