26 feb 2014

12 años de esclavitud: La libertad robada

 
                                         "No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad,
                                          y esa búsqueda es la que nos hace libres."
                                                                                                        Carlos Fuentes 

Steven Rodney Mcqueen, más conocido como Steve Mcqueen, es, en este momento el director más importante de Inglaterra, ya que con sus últimas películas, no sólo ha estado nominado a mejor director en diversos festivales sino que sus películas - tres en total- están consideradas entre las mejores de esta década; Mcqueen, que además de la dirección, es productor y guionista; es un multifacético artista que ha incursionado en la fotografía, escultura y videoinstalación, ganando uno de los premios más importante de los artistas visuales británicos (El premio Turner). 

Este cineasta londinense, formado como artista plástico (licenciado en Bellas Artes), es un director comprometido socialmente; que en sus descarnados retratos sobre la humanidad, refleja lo más profundo y complejo del ser humano, sus vicios y virtudes son puestos a prueba, a través de los ojos de este realizador que ya suma una centena de nominaciones y premios, en los que destaca Una cámara de Oro en Cannes, BAFTA, Globos de Oro, entre otros.

Con 12 años de esclavitud, su última película, nos enfrentamos a un trabajo de la vida real y autobiográfico, además de ser la obra que ha dado a conocer mundialmente a este talentoso director, que ya fue abrazado por Hollywood y los premios de la Academia.


En los años previos a la Guerra Civil Estadounidense, exactamente en 1841, se vivió una de las historias más dramáticas y desesperanzadoras -pero con nombre propio- de la esclavitud estadounidense, reflejada en la vida de Salomon Northup, músico y hombre libre, que vivía en Saratoga, Nueva York con su familia y las comodidades, no sólo de su oficio como carpintero y violinista sino de la educación y cultura que poseía.

Contactado por dos hombres que le prometen un buen dinero tocando para un circo, Salomon será engañado, y vendido como esclavo, alejándolo de sus familia, conocidos, dignidad y de su propia esperanza. A partir de este momento, el ahora esclavizado Salomon, verá en carne propia, las humillaciones, degradación y brutalidad de los dueños de esclavos y, durante doce años, su vida se convertirá en una sucesión de odio y supervivencia. 




Escrita por John Ridley, quien adapta el libro homónimo y memorias de Salomon Northup, -que con este guión ha logrado una gran cantidad de reconocimientos y premios-; este productor, director y guionista cinematográfico y televisivo, no sólo encontró en el libro de Northup, una inspiración frente al tema del racismo sino un tema que él mismo - siendo afroamericano- desconocía, y por tal razón se imbuyó mucho más en la escritura de esta odisea de maltrato y odio, que miles de personas sufrieron antes del abolicionismo. Aunque Ridley, reescribió el trabajo de este hombre, la adaptación guarda los elementos fundamentales de las memorias; siendo ésto lo más importante, en un guión favorito de la crítica y de la misma Academia.

Con un estilo pausado, lineal en la mayor parte, y concatenado hacía la mitad del metraje, este libreto con una alta dosis de violencia,  personajes complejos en su misma percepción sobre el racismo, y ante todo, con una demoledora fuerza dramática que se centra en el personaje encarnado por Chiwetel Ejiofor, que finalmente, es el reflejo de las contradicciones y consecuencias, de esa oscura y vergonzosa historia de los Estados Unidos.  



Con unos actores secundarios de lujo, principalmente el actor fetiche de Mcqueen, Michael Fassbender -quien ha participado y protagonizado sus anteriores filmes- encarnando al cruel, incoherente y un arquetípico representante del esclavismo, como Edwin Epps; así mismo la participación de Benedict Cumberbacht, quien se presta como otra de las caras del racismo, que a pesar de su aparente benevolencia, no puede dejar atrás el beneficio que le prestaba la esclavitud, y en definitiva, los pocos minutos en los que aparece Paul Giamatti, son suficientes para la ver la gran calidad de su trabajo, y de su detestable personaje.  Sin dejar atrás, el sorpresivo debut de Lupita Nyong´o, además de la presencia de Paul Dano, y otros tantos personajes, que representaron ese infame, decadente y sinsentido de la esclavitud. 

Aunque la puesta en escena, esencialmente, abarca tanto las actuaciones como los elementos técnicos, es, en este largometraje donde podemos más que diferenciarlos, darle una connotación complementaria, donde sobresalen tanto el vestuario, diseño de producción para generar una ambientación que se amalgama perfectamente a la gran fotografía de Sean Bobbitt, -cinematógrafo de las tres películas de McQueen-, que además de resaltar las características de los personajes, se inclina por pasajes de gran lucidez estética, que contrasta y suaviza la cruenta narrativa del largometraje. El trabajo de Sean Bobbitt, se destaca por la simplicidad, una simplicidad que logra marcar tanto el dramatismo como la esencial realista de la fotografía, que sin caer el lo documental o verité, nos acerca a la época, y a la vivencia misma de estos hombres y mujeres, considerados en muchos casos como animales o pertenencias de la sociedad blanca sureña.



La extradiegética música de Hans Zimmer, aborda perfectamente el dramatismo y en cierto modo el terror de estos personajes; música compuesta para acompañar la narrativa, que se lleva todo el peso de las contradicciones de los personajes, sin olvidar que Zimmer ajusta esta atemporal banda sonora más a las sensaciones, que a la realidad del mismo trabajo; como siempre el músico de origen alemán concibe unos sonidos perfectamente remarcables - sus 68 nominaciones lo confirman- que aunque algo ajenos a la época e historia, si llega directamente a la sensibilidad del espectador.


Como suele suceder con este tipo de historias, donde la realidad supera a la ficción, algunas actuaciones, sucesos se hacen extravagantes y excesivos, sin embargo el largometraje trata de ser lo más fiel posible tanto a la época como a las memorias de Northup, centrándose en la actuación de Chiwetel Ejiofor, y enfocándonos en la tiranía misma de las contradicciones y bajezas humanas, tal vez el elemento más interesante de esta película, y en general del cine de McQueen, quien se detiene a mostrarnos en detalle, la naturaleza del hombre, para bien o para mal.

Aunque pienso que la película en líneas generales, es un producto más que destacado, impecable en su puesta en escena y contundente en su guión, algunos elementos son criticables, que sin restarle calidad, llega a afectar o empeña en mostrarse, como una sombría disculpa al racismo americano, jugando al redentor cinematográfico, que no cala en su totalidad, en un director tan personal como McQueen; estructuras  que se han visto en otras producciones como El Pianista de Polanski - quien ganó con este misma esencia redentora-. Sin dejar de lado, que la actuación de Brad Pitt, siendo la llave de salvación de Northup, más que errática, se hace innecesaria y más como una imposición de la producción - a la que éste pertenece-.

Sin embargo, - y como favorita de la Academia- es una excelente producción, dramática y brutal, pero necesaria - principalmente para el pueblo americano- para conocer ese tipo de historias que no se deben repetir.


Zoom in: Además de las múltiples nominaciones a nivel mundial, y los premios que ha ganado en diversos festivales, son los 9 Oscars, los que pusieron en el mapa cinematográfico al director londinense.

Montaje Paralelo: El Pianista (2002) - Django Unchained (2013) 


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