12 sept 2024

Especial Cine Noir (USA)


Ciudades cubiertas por una brumosa lluvia, donde el asfalto puede ser la tumba de hombres seducidos por el dinero o por mujeres tan oscuras como aquellas calles de sombras que devoran la moral; recovecos urbanos y mentales que suenan a lluvia transformada en balazos,  impregnados de humo de cigarrillo tan espeso como la niebla y el smog que expelen autos grandes y pesados; son escenarios que se repiten de manera copiosa pero estilizada en el cine criminal, o mejor conocido como Noir estadounidense, que más que un género fue una ambientación, que respondía al pesimismo de la II Guerra Mundial y sus actores, hombres tan recios como las ciudades que habitaban, pero debilitados por el amor, o eso que en los libros de cine o en la antigua Grecia, se conoce como el Fatum, destinos fatales infringidos por una pasión descomunal, como lo veremos en algunas obras fundamentales de este tipo de cine que además de referentes para el cine mundial, dio las pautas para sus cambios.     


Naked City (1948)




Con uno de los intros más emblemáticos del cine de los años 40, en un tono documental, se describe a una Nueva York tan moderna como oscura, donde los negocios como la muerte, tienen el mismo vestido, el de una ciudad desnuda, realista y violenta,  como el cine de Jules Dassin, su director, y uno de los grandes representantes del cine criminal.  Con  guion de Marvin Wald, experto en este tipo de cine, y que con esta obra, explora tanto los recovecos de una urbe como sus rutinas, donde el crimen es otro oficio más.  Wald y Dassin, nos muestran a dos detectives:  el viejo zorro y el aplicado sabueso, que tratan de descifrar no sólo la muerte de una joven modelo sino la naturaleza de una urbe moderna y agobiante como Nueva York, donde los asesinos como los oficinistas, transitan por las mismas calles, esas que el Noir reveló en su artificio o  naturalismo estilizado, porque La ciudad Desnuda, nos descubre a una ciudad realista, repleta de individualismo, violencia y hombres destruidos por una guerra.

En el cine Noir, la fotografía como el montaje  fueron fundamentales, la primera mostrando y la otra sugiriendo, y esto se evidencia en The Naked City, sólo que con una fotografía  absolutamente realista pero estilizada gracias a William H . Daniels - que hizo del rostro de Greta Garbo todo un ícono-; que desde un inicio de la obra, nos muestra una panorámica en movimiento -desde un helicóptero-  describiendo a una Nueva York como escenario de un  crimen. Son varias las secuencias icónicas, principalmente el final, que tiene el mejor pulso narrativo, gracias no sólo a Dassin sino a un montaje rápido y preciso en la persecución y triunfo de la justicia.  La música de Miklós Rósza, es un complemento argumental, no sólo de forma narrativa sino emocional que funciona, no tanto en ambientación sino como contrapunto a las acciones de los protagonistas, que era lo que se buscaba con esta obra.

Interesante trabajo de Dassin, que  entra en discusión con el cine Noir, no tanto en sus reglas o formas, sino en su carácter seudo documental con el que inicia y se abriga en ciertas secuencias, rompiendo con el cine que se estaba realizando en ese momento - el de estudio-, es decir, uno  que sale a la calle (muy neorrealista), retratando a la ciudad como otro protagonista, en el que más que desentrañar un crimen, lo hace con un momento específico de la historia, como lo hicieron varios fotógrafos.   



Double Indemnity (1944) 




Obra referencial del cine Noir, no sólo por su inteligente guion sino por su estilizada estructura argumental y visual en la que nos imbuimos en un largo flashback - confesión, muy propicia de este tipo de cine, que nos cuenta la perdición y redención de un agente de seguros, enamorado de una mujer fatal, que lo llevará a los límites de su moral. Escrita y dirigida por Billy Wilder con guion de Raymond Chandler, que nos adentra en los pasillos más oscuros del amor y la pasión, porque Double Indemnity no sólo es la confesión de una asesinato, es el debacle moral de la sociedad  pos segunda guerra mundial, su capitalismo latente y todo un homenaje a esa escritura criminal, de hombre rudos, rubias con un corazón ponzoñoso, siluetas que emergen de la oscuridad, humo de cigarrillos, sórdido ambiente y de un cinismo entrañable.

De este trabajo vale destacar  la fotografía de John F. Seitz, que es puro Noir, sombras que emergen en pasillos como cuadros Barrocos, rostros en claroscuro, que mienten y están bañados en humo de cigarrillo, erotismo hecho fotografía y persianas que reflejan el destino fatal de parejas llevadas por la pasión, pero esta fotografía no sería igual de buena sin los grandes decorados y engaños visuales, que perfeccionó Wilder con su grupo de trabajo, sumado a un montaje preciso, efectivo donde cada elemento va sumando a la traición; acá nuevamente se suma   la música de Rosza, con menos protagonismo pero tal vez, porque en este caso su papel es más efectivo, un acompañante dramático, que se acomoda mejor a este ambiente desolador, que inicia  con una mirada y una frase inteligente.

Uno de los mejores Noir que he visto, obra clásica que no ha envejecido, ofreciendo los parámetros para este tipo de cine, con un sólido guion, y ese particular sello Wilder, en el que todo funciona, hasta la lección moral  y las buenas intenciones, de hombres con la moral rota.



     

Gun Crazy (1950)



Con guion de Dalton Trumbo y dirigida por Joseph H. Lewis, Gun Crazy es antesala a ese mito de las parejas criminales, amor por las armas y road movie, que reflejaba ese rompimiento con la sociedad conservadora estadounidense, los frutos de la II guerra mundial y cierto nihilismo, que tuvo cabida en el noir. Más que un sólido argumento, lo que vale la pena de esta película es su ambientación, principalmente el clímax, con cierto aire onírico, que recuerda a ciertas secuencias de Sunset de Murnau, y todo un hito al amor fou y fatum, con sombras, niebla y claroscuro. Aunque de las pelìculas fue la que menos me gustó, es indudable su valor para el cine moderno, para la  forma y estilo de la nouvelle vague - sólo vale la pena recordar la secuencia del robo fallido y ver Breathless de Godard-,  y hasta para el cine de suspenso, en esa secuencia inicial, donde la lluvia, y un niño obsesionado, logran concentrar todo ese dramatismo, gracias al trabajo de Rusell Harlan (Foto) y Harry Gerstad (Montaje). Un gran obra, pero con ciertos bajonazos en su ritmo coherencia.  



  
 

Laura (1944)




La opera prima del vienés -americano Otto Preminger, no sólo es un ícono del noir americano, por su estilo y forma, sino por su intrincado y obsesivo delirio sobre el amor, en el que el brutal asesinato de una joven y exitosa mujer: Laura, sacará a flote lo peor de una sociedad tan estilizada como banal en la que se movía dicha mujer. Preminger crea una obra sofisticada en su estilo pero salpicada de una morbosa obsesión, en la que rudos detectives, periodistas de renombre y pillos de poca monta, se verán envueltos; podemos asimilar en esta película de espacios cerrados, imágenes obsesivas y mucho simbolismo - de muerte y deseo, que para el caso pareciera se lo mismo-, que el egoismo como parte del amor es tan cruel y oscuro como los rincones por los que se mueven nuestros protagonistas, dos novatos del género que se harían icónicos: Gene Tirney y Dana Andrews, y un improbable pero certero antagonista, tan elegante, sobrio y contradictorio como el mismo género.

Cabe resaltar el simbolismo, uno que cabría dentro de la necrofilia - el amor por una muerta- y un narcisismo impregnado en cada uno de los personajes, principalmente Laura, nombre de la obra y objeto del deseo. Obra imprescidenible, que sí bien, en mi opinión, no ha  envejecido tan bien, su final, antagonista y elegante puesta en escena, la sigue haciendo una obra fundamental dentro del género.



Out of the Past (1947)





Obra esencial del cineasta francés nacionalizado estadounidense Jacques Tourneur, quien adapta un melodrama a la ambientación Noir, con todos sus compomnentes estilísticos, el Hard Boiled, la Femme Fatale, el flashback y los claroscuros, enriqueciendo la historia de un hombre que quiere dejar atrás su pasado. Tourneur junto a Daniel Mainwaring, adaptan la obra de este último, donde un detective retirado, dueño de una gasolinera, en un olvidado y pequeño pueblo, debe volver a su antigua vida de conflictos, dineros sucios, y hombres del Hampa, como su antiguo jefe Whit Sterling, como le cuenta a su nuevo amor, la joven Meta; el fin del flashback, es el inicio de una nueva historia de cigarrillos fumados, asesinatos, traiciones y el reencuentro con su pasado, vestido de una bella y misteriosa mujer que el detective Bailey amó.

Las soberbias actuaciones de Robert Mitchum, toda la esencia del detective Hard Boiled, del calculador Whit Sterling encarnado por un gran Kirk Douglas y el objeto de deseo, la bella Jane Greer se refuerzan con el gran fotográfico Nicholas Musuraca, quien además de jugar con las sombras, lo hace con el humo del cigarrillo - otro protagonista indiscutible de la obra-y los primeros planos, principalmente el de Greer, quien es, todo un paisaje moral de la obra.

Con los pros y los contras de este tipo de obras, Out of the Past, logra imbuirnos en la esencia misma del Noir, sin tener mucha presencia de las armas y la violencia, por el contrario es una película donde los diálogos  son tan cínicos, que la violencia proviene de las palabras. Una gran obra, que peca en su parte musical y en cierta romatización, pero disfrutable tanto por sus personajes, estilo y trágico final.





5 jul 2024

Bicinema: The Cyclist


                        “La carrera es ganada por el ciclista que puede sufrir más.”
                                                                                                    Eddy Merckx

 

La bicicleta como temática del cine pero alejada de lo deportivo, habitualmente se convierte en el dispositivo que refleja las condiciones más decadentes, arbitarias y erráticas de una sociedad; cine con un tono pesimista, con ciertos aires de denuncia, que recurre a la metafóra de la bicicleta, como sacrificio y sufrimiento para alcanzar cierta meta, como hemos visto en el clásico del neorrealismo  El Ladrón de Bicicletas (1948), La Bicicleta Verde (2012) o hasta en el Niño y la Bicicleta de los Hermanos Dardenne; sin embargo es la obra del iraní Mohsen Makhmalbaf, la que mejor asume esa idea de una  bicicleta - y su pasajero-  como reflejo de la sociedad afgana, donde la corrupción, el poder, la pobreza y sobre todo la opresión, son protagonistas. Makhmalbaf, uno de los grandes representantes de la nueva ola iraní, de forma cruda pero con cierta poesía  nos acerca a la historia de Nasim, un refugiado -pobre- afgano en Paquistán, que para poder pagar la cuenta hospitalaria de su esposa enferma tendrá que rodar y sostenerse en circulos en su bicicleta  durante 10 dias con sus noches; sus apostadores, empresarios, médicos y una parte de la población se aprovecharán del sufrimiento de Nasim.

Con guión de Makhmalbaf, que alude a una anecdota de su infancia, y a los conflictos internos que se vivían no sólo en Irán o Afganistán sino con gran parte de los refugiados para ese momento, tema que va a ser recurrente en su filmografía.




La bicicleta como dispostivo de denuncia

El cine iraní, denominado de la nueva ola, fue uno donde el contenido - principalmente el político o activista- estaba por encima de la forma, sin restarle a la técnica y menos a lo artistico, porque la sencillez de las imagenes o sus planos secuencia, ausencia de música o de grandes artilugios, también tenía una razón sería de ser, desligarse de los cines hegemónicos: Hollywood y el bollywoodense, con una carga importante de esa poesía de lo mínimo; luz, mayoritariamente natural, de pocos planos y narrativa pausada, que nos adentra en el reto de Nasim, su hijo y esposa, y quienes se quiere aprovechar de su naturaleza y necesidad.

En este caso la bicicleta se vuelve una excusa, narrativa y técnica, para mostrarnos a una sociedad, y una forma de hacer cine, donde los detalles, los pequeños momentos cargados de poesía, también se ven reflejados en lo fotografico: cabe destacar la secuencias donde la bicicleta entra a contraluz, el inicio de la obra, y los momentos de relación padre e hijo sobre la bicicleta.

Con una narrativa circular, emulando un poco el mismo movimiento de la bicicleta, el director iraní y su grupo de trabajo, ponen en evidencia el cómo funciona una sociedad corrupta, y a la vez, como la esperanza es el único motor para el cambio, tal vez no de una sociedad, sino para unos pocos como Nasim, que sólo desea darle comodidad a su familia.


Zoom in: Ganadora en varios festivales internacionales, y el punto de partida y reconocimiento para este director.  

Montaje Paralelo: Ciclismo - Refugiados  

 

Especial: Brandon Cronenberg



La dualidad es una de las temáticas esenciales de la ciencia ficción, no sólo como manifestación argumental sino como sindrome de una época o momento, idea que han replicado tanto escritores como directores de este tipo de ficción, que se adentra en los pasillos más oscuros de la mente como en la fragilidad de la carne; elementos que aparecen de manera constante en la corta pero elocuente cinematografía de Brandon Cronenberg, director que se ha labrado su propio camino, donde la violencia, lo sexual, la falta de identidad y el desecanto con una sociedad consumida por la tecnologia, hacen eco de lo que vivimos actualmente. También su reconocimiento está mediado por su apellido y estilo, que sí bien lo enlazan con David Cronenberg,- su padre-, es decir los temas controversiales, sangrientos, y ese concepto de la nueva carne; este también se ha alimentado de nuevas fuentes, mucho más cercanas a su época, a los cambios sociales, y porque no, a la propia decadencia de la última década, en la que, las redes sociales como el turismo salvaje, nos pueden llevar a nuestro propio infiero.


A continuación analizaremos la obra de Cronenberg, que ha pasado de un "minimalismo" viral de ser "otra persona"  con su ópera prima al infierno del turismo con Infinity Pool, hasta ahora su última película.


Antiviral (2012)

Cronenberg escribe y dirige una obra con tintes distópicos, en un futuro cercano donde la gente se puede infectar con las enfermedades de los famosos desde un laboratorio, idea que va a primar en el cine del canadiense, la de una sociedad carcomida por sus idealizaciones y módelos a seguir, porque lo que genera este laboratorio, y sus empleados, son replicas de las enfermedades de famosos, que acerquen al infectado con el que admira profundamente; sí bien la película peca en ritmo y contenido, el trabajo con el espacio en blanco, así como la premisa, y la presencia de Caleb Landry Jones,  reflejo de la enfermedad o mejor, de lo enfermizo; hacen de este debut, algo interesante, y un cineasta prometedor, con cierto estilo,  que no teme a equivocarse. 

Minicrítica

Sí bien es cierto que no era la "opera prima" que esperaba, esa idea entre la críticia social, y el body horror, como fiel heredero de su padre, me pareció que tenía un potencial fácil de trasladar a ideas más potentes, como lo va a hacer en Possesor y con Infinity Pool, para mí la más accesible pero certera de sus obras.




Possesor (2020)

Aunque se podría resumir con facilidad el guión de Possesor, una asesina que toma el control de otras personas, a través de un implante para llevar a cabo sus planes, también es cierto, que es una obra repleta de capas, de entramados y subterfugios narrativos, que más que confundir, nos adentran, en ese gusto por la dualidad y las preocupaciones contemporáneas de Cronenberg, llevadas a cuotas de violencia y salvajismo, expresando su preocupación por la mezquindad del ser humano, la familia y esa desconexión con la realidad, que se logra traducir no sólo en el papel de la asesina, sino de una corpración, en la que, la premisa de el fin justifica lo medios, parece poco. 

No sólo Cronenberg nos adentra en ese "juego" de la dualidad, propia del cine de espias o del mismo thriller, sino que nos confronta con una violencia tan deshumanizada, como lo que vivimos en el día a día en esta sociedad - tanto digital como virtual-, ya no sólo desde el asesinato por encargo, sino a nuestra propia naturaleza destructora, como en la secuencia en la que Vos, la asesina, una magnífica Andrea Riseborrough, ya no siente ninguna culpa, ni siquiera por perder su identidad, y podríamos pensar, en este  caso, la humana. 


Minicrítica 

Además de haber ganador en Sitges como mejor película y director, Possesor es una obra, que rompe con los moldes de esta época, tanto por su violencia, metafísica y cuestionamiento filosófico sobre una sociedad que está más cerca del desapego humano como Vos y su empresa asesina, que del resto de personajes. Igualmente, tanto visual como estéticamente, la obra de Cronenberg, progresó, y ha madurado en su forma, para la grotesco como para lo sublime.

Para destacar los papeles de Jennifer Jason Leigh, que recuerda a la evolución de algún personaje cronenbergiano -padre-  (Existenz), al siempre destructivo Sean Bean, y como anotabamos más arriba, la cambiante Andrea Riseborrough. Al igual que el uso de protesis y efectos prácticos, todo muy "old school", que se amolda perfectamente al tipo de película, que entre el canuxplotation, el ci fi y terror psicológico, y la huella de identidad de los Croneneberg, donde carne, sangre y lo grotesco, tienen un eco filosófico.  

Los saltos en el tiempo o espaciales - mentales o locativos-, siempre serán retos reivindicativos para el montaje y el trabajo fotográfico, tanto en su forma más estilizada como en la hiperbólica, como sucede en este caso con la fotografia de Karim Hussain (director de fotografía y director canadiense), mano derecha de Cronenberg y el también director Mathew Hannam, quien edita esta obra, quienes entre la forma y el color nos adentran en la mente de Vos, sus pensamientos y ruptura mental.



Infinity Pool (2023)

Una premisa tan abierta, como el infierno de los centros turísticos, da forma a la última película del canadiense, en la que, un  prometedor novelista y su millonaria esposa pasan un tiempo de descanso en un alejado centro vacacional, la tranquilidad de éstos se verá afectada por la presencia de Gabi, admirador de la única novela del escritor, y una mujer tan extraña como su compañero; en una salida, fuera del complejo vacacional, los oscuros secretos de la isla, la corrupción y la naturaleza más decadente de la sociedad,  harán de la pareja y de las vacaciones, todo un infierno.

Cronenberg, no se aleja de la ciencia ficción y la distopía reciente, porque en la isla, la clonación existe, y estos clones serán explotados de todas las formas posibles, pero donde reside el eco perturbador, está no sólo en la naturaleza humana sino en la naturalización de la violencia, el exotismo y en cierto sentido, esa colonización vacacional, en la que, todo está permitido, en ese breve instante de pausa social.

Es con esta obra que Cronenberg dispone de sus obsesiones y temáticas recurrentes, la dualidad, la falta de identidad y crítica a la sociedad, eso sí, todo más accesible, con mucho efectismo visual, sin perder su estilo descarnado y cierta experimentación, sobre todo en las secuencias donde las drogas, el sexo y  el ambiente más sordido, toma forma.    


Minicrítica

Aunque la película puede pecar en la sobreactuación de Mia Goth - el objeto de deseo del escritor-, es su superlativo papel, el que hace más potente el desarrollo de la historia; así mismo, sin ser la mejor actuación, el trabajo de Skargard funciona; mezclándose con ese gran trabajo fotográfico de Karim Hussain, que acá desplega todas sus cartas y artilugios técnicos.

Una de esas interesantes obras, con buen pulso narrativo, cierta originalidad, y que logra reflexionar sobre el mundo actual a través de la violencia, lo grotesco, y que no deja indiferente, para bien o para mal su obra, repleta de guiños a su propio apellido, gustos literarios, obsesiones, y en cierto modo, a su propia figura, eso sí, llevadas a cuotas extremas.  





Conclusión (es)

Un cine de gente solitaria, como lo vemos en los tres fotogramas seleccionados, que parten de premisas no sólo básica sino actuales, que están enmarcadas en una sociedad alienada e igualmente desencatada, que ve en el otro, ya no sólo un peligro sino otro decorado más de la decadencia, más que un cine pesimista o nihilista, como el de su padre, el de Brandon Croneneberg, es desasosegante, no es pesimista, porque no hay nada que cambiar, ya estamos perdidos, nos muestran los últimos fotogramas de sus obras. Eso si, aunque hay que reconocerle sus dotes y buen pulso narrativo, aún lleva a extremos pocos necesarios, no tanto en la violencia sino en sus reflexiones literarias, que no siempre cuadran del todo. Aún así, una nueva carne cinematográfica que vale la pena seguir viendo en su evolución.