En 1856, Carroll descubrió una nueva forma de arte, la fotografía,
primero por influencia de su tío Skeffington Lutwidge, y más tarde de su amigo
de Oxford Reginald Southey y del
pionero del arte fotográfico Oscar Gustav Rejlander.
Éste alcanzó pronto la excelencia en este arte, que
convirtió en expresión de su personal filosofía interior: la creencia en la
divinidad de lo que él llamaba belleza, que para él significaba un estado de
perfección moral, estética o física. A través de la fotografía, Carroll trató
de combinar los ideales de libertad y belleza con la inocencia edénica, donde
el cuerpo humano y el contacto humano podían ser disfrutados sin sentimiento de
culpa. En su mediana edad, esta visión se transformó en la persecución de la
belleza como un estado de gracia, un medio para recuperar la inocencia perdida.
Carroll abandonó repentinamente la fotografía en 1880. Después de 24 años,
dominaba completamente el medio, disponía de su propio estudio en el barrio de
Tom Quad, y había creado unas 3.000 imágenes. Menos de 1.000 han sobrevivido al
tiempo y a la destrucción intencionada. Dodgson registraba cuidadosamente las
circunstancias que rodeaban la creación de cada una de sus fotografías, pero su
registro fue destruido.
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