4 oct 2015

Poemas en el cine




La tierra giró para acercarnos
La tierra giró para acercarnos,
giró sobre sí misma y en nosotros,
hasta juntarnos por fin en este sueño,
como fue escrito en el Simposio.

Pasaron noches, nieves y solsticios; 
pasó el tiempo en minutos y milenios.
Una carreta que iba para Nínive 
llegó a Nebraska.

Un gallo cantó lejos del mundo, 
en la previda a menos mil de nuestros padres.
La tierra giró musicalmente 
llevándonos a bordo;
no cesó de girar un solo instante,
como si tanto amor, tanto milagro
sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito
entre las partituras del Simposio.

                                                 Eugenio Montejo



Tengo una soledad 
tan concurrida 
tan llena de nostalgias 
y de rostros de vos 
de adioses hace tiempo 
y besos bienvenidos 
de primeras de cambio 
y de último vagón. 

Tengo una soledad 
tan concurrida 
que puedo organizarla 
como una procesión 
por colores 
tamaños 
y promesas 
por época 
por tacto 
y por sabor. 

Sin temblor de más 
me abrazo a tus ausencias 
que asisten y me asisten 
con mi rostro de vos. 

Estoy lleno de sombras 
de noches y deseos 
de risas y de alguna 
maldición. 

Mis huéspedes concurren 
concurren como sueños 
con sus rencores nuevos 
su falta de candor 
yo les pongo una escoba 
tras la puerta 
porque quiero estar solo 
con mi rostro de vos. 

Pero el rostro de vos 
mira a otra parte 
con sus ojos de amor 
que ya no aman 
como víveres 
que buscan su hambre 
miran y miran 
y apagan mi jornada. 

Las paredes se van 
queda la noche 
las nostalgias se van 
no queda nada. 

Ya mi rostro de vos 
cierra los ojos 
y es una soledad 
tan desolada.

 Mario Benedetti




El amor y el compromiso después del trabajo

Tu voz, tus ojos,
tus manos, tus labios.
Nuestro silencio, nuestras palabras.
La luz que se va,
la luz que vuelve.
Un único sonreír para nosotros dos.
Sin necesidad de saber.
He visto la noche crear el día sin que cambiemos de apariencia.
Oh bien amada por todos,
bien amada por uno solo,
en silencio tu boca prometió ser feliz.
De lejanía en lejanía dice odio,
de cercanía en cercanía dice amor.
Por la caricia salimos de nuestra infancia.
Veo cada vez mejor la forma humana,
como un diálogo de enamorados.
El corazón tiene una sola boca.
Todas las cosas al azar,
todas las palabras dichas sin pensar.
Los sentimientos a la deriva.
Los hombres giran en la ciudad.
Las miradas, la palabra
El hecho de que te amo,
Todo está en movimiento.
Basta con avanzar para vivir, dirigirse delante de sí hacia todos aquellos que amamos. Iba hacia ti. Iba hacia la luz.
Si sonríes, es para invadirme mejor.
Los rayos de tus brazos entreabrían la niebla.

                                                                                                                    Paul Eluard




No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.

Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los buenos, que tras la última quietud lloran por ese brillo
con sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.

                                                                                               Dylan Thomas

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