24 oct 2016

Últimos días en el desierto: Retrato humanista de Jesús


"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"

Aunque esta película la vi hace ya un par de semanas, y en ese momento no comprendí su selección en una muestra sobre derechos humanos que hizo la Cinemateca Distrital, después de un tiempo de reflexión - y falta de escritura-, no sólo le encontré sentido a dicha elección, sino que por fin conocí el trabajo de Rodrigo García, hijo del nobel colombiano Gabriel García Marquez, y un cineasta que con pocos medios ha logrado componer una cinematografía variada, simplificada en sus recursos pero de gran fuerza narrativa, heredada no  sólo de su padre sino del círculo de amigos entorno a su familia, e igualmente, cabe destacar que Rodrígo García, ha sido un colaborador de grandes fotógrafos y de bastante experiencia en varias series. Este bogotano,  que estudió en un principio Historia Medieval en Harvard, y más adelante se acercó al cine en la American Film Institute, se ha labrado su propio camino en los Estados Unidos, con una películas personales, muy de autor, escritas con gran sensibilidad, que parece ser el fuerte de este realizador. Los últimos días en el desierto, es una de sus últimas películas, ganadora en Sundance, y un retrato bastante humano de Jesús, y de un tema como la paternidad.

    
Con guión de García, y tomando -libremente- como referente los 40 días de ayuno y oración de Jesús por el desierto, el director colombiano nos acerca a una figura cristiana bastante humana, contradictoria en sus mismos pensamientos, y una reflexión sobre la familia, a la que este Jesús, interpretado por Ewan McGregor, intenta no sólo salvar sino también encontrar un sentido a su propio trasegar. 

Entre alucinaciones, cansancio y la fatiga de andar por el desierto Jesús se encontrará con su otro yo, con el diablo, con la tentación de lo se puede encontrar en el desierto y en el alma de este hombre aún no convertido en mesías. Con varios tiempos muertos, un tono pausado y una narrativa absolutamente lineal García crea un retrato honesto y profundamente humano de Jesús, que a la final no sólo está hablando de dicha figura religiosa sino de la interacción con la paternidad, la familia y las decisiones entorno a todo ésto.


Las capacidades técnicas y artísticas de Emmanuel Lubezki, más que puestas a prueba en esta obra, se aúnan con los conceptos fotográficos del director colombiano, que no sólo intenta retratar a un Jesús más humano sino que apropiándose del naturalismo del desierto, de los tiempo muertos y el verismo, nos acerca más a una visión personal e intimista que le viene bastante bien a la fotografía del mexicano, aún así, Lubezki saca sus mejores cartas, y es capaz de traducir los sentimientos, las dudas, miedos y ese aire reflexivo del Jesús encarnado por McGregor, sin dejar de lado esos planos y composiciones propias del arte romántico o del religioso pero con todos los artilugios y talento de éste; el mexicano parece sentirse cómodo con los ambientes naturales, los planos abiertos y contemplativos, que le vienen bastante bien no sólo a sus diseños lumínicos sino a su prodigioso uso de la luz natural.  

La música de Danny Bensi y Sanders Jurrians, puede pasar algo desapercibida, pero en este caso porque se acopla perfectamente a la ambientación. Con una interesante labor en el diseño de Producción que se reduce a cuatro personajes, la tienda en el desierto, y unos planos cerrados a final de la misma, se especifica un juicioso estudio del tiempo y espacio de esos cuarenta días de ayuno de Jesús; igualmente la labor del montaje está sustentada por los planos largos, y esos enfrentamientos entre Jesús y sus demonios internos.


Pero, quien se lleva la atención del trabajo - más allá de sí lo hace bien o no- es el papel de McGregor, encarnando a un taciturno y meditabundo Jesús, lleno de dudas y confliectos internos, que ve en la familia que lo acoge por unos días en el desierto, una suerte de redención y cercanía, que intenta de un modo o de otro ofrecer sus consejos y meditaciones; es en cierta forma un gran logro de director colombiano, que crea un papel o un personaje tan bien estructurado, que lo llena fácilmente  el actor escocés. De todas maneras, cabe destacar el papel de Tye Sheridan y de Ciarán Hinds, que en cierto modo, le hacen contrapeso al doble papel de McGregor.

Aunque lenta en su estructura, con pasajes bastantes reflexivos, la visión que tuvo el director colombiano, no sólo es de una sobriedad absoluta sino conmovedora en sus misma reflexiones, y ese es el gran logro de esta obra, a la que se debe ir despejado y preparado, pero no por eso, deja de ser un trabajo bastante loable de García.

Zoom in:    Estrenada en Sundance 

Montaje Paralelo: La última Tentación de Cristo (1988)


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